Varios colectivos, a cada cuál más enfadado por la situación que atraviesa Andalucía en diferentes ámbitos, han participado en la marcha por la dignidad que ha recorrido el centro de Granada este 28 de febrero, Día de Andalucía. La manifestación, que ha sido la única que se ha celebrado con ese lema en toda la región –el resto han sido concentraciones-, ha congregado a alrededor de 300 personas, según fuentes policiales.
Manteniendo un escrupuloso control de las normas sanitarias a las que obliga la pandemia de la Covid-19, los manifestantes han gritado por sus derechos durante todo el recorrido. Unidos para reclamar “pan, trabajo y techo”, la marcha ha discurrido sin incidentes y ante el asombro de algunos curiosos que se preguntaban cómo era posible que se produjera una manifestación justo cuando menos se recomienda por el coronavirus.
Pero los asistentes tenían claro que hoy no era un día para quedarse en casa, a pesar de la pandemia y de que se celebra el Día de Andalucía. Más bien todo lo contrario. Asumiendo que hay muchos aspectos que se deben mejorar y que ponen en el centro de los problemas a lo que llaman “la clase obrera”, los manifestantes han recordado que hasta que no se resuelvan los problemas “no hay nada que celebrar”. Por eso, la defensa de la justicia social ha sido el pivote sobre el que se han movido durante toda la marcha.
Mayores, jóvenes y niños han clamado por unas condiciones dignas para los trabajadores andaluces. Para que se respeten los derechos de todas las personas, sean o no inmigrantes, porque “ninguna persona es ilegal”, según defienden. Insistiendo en que no estaban todos, faltaban quienes están presos por sus luchas o quienes como las camareras de piso no tienen la oportunidad ni siquiera de descansar en un día como hoy, las reivindicaciones se han escuchado a voz en grito por todo el centro de Granada.
Defienden que nadie puede ser expulsado de su casa y que los desahucios han de desaparecer, que en un año de pandemia como el que vivimos hay que poner más que nunca en valor el trabajo de todas las personas que están en primera línea y que tienen empleos precarios. Proclamas todas ellas incluidas en una batería de peticiones a los “poderosos” para que tomen nota porque la lucha, como dicen, no se va a detener.
Un caso paradigmático
La manifestación, que ha comenzado sobre las doce del mediodía, ha concluido una hora después en la Plaza del Carmen, sede del Ayuntamiento de Granada. Allí, se ha leído un manifiesto que recoge todas y cada una de las reclamaciones que tienen estos colectivos que se han dado cita. Entre ellos, el Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT), Kellys Unión Granada o Nación Andaluza. Precisamente una de las delegadas del SAT granadino, Vanesa Sánchez, ha sido la encargada de leer el documento que firman todas las asociaciones de la marcha por la dignidad.
Su caso es paradigmático, dicen, de lo que supone la lucha organizada por los derechos. La mujer fue despedida de forma irregular, como acaba de reconocer la justicia, cuando trabajaba limpiando en la Delegación de Turismo de la Junta de Andalucía en Granada aprovechando el cambio de sede de la institución. Tras años reclamando su situación con movilizaciones y apoyo sindical, un juzgado ha acabado por darle la razón. Por eso, ha querido poner en valor la importancia de no dejar de reclamar lo que se cree justo.
Anunciando que la lucha se hace en la calle y que no nos dejemos engañar cuando nos dicen lo contrario, también han recordado que el próximo 8M habrá que salir a las calles para reivindicar el feminismo. A pesar de que hay cierta polémica sobre si es conveniente o no que se produzcan este tipo de movilizaciones en plena pandemia del coronavirus.
En cualquier caso, la manifestación de este 28F en Granada se ha saldado sin incidentes y sin que nadie incumpliese los protocolos sanitarios. Dejando ver el hartazgo social, los asistentes a esta marcha de la dignidad han conseguido que al menos los curiosos que se cruzaban con ellos escucharan sus protestas. Con un corolario muy llano y directo pronunciado por uno de los colectivos asistentes sobre la clase política y las grandes corporaciones: “No les importamos una mierda”. Por eso, seguirán haciéndose notar cada vez que puedan.