Si hubiera que hacer un símil sobre la actual situación de la sanidad pública granadina, quizá valdría decir que lo que pasa se parece mucho a la insistencia con la que un alumno aplicado quiere aprender una tarea. Porque Granada tiene una empresa complicada con su cartera sanitaria tal y como demuestra la tercera manifestación en poco más de un mes que ha tenido lugar este domingo. Tercera movilización de la ciudadanía granadina en 40 días reclamando a la Junta de Andalucía que dé marcha atrás definitivamente a su fusión hospitalaria. A esa fusión que, según explican quienes están alzando la voz tras las pancartas, lleva meses poniendo en riesgo la asistencia a los enfermos no ya porque no funcione como debería el modelo impuesto por la administración pública, sino porque el evidente desencuentro en el seno de la salud en Granada está haciendo que la primera perjudicada sea la población. Por eso piden que haya dos hospitales completos como ya los ha tenido la ciudad históricamente y que no se sectoricen los servicios sanitarios en función del centro al que deba acudir un paciente.
La de este domingo 27 de noviembre (#granada27n) supone la tercera ocasión en que los granadinos piden masivamente que no quieren la actual distribución de los hospitales públicos con total ausencia de siglas políticas. Más de 80.000 personas han formado parte de una movilización histórica que ha superado a las dos anteriores. Si bien el recorrido ha sido exactamente el mismo que el del pasado 16 de octubre, cuando tuvo lugar la primera manifestación, esta vez flotaba en el ambiente que todo era algo distinto. Empezando por los diferentes núcleos de miles de personas que se han ido sumando en diferentes partes del trazado que ha ido desde el antiguo Hospital Clínico de San Cecilio hasta la Fuente de las Batallas donde se ha vuelto a leer un manifiesto. Siguiendo por el hecho de que la cabecera encabezada por el médico de urgencias Jesús Candel ('Spiriman'), ha contado con una banda musical que les acompañaba. En esta ocasión además se han producido otras dos de manera simultánea en Huelva y Málaga por razones similares.
Desde luego no es una movilización que sorprenda a nadie porque desde que a mediados de octubre Granada gritó por primera vez contra la fusión, los manifestantes advirtieron ya que la repetirían tantas veces como hiciera falta hasta que algo cambiase. Como de momento entienden que no ha sucedido así, desafiando a la lluvia, masivamente han recorrido el centro de la capital granadina reclamando de nuevo que haya dos hospitales completos. Uno en el corazón de la ciudad y otro en el nuevo Parque Tecnológico de la Salud (PTS) que era el plan que se estableció hace más de una década por parte de la propia Junta de Andalucía. No obstante esa no ha sido la única petición que se ha hecho sino que el dardo ha apuntado directamente en la diana política con el viceconsejero de Salud, Martín Blanco, haciendo honor a su apellido. De él piden su dimisión pues consideran que es el principal culpable de gran parte de lo que está sucediendo con la sanidad granadina al haber sido parte activa de la modificaciones en los planes de la Junta que han dado lugar a esta fusión que rechazan.
Diálogo estancado
Pese a que han transcurrido varias semanas desde la primera advertencia ciudadana hacia el Gobierno andaluz, poco ha cambiado desde entonces. El diálogo está enquistado y los que están llamados a desbloquearlo no quieren dar un paso en falso. El único respiro que se han concedido es el de sustituir al gerente del hospital del PTS, Manuel Bayona, por la cirujana Cristina López. Lo que se entendió como un gesto por parte de la administración no ha sido bien acogido por parte de los manifestantes tal y como recoge el líder de estas protestas, Jesús Candel, al asegurar que aunque respeta a la nueva gerente como “persona y como compañera también está a favor de la fusión” que ellos rechazan.
La batalla dialéctica no solo se ha mantenido sino que está alcanzando su clímax en los últimos días. En un lado del cuadrilátero se encuentra la Junta de Andalucía con la presidenta Susana Díaz encabezando las declaraciones y en el otro la masa social granadina que tiene en 'Spiriman' a su líder espiritual. Por la parte institucional, la mandataria andaluza ha reconocido recientemente en una entrevista en Canal Sur, que “cuando un ciudadano sale a la calle tengo que escuchar el porqué, porque seguro que es algo que se puede corregir”. Una frase cargada de buenas intenciones que se camufla tras lo que ella entiende como una campaña política orquestada por el Partido Popular “porque cuando yo escucho al PP hablar de sanidad, me suena la música de una caja registradora” añade. Olvidando que las marchas han dejado claro desde el primer momento que huyen de cualquier sigla política que quiera hacer suya la reclamación.
