- El Ayuntamiento ha desplegado medidas de seguridad extraordinarias tras los incidentes protagonizados por la extrema derecha en los últimos años
La 527º celebración de La Toma de Granada este 2 de enero se ha desarrollado sin incidentes destacables. La fecha, marcada en rojo tras los acontecimientos políticos recientes con los comicios andaluces y el ascenso de la extrema derecha, se ha saldado de un modo muy similar a lo vivido en años anteriores.
La jornada, que festeja la entrega de a ciudad por parte de Boabdil a los Reyes Católicos, no ha sido testigo de nada de lo que no haya sido testigo ya: una Plaza del Carmen (donde está el Ayuntamiento y centro de la celebración) en la que, durante el desfile de La legión y el transcurso de los actos institucionales, se han podido ver muchas banderas españolas (que el PP ha repartido en esta ocasión), se han escuchado gritos de “yo soy español, español” entre los partidarios de la festividad y la habitual respuesta a estos de los grupos contra La Toma con soflamas como “no hay nada que celebrar”.
Como novedad esta vez no se han desplegado banderas franquistas como sí se ha hecho en otras convocatorias anteriores. No obstante, el dispositivo policial desplegado por parte del Ayuntamiento de Granada tenía entre sus objetivos controlar la aparición de este tipo de enseñas. Pese a lo cual, sí se ha podido ver alguna de la organización ultraderechista Hogar Social entre el público. Al mismo tiempo que durante los actos se han podido escuchar bocinas a pesar de que era una de las prohibiciones municipales de este año.
Y es que Granada se había blindado para frenar cualquier altercado. Porque el ambiente previo estaba algo cargado debido los resultados de las elecciones andaluzas del 2 de diciembre con la llegada de Vox al Parlamento y las posteriores manifestaciones -con acampanada incluida- que tuvieron lugar en Granada hace tan solo un mes. Por ello, el Ayuntamiento de Granada había previsto medidas de seguridad reforzadas. El objetivo era velar porque todo se desarrollara con normalidad y así ha sucedido.
Para la celebración de este año el Ayuntamiento había convocado a más agentes de la policía nacional y local de lo habitual para evitar cualquier incidente que pudiera haberse producido. Por ese motivo, se han controlado los accesos a la Plaza del Carmen y se ha llevado a cabo un despliegue policial que ha impedido que nada ocurriera más allá del habitual cruce de reproches entre los grupos más extremistas.
A la cita, como viene siendo habitual en este mandato, han acudido representantes de todos los partidos con representación municipal a excepción de Vamos Granada e Izquierda Unida. Además, al frente de la comitiva ceremoniosa ha estado la portavoz municipal del PP, Rocío Díaz, que minutos antes ha participado junto con su futuro sucesor, Sebastián Pérez, en un acto para defender la celebración de La Toma regalando cientos de banderas españoles a los que se han acercado al lugar.
Y como novedad, también ha estado presente el secretario de organización de Vox, Ortega Smith, que, aunque no tienen presencia en el Ayuntamiento, ha querido participar del día. El político ha aprovechado la ocasión para ensalzar a través de las redes sociales el discurso beligerante que está llevando a cabo su formación al hablar de “invasor musulmán” y de “liberación” al referirse a la Toma de la ciudad de Granada.
La Toma ha contado con un número mayor de asistentes de lo habitual. En la Plaza del Carmen se han podido ver alrededor de 300 personas y en las zonas anexas la cifra ha subido hasta el medio millar. Entre todos ellos había también turistas que por simple curiosidad se han acercado a los festejos preguntándose qué estaba sucediendo. Y de lo que han sido testigos ha sido de unos actos que son, un año más, el resultado de décadas de controversia.
La celebración de La Toma lleva casi 40 años dividiendo a una parte de la población granadina. Con el final del franquismo, en los años 80, aparecieron los primeros colectivos que abogaban por repensar esta fiesta y se manifestaban en contra. En el siglo XXI, la polémica ha ido creciendo paulatinamente con posturas cada vez más encontradas. Entre los que ven la celebración de La Toma como el comienzo de la “unificación de la Península Ibérica”, pasando por los que defienden el día como una tradición de la ciudad, hasta los que la rechazan por considerar que es un “error histórico” la celebración de “un genocidio”.
Entre los críticos con la Toma está la asociación Granada Abierta que celebra desde hace unos años un festejo alternativo como respuesta a lo que consideran un acto “sectario y excluyente”. Por eso han organizado en la Fundación Euroárabe un encuentro cultural por la “igualdad y la libertad” recordando a artistas granadinos como Federico García Lorca o Francisco Ayala, entre otros; y reivindicando que se celebre como fiesta granadina el día de Mariana Pineda el 25 de mayo.
Esto último también ha dado pie a su propia controversia ya que el actual alcalde socialista, Francisco Cuenca, fue uno de los que más apostó cuando estaba en la oposición por este posible cambio de festividad y sin embargo, desde que es el primer edil, sigue participando de la celebración de La Toma. Su mayor aportación al día ha sido haber introducido un desfile de moros y cristianos que busca acercar y honrar a ambas culturas de entonces en un plano más igualitario y menos pomposo.