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La ciencia, y no sólo la NASA, insiste en cascada: la situación de Doñana es crítica y la ley de regadíos puede ser el remate

La laguna de Santa Olalla llegó a secarse por completo el año pasado.

Antonio Morente

30 de junio de 2023 20:52 h

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Doñana atraviesa uno de los momentos más críticos de su historia. La sequía, el aumento de temperaturas, la sobreexplotación del acuífero y la presión agrícola y turística por el agua, entre otros factores, conforman un cóctel dramático para un paraje que, encima, se enfrenta a la amenaza añadida que supone la ley para la legalización de cultivos en su entorno que se tramita en el Parlamento andaluz (y a la que ahora otra vez se le ha echado el freno hasta después de las elecciones del 23J). La voz de la comunidad científica es una de las que más está elevando el tono para alertar sobre lo que está ocurriendo, lo que en las últimas semanas ha tenido su reflejo en la publicación de varios artículos en revistas de referencia internacional, como el que ha tenido tanta trascendencia gracias a que la mismísima NASA, la Administración Espacial de EEUU, lo ha analizado y difundido.

La investigación más reciente vio la luz hace escasos días en la prestigiosa Nature Water, y tiene un título bastante explícito: Cómo el humedal más icónico de Europa puede acabar liquidado por una ley para el de cultivo de fresas. “Doñana es una de las áreas protegidas más icónicas de Europa, pero ha estado degradándose durante décadas. Un reciente proyecto de ley que legaliza la ocupación ilegal de terreno para el cultivo intensivo de fresa en sus alrededores corre el riesgo de devastarla por completo”, afirman los autores, Luis Santamaría, de la Estación Biológica de Doñana, y Julia Martín Ortega, de la Universidad de Leeds.

El análisis reitera mensajes que se acumulan sobre este paraje, como que la rápida intensificación de la agricultura y el turismo en sus alrededores, el pastoreo excesivo e incendios forestales “recurrentes” se han unido para provocar “una profunda escasez y contaminación de las aguas superficiales y la sobreexplotación de las aguas subterráneas”. Y aunque el entorno conserva una “biodiversidad excepcional”, sí se pone el dedo en la llaga de que, si no se toman medidas efectivas, “estamos a las puertas de la pérdida completa de su valor de conservación”.

“El golpe definitivo a este espacio icónico”

Por eso, el estudio es especialmente duro con la ley de PP y Vox, al que reprocha que, incluso si no consigue conceder más derechos de riego, “alimenta la peligrosa narrativa de polarización entre agricultura y conservación que está ganando terreno en Europa en los últimos años”. Además de recordar que la proposición de ley ha recibido una fuerte oposición de científicos y conservacionistas “y ha provocado un enfrentamiento sin precedentes con la Comisión Europea”, se lamenta que su combinación “con otras políticas erróneas” compromete los esfuerzos realizados para asegurar la supervivencia a largo plazo de Doñana, “pudiendo asestar el golpe definitivo a este espacio icónico”. “Sólo podemos esperar que las reacciones en contra de su aprobación marquen un punto de inflexión que desencadene una nueva era de políticas de planificación y conservación valientes y basadas en pruebas”, concluye.

Una segunda investigación, en este caso depositada en Digital CSIC y en proceso de revisión para su publicación en la revista Wetlands, viene a ser la respuesta de un nutrido grupo de nada menos que 20 científicos a un artículo previo que provocó bastante revuelo entre los investigadores que trabajan habitualmente sobre el terreno ya en el que se concluía que no había evidencias contundentes para responsabilizar a la agricultura de frutos rojos de la mala situación del acuífero. El título de esta nueva publicación con la que se replica es ya en sí toda una declaración de intenciones: La extracción de agua subterránea ha causado un gran daño ecológico al sitio del Patrimonio Mundial de Doñana.

El documento señala que los autores de aquel trabajo (con Michael Acreman, de Centro de Ecología e Hidrología de Wallingford, en Reino Unido, como firma principal) “involucraron a pocos científicos locales, utilizaron una metodología cuestionable en la selección y participación de las partes interesadas, utilizaron un marco conceptual defectuoso y una revisión bibliográfica incompleta”. “Pasaron por alto o malinterpretaron la evidencia clave y subestimaron los impactos que la extracción para el riego de frutos rojos (principalmente fresas), arroz y otros cultivos han tenido en Doñana y su biodiversidad”, con lo que “concluyeron erróneamente que no hay evidencia de impactos en el ecosistema” de lagunas.

“Se necesitan medidas urgentes”

En clara contradicción con estas conclusiones, los autores del nuevo informe señalan que “existe una fuerte evidencia científica de que la extracción de agua subterránea ya ha causado un daño ecológico importante a Doñana, y que este daño está aumentando con el tiempo”. El método utilizado, a su juicio, fue “incompleto y mal aplicado” fruto de la complejidad de un entorno como el de Doñana, donde insisten en que “se necesitan medidas urgentes para reducir sustancialmente los niveles de extracción de agua subterránea para la agricultura y el turismo”.

En sus conclusiones, los autores no ahorran reproches, insistiendo en la necesidad de “ser más inclusivos, rigurosos y transparentes” e incluir literatura científica “que no está escrita en inglés”. Además de reivindicar también la participación de investigadores que conozcan el terreno, se llega a apuntar que se utilizan verificadores con conflictos de intereses, y en este sentido proponen “excluir a los responsables de administrar las áreas protegidas o su suministro de agua.

Por último, el trabajo al que le ha dado tanta visibilidad la NASA lo firman tres investigadores de la Estación Biológica de Doñana, se publicó en ScienceDirect y se centra en repasar 442 imágenes del satélite Landsat tomadas durante 34 años, entre 1985 y 2018. Las conclusiones entroncan con las de otros estudios anteriores y lo que los científicos vienen denunciando desde hace años: la sequía, el turismo (Matalascañas) y el cultivo de fresas están devorando el agua del acuífero y secando este paraje natural. De las 316 lagunas monitorizadas por satélite, el 59% “pueden considerarse desecadas, ya que no se inundaron como mínimo desde 2013”, y más del 80% “están experimentando anomalías negativas de inundación, estando muchas de ellas ahora cubiertas por vegetación terrestre”.

La investigación reitera que la situación pone en peligro “una biodiversidad única en Europa”, lamenta el “declive” del paisaje acuático del entorno e insta a la puesta en marcha de “medidas urgentes de gestión”. De paso, no olvida lanzar una puya contra la ley para legalizar regadíos de PP y Vox, que considera “contraria a la intención de restaurar la hidrología del acuífero de Doñana”. Con esta norma, apostilla, “las amenazas a los humedales de Doñana persisten”.

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