Sin embargo quienes protestan no lo hacen contra Díaz sino sobre todo contra el viceconsejero de Salud, Martín Blanco. El alto cargo andaluz que lleva en su puesto desde junio de 2015, es considerado el principal culpable de lo que está pasando en los últimos tiempos con la cartera hospitalaria de Granada. No es casualidad pues Blanco fue director económico del Hospital granadino Virgen de las Nieves entre 2009 y 2010 y ostentó otros cargos directivos dentro del mismo centro por lo que conoce de primera mano los pasos que se han dado para llegar a la actual fusión que se rechaza de forma notoria. Por eso creen que no puede continuar en su puesto al haber sido parte importante dentro de la misma y debe dimitir.
En el “respeto absoluto a las manifestaciones” se coloca el delegado de Salud en Granada, Higinio Almagro, antes de aclarar que a su juicio no es bueno que Martín Blanco deba marcharse. Porque “lo que nos está pidiendo la ciudadanía y los profesionales no es que nos vayamos sino que trabajemos para que la organización hospitalaria responda a las necesidades que nos trasladan los usuarios y los trabajadores de la sanidad pública” sostiene Almagro. Pero es justo ahí, en el trabajo al que hace referencia y que pasa por dialogar, donde la movilización está fracasando. Ni siquiera el propio alcalde de Granada, Paco Cuenca (PSOE), sabe dónde postularse. Tampoco ha acudido a esta manifestación como no lo hizo en las dos anteriores y eso le ha valido que la ciudadanía se pregunte dónde está. Frente al Ayuntamiento de Granada, la marcha se ha detenido para preguntárselo y abuchear su ausencia. Aunque él mismo se considera parte necesaria para trasladar a la Junta las peticiones de la ciudadanía, sus reciente reuniones con 'Spiriman' y las plataformas 'Granada por su salud' y 'Trabajadores hospitales de Granada' no han avanzado casi nada en ese sentido. El desencuentro sigue siendo muy acusado y unos parecen demasiado lejos de los otros como para llegar a entenderse de momento.
Persecución política y mediática
Las posturas para entenderse están lejos tal y como transmiten los protagonistas. Aunque se utilicen por la parte más política, frases que llaman a iniciar un diálogo que dé con un acuerdo aún lejano, dicha conversación no se produce o al menos no con fluidez. Siguiendo el hilo de los acontecimientos, parece que no se dan esos pasos porque se está jugando una partida de ajedrez en la que pareciera que la Junta de Andalucía y determinados cargos de la sanidad pública granadina se dedican a enrocarse como el rey y la torre para esquivar ataques dándole la espalda a los peones rivales. Unos peones que creen estar jugando a las damas porque han llegado tan lejos que se sienten como la reina que puede moverse en la dirección que quiera porque se sabe fuerte.
En esas condiciones el futuro se ve de momento oscuro. Más cuando desde la organización de las manifestaciones se señala a una persecución mediática y política para que cesen las protestas. El propio Jesús Candel ('Spiriman') está utilizando sus perfiles en redes sociales para denunciar que está siendo víctima de presiones para que lo deje. Presiones políticas que según él se canalizan a través de diferentes medios de comunicación. Se trata por lo tanto de una mezcla de espectáculo y reivindicación en que la peor parada es la situación sanitaria pública en Granada porque está maltrecha. Con un problema mayor de fondo como lo es que no haya indicios para que las cosas se solucionen a corto o medio plazo. Los manifestantes lo vuelven a tener claro, volverán a echarse a la calle si nadie recoge el guante de las protestas aunque aspiran a que tras este domingo no tengan que volver a movilizarse. Sin embargo, de momento, parece improbable que ésta haya sido la última vez que Granada se vuelva a echar a la calle por su sanidad pública.