Sebastián Pérez ya no es presidente del Partido Popular de Granada. Tras más de quince años dirigiendo a los populares granadinos, este viernes ha presentado su dimisión al sentirse arrinconado por la dirección nacional de su partido. En los mentideros políticos de la ciudad siempre se le ha considerado un superviviente porque nada ha podido con su mandato, hasta el punto de que ha sido él quien ha renunciado a la presidencia, aunque no a su acta como concejal.
La renuncia llega después de haber sufrido presiones “brutales”, según ha asegurado él mismo. Dichas presiones procedían de la sede nacional del PP que en los últimos días le estaban obligando a que votase a favor de una propuesta con la que no estaba de acuerdo: que Vox presidiese la comisión de grandes contratos. Aunque finalmente no será así y esa comisión será dirigida por el alcalde de Granada, Luis Salvador (Ciudadanos), Pérez no ha dudado en marcharse no sin antes tachar de “mentiroso” al primer edil.
Las siete vidas políticas de Sebastián Pérez parecen haber llegado a su fin con esta dimisión. Lo que no lograron antes algunos procesos judiciales y las enemistades dentro de su formación, lo ha logrado el peso de las decisiones tomadas desde la cúpula de la calle Génova. De hecho, hace cuatro meses su posición era tan débil en el partido que todo apuntaba a que sería apartado de la presidencia después de que la Justicia apreciase que su candidatura manipuló el proceso de reelección como presidente provincial. Como al final salió vivo del caso, porque el juzgado falló a su favor, desde Madrid se vieron obligados a mantenerle como máximo dirigente. Sobre todo porque restaban semanas para las elecciones generales de noviembre y la formación popular no quería dar imagen de desunión.
Esperado pese a la sorpresa
En Granada se daba por sentado que Sebastián Pérez acabaría fuera de la presidencia del partido más pronto que tarde. Pero nadie se atrevía a dar una fecha. Aislado por los afiliados locales y por los que algún día fueron sus personas de confianza en el PP granadino, Pérez se había quedado sin tabla de salvación desde que en junio perdió la oportunidad de ser alcalde de la ciudad tras haber alcanzado un pacto de investidura con Ciudadanos. Aquel acuerdo fue gestado desde Madrid por Teodoro García Egea, secretario general del PP, y Fran Hervías, su homólogo entonces en los naranjas. Entre los dos le dejaron fuera del acuerdo y auparon a Luis Salvador, que apenas había logrado 4 concejales por los 7 del PP, para que este fuese elegido alcalde.
Aquella situación fue el desenlace de la primera muerte política de Sebastián. Días antes se había estado gestando el 'pacto del WhatsApp' que evidenciaba que Pérez no contaba con el respaldo de la dirección nacional, que su poder y decisiones eran molestos para Pablo Casado y compañía. Tampoco ayudó que en el Congreso nacional que debía elegir al sustituto de Mariano Rajoy al frente del Partido Popular, Sebastián Pérez apostase por la presidencia de María Dolores de Cospedal. La situación empeoró cuando Juan Manuel Moreno Bonilla, actual presidente de la Junta de Andalucía, apostó por Soraya Sáenz de Santamaría, enemistada con Cospedal, y a los pocos meses logró hacerse con la presidencia del Gobierno andaluz.
Aquella relación de fuerzas dejó en mala situación a Pérez que había visto como Moreno Bonilla salvaba su posición en el partido tras hacerse con la presidencia de la Junta de forma inesperada. Además, en aquellas fechas ya se estaba investigando en los juzgados la supuestas manipulación que Sebastián había hecho del Congreso provincial en el que salió reelegido como máximo dirigente del PP de Granada ante Juan García Montero.
Resurrección y caída
El pasado reciente de Sebastián Pérez no le ha ayudado, aunque hay muchas más aristas que no se deben pasar por alto para entender las razones por las que ha terminado dimitiendo. Siempre aspiró a ser alcalde de Granada y no dudó en crear bandos en el partido a nivel local para derrocar al que fuera alcalde, José Torres Hurtado -detenido en la 'Operación Nazarí'- y a todos los que le apoyasen. Aquellas intrigas palaciegas fueron alejando de su círculo cercano a personas que le habían apoyado y que lo dejaron cada vez más débil en el partido.
Tras el 'pacto del WhatsApp' que le negó la Alcaldía, pasó algunas semanas aislado y sin hacer comentarios ante los medios. Salvo cuando trató de agarrarse a un clavo ardiendo asegurando que Luis Salvador y él habían acordado turnarse como alcaldes a los dos años de mandato. Algo que Salvador nunca confirmó y que en el seno interno del PP siempre molestó. Pero Sebastián lo usó como su último argumento político tratando de ganar tiempo. De hecho, con el inicio del presente curso político, llegó a desafiar a la dirección nacional de su partido asegurando que le estaban dejando solo.
Pero aquello no fue más que una raya en el océano. En Madrid no estaban dispuestos a seguir haciéndole caso y su papel como primer teniente de alcalde de Granada pasó a un segundo plano, siendo apenas testimonial. Su último logro fue colocar a José Robles como senador, cuando pocos en Granada apostaban por él. Fue su último acto de servicio como presidente. Ahora que ha dimitido, queda por ver qué hará con el PP. Fuentes internas de su partido creen que lleva semanas buscando el favor del PSOE para que los socialistas le ayuden a tener un puesto una vez abandone la política.
Mientras tanto, los populares granadinos tendrán que sobrevivir hasta el próximo Congreso provincial con una junta gestora que está por definir. El principal candidato a presidirla es Carlos Rojas por ser un hombre de consenso y actual diputado nacional. Tampoco se descarta al concejal de Economía, Luis González. Pero esa será ya otra historia, la de la vida de los populares granadinos después de década y media con Sebastián Pérez al frente.