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Arts & Data

La ciencia y el arte hace tiempo que se plantearon que su misión no se agotaba en los laboratorios ni en las galerías y museos. Bien por buscar legitimación, por recabar apoyos sociales, o porque la utilidad