El Gobierno de España y la Unión Europea tienen que asumir la “singularidad” de Andalucía, que es la región más seca de Europa pero a la vez es una de las principales potencias agrícolas del continente, y por eso se “nos tiene que compensar”. Con este argumento ha justificado el presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno (PP), el viaje que hará en septiembre a Bruselas para reclamar a la autoridades europeas medidas y ayudas ante la falta de agua, aunque se va a plantar en la capital comunitaria con un antecedente que no juega precisamente a su favor como es la polémica legalización de regadíos en el entorno de Doñana. Pero no es el único: recientemente se aprobaba el plan hidrológico de la demarcación del Tinto, Odiel y Piedras (TOP), en la zona norte de Huelva y la misma de la que tiene que salir el agua para aliviar el acuífero del parque nacional y que ahora directamente prevé duplicar el número de hectáreas que se riegan, uno de los mayores incrementos de regadío previstos en toda Europa.
El presidente andaluz esgrime una y otra vez un informe económico que cifra en siete puntos el hundimiento del PIB y en 140.000 la pérdida de empleos que puede conllevar la sequía en Andalucía, y adoba su razonamiento con la coletilla de que el Gobierno de Pedro Sánchez (PSOE) no ha aportado soluciones en toda la legislatura porque no ha hecho las infraestructuras hídricas que son de su competencia. Es una evidencia que Andalucía sufre el peor periodo seco en décadas, como asimismo lo es que las obras estatales avanzan a un ritmo exasperante para los que las están esperando, pero no deja de ser cuanto menos llamativo que por un lado se lamente la falta de agua mientras por otro no dejan de autorizarse nuevos regadíos. Y todo ello, además, en una demarcación que por primera vez en su historia está aplicando restricciones por la sequía.
Moreno se ha parapetado en su comparecencia en el Parlamento este mismo jueves en que los decretos de sequía que ha ido sacando su Gobierno impiden la concesión de nuevos regadíos, pero una cuestión diferente son los planes hidrológicos, que precisamente recibirán el visto bueno definitivo en cuestión de días tanto del Gobierno central como del andaluz, que es el que tiene las competencias en las cuencas internas. Y en una de ellas, la del Tinto, Odiel y Piedras, su plan hidrológico prevé pasar de las 40.595 hectáreas en riego atendidas por esta demarcación en la actualidad a 74.522 en 2027, un incremento del 83,5%, aunque con unas necesidades de agua todavía mayores: de los 178,22 hectómetros cúbicos al año que se utilizan ahora a más del doble dentro de cuatro años, en concreto 362,06 hectómetros que suponen un aumento del 103%. El documento también apunta una previsión con vistas a 2039, cuando el crecimiento se ralentiza pero no se detiene, ya que para esa fecha se prevé que las hectáreas en regadío pasarán a ser un 15% más con respecto a 2027 que necesitarán un 14,6% adicional de agua.
Más hectáreas de las que hay ahora
Traducidos todos estos números, el plan calcula que de ahora a 2039 entrarán en riego 45.140 hectáreas de cultivos, más incluso que las 40.595 que hay ahora. En cuanto a los requerimientos de recursos, se pasará de los ya apuntados 178,22 hectómetros actuales a 415,23, lo que implica una escalada nada menos que del 237%. Nada más teniendo en cuenta el incremento previsto hasta 2027, estaríamos hablando de uno de los mayores aumentos de regadío autorizados en toda Europa sino el mayor de todos, aunque esta última afirmación sólo podrá verificarse cuando se cierren algunos planes hidrológicos que todavía están pendientes en el ámbito comunitario.
Desde la Consejería de Agricultura se ha justificado este aumento con el argumento de que una parte de estos cultivos en realidad ya se están regando y de que Huelva es una provincia que consideran excedentaria de agua si contase con las infraestructuras necesarias, por lo que todo se fía a la construcción de unos proyectos de competencia estatal que llevan años aprobadas pero sin ejecutar, como la presa de la Coronada, el canal de Trigueros y, sobre todo, el embalse de Alcolea. En este último se empezó a trabajar y se ejecutó hasta el 21% de la obra, hasta que problemas con las empresas constructoras frenaron un proyecto que a día de hoy sigue pendiente de despejar definitivamente las dudas científicas por la presencia de metales pesados en las aguas del río Odiel de las que se alimentará, como consecuencia de la ingente actividad minera que históricamente ha tenido la zona.
Pese a ello, el plan hidrológico especifica que las actuaciones en materia de regadíos con vistas a 2027 “prevén la ejecución y puesta en funcionamiento de la presa de Alcolea y el canal de Trigueros”, que permitirá distribuir el agua desde una presa que, en el proyecto actualmente paralizado, se prevé que tenga una capacidad de 274 hectómetros cúbicos. Sólo a estas dos infraestructuras se vincula la entrada en carga de 23.000 nuevas hectáreas de cultivos.
Argumentos contradictorios
Las previsiones para la demarcación del Tinto, Odiel y Piedras, y de las otras dos cuencas intracomunitarias andaluzas, recibieron hace dos semanas el visto bueno del Consejo Nacional del Agua, un órgano de consulta preceptiva pero que no es ejecutivo. Pocos días después, la vicepresidenta tercera y ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera (PSOE), acudía a Sevilla a inaugurar el Climate Action Sevilla Summit, lo que aprovechó para volver a cargar contra el Gobierno andaluz a cuenta de Doñana. Pero esta vez añadió el argumento adicional de la aprobación de este plan hidrológico, llamando la atención sobre el contundente incremento en la superficie regable que prevé, “precisamente cuando Andalucía está diciendo que quizás es la región con más problemas de agua y de sequía de toda Europa”. Ribera no tiene datos para confirmar que esta afirmación sea tal y como asegura Juan Manuel Moreno, aunque sí contrastaba este aumento de regadíos con que “desde luego es una comunidad autónoma en la que la gestión del agua es particularmente importante y sensible”.
Si el propio Gobierno central alerta de que hay un aumento tan considerable en las previsiones de riego, ¿por qué el plan pasa todos los trámites sin problemas? “El Consejo Nacional del Agua es un órgano consultivo y el Gobierno central no puede frenarlo porque las competencias son de la Junta de Andalucía”, explica Rafael Seiz, coordinador de Política del Programa de Aguas de la organización ambiental WWF, que incide en que “un plan puede no ser coherente y ser malo, pero otra cosa es que sea ilegal”. “Se entiende que una administración obra de buena fe” y que, en el caso del Gobierno andaluz, asume que cuenta con los recursos hídricos suficientes para atender estas demandas, así que, “salvo incumplimiento flagrante de la Ley de Aguas, el Ministerio no tiene poder para vetar estos planes”.
Llamar la atención de Europa
Otra cosa es que desde la misma WWF están dispuestos a que este importante aumento de regadíos –“uno de los crecimientos más grandes en toda Europa”, confirma Seiz– no pase desapercibido a ojos de la Comisión Europea, a la que España manda ahora los planes hidrológicos una vez aprobados. “Nosotros vamos a alertar y a pedir un seguimiento específico del Tinto, Odiel y Piedras”, confirma, con la esperanza de que sea uno de los que audite la administración comunitaria, que hace una selección para supervisar en corto ciertos planes.
“Para Europa puede ser llamativo que crezca tanto el regadío en una cuenca de una comunidad que se declara con muchos problemas de agua”, prosigue Seiz, especialmente cuando estos cultivos dependen de unas obras que en ningún caso son competencia de la propia administración que los avala, incluyendo nuevos bombeos (la estación Bocachanza II) de un río, el Chanza, de competencia compartida con Portugal y del que en teoría sólo se puede tirar en periodo de sequía. “No es coherente prever el doble de recursos cuando el crecimiento se basa en exportar agua”, todo ello además con un cambio climático que provoca periodos cada vez más secos y calurosos.