En Gobernador, un pequeño pueblo de la comarca de Los Montes (237 habitantes) de Granada, hace una década que nadie utiliza las tizas ni los pupitres del colegio. Una realidad que marca el ritmo de la lenta agonía a la que mueren municipios como este en la España que se vacía. Pese a que la política local ha centrado sus esfuerzos en atraer a familias jóvenes, lo que ha permitido que ya haya 12 niños corriendo por las calles de esta localidad, la escuela rural sigue cerrada. Para reabrirla, los lugareños y su alcalde, Patrociono Ruano (PP), llevan tiempo reclamándoselo a la Junta de Andalucía, que se escuda en que a seis kilómetros tienen el colegio de Torre Cardela.
Seis kilómetros son, por lo tanto, los que separan a Gobernador de un futuro en el que acabe siendo un simple recuerdo. La Junta, en varias reuniones con los alcaldes de Gobernador y Torre-Cardela, insiste en que los niños del municipio están correctamente escolarizados gracias al transporte gratuito que hay entre ambos pueblos. Sin embargo, para muchos de sus habitantes, esta solución no es suficiente. Las familias temen que, sin la reapertura del centro, el pueblo se quede sin futuro.
“Es muy peligroso para los niños tener que viajar a otro pueblo todos los días, sobre todo con el frío que llega. Si tuviésemos colegio aquí, no pasaría”, dice María Ángeles Martínez, madre de una de las niñas de Gobernador que podría ser escolarizada en el pueblo. Para ello, según explica el alcalde Patrocinio Ruano, que también es uno de los padres afectados, bastaría con que la Consejería de Educación destinase a un maestro para que el centro pudiese abrir. No obstante, el colegio cerrado, la falta de servicios y la escasa oferta educativa han empujado a las familias a cuestionar si Gobernador tiene un futuro.
Hace casi una década, en 2015, el colegio de Gobernador cerró. Desde entonces, las familias han tenido que adaptarse a la nueva realidad: enviar a sus hijos a Torre Cardela para dar clase. Lo hacen gracias al transporte gratuito, que consiste en un taxi diario que recoge a los niños a primera hora de la mañana y los trae de vuelta por la tarde, es lo único que garantiza que los pequeños lleguen a clase. “En taxi a diario la Junta debe estar pagando más de 100 euros que darían para contratar a un maestro”, apunta el alcalde de Gobernador.
Otro centro a seis kilómetros
Estos problemas de logística aumentan con la llegada del mal tiempo, según denuncian los padres. El peligro que supone el frío, la lluvia y la nieve que puede caer, hace que la ruta, pese a ser corta, no sea la idónea para niños tan pequeños. En Gobernador, en pleno invierno, el mercurio baja por debajo de los cero grados centígrados.
De ello sabe bien Sara García, madre de dos niños y propietaria de la única tienda del pueblo, que es una de las razones por las que Gobernador ha recuperado parte de la población que un día tuvo. A principios del siglo XXI, esta localidad, que vive de la agricultura y el olivar, se acercaba a los 400 habitantes y ahora se recupera poco a poco por encima de los 240. García no se lo piensa dos veces cuando explica lo que supondría tener el colegio de vuelta: “Sería un alivio no tener que cerrar mi tienda cada vez que uno de ellos se pone malo. Los niños podrían ir caminando al colegio y no tendríamos que depender del coche”.
Pero, a pesar de las dificultades a las que se enfrentan las familias, la respuesta de la Junta sigue siendo la misma. La Delegación de Educación defiende que los alumnos de Gobernador están correctamente ubicados y organizados en los centros cercanos. Además, desde Educación dicen estar estudiando ampliar la oferta educativa en el CEIP Cristo de la Expiración en Torre-Cardela, que es al que van cada día los 12 niños de Gobernador. Pero para sus padres, esto no resuelve el problema de fondo.
“Hay familias que vendrían a vivir a nuestro pueblo si el colegio, que es un servicio básico, estuviese abierto. Tengo conocidos que me lo han dicho”, afirma Patrocinio Ruano, el regidor municipal. Porque el colegio no es solo una cuestión de educación, sino que es el último pilar que queda en un pueblo que, poco a poco y pese a los esfuerzos, se irá vaciando. Algunos padres, como Sara, se han mudado al municipio con la esperanza de que, algún día, Gobernador recupere la vida que un día tuvo. Sin embargo, la escuela cerrada está haciendo mella en el ánimo de muchos.
“Gobernador podría desaparecer”
“Aquí tenemos un futuro muy incierto. Si no conseguimos abrir el colegio, Gobernador podría desaparecer”, asegura María Ángeles Martínez. Para ella, y para muchos otros, la educación es el último vestigio de esperanza para mantener vivo el municipio. En este contexto, la posición de la Junta parece no llegar a calar entre los vecinos. Aunque el transporte escolar parece ser la solución oficial, las familias siguen exigiendo la reapertura del colegio. “Sólo necesitamos un maestro”, recuerda el alcalde. “Reabrir el centro no es solo una cuestión de conveniencia, sino de vida o muerte para el futuro del pueblo”.
Así, Gobernador sigue luchando por su supervivencia. Mientras desde el Gobierno regional argumentan que los niños están bien escolarizados gracias al transporte, los padres sienten que la educación no puede depender de un taxi diario. Sin el colegio, el pueblo perdería la oportunidad de atraer nuevas familias y de consolidar un futuro para los más jóvenes. “La falta de servicios básicos como el colegio hace que las familias jóvenes se vayan. Es la pescadilla que se muerde la cola”, recuerda el alcalde.
“Por mí, mañana mismo cambiábamos los fondos que se utilizan para las obras municipales, para abrir ahora mismo la escuela”. No en vano, la falta de un centro educativo en Gobernador es más que un simple inconveniente, sino que es la prueba de que un pueblo no tiene futuro sin niños, y que su lenta agonía podría prolongarse durante años si no se toma una decisión ahora. Si no se reabre el colegio, Gobernador podría ver cómo su población sigue disminuyendo y su vida se apaga poco a poco.
La pelota está en el tejado de la Junta, pero para las familias de Gobernador el tiempo se acaba. Mientras esperan una respuesta que no llega, el futuro del municipio sigue siendo incierto. La solución es fácil, está en la palabra “maestro” y la repiten casi instintivamente, deseando que algún día se pueda sumar al elenco de trabajadores que hay entre la tendera, el limpiador o el agricultor que pueblan esta localidad granadina. El regreso de la escuela, para muchos, es la única forma de salvar a un pueblo que no quiere dejar de serlo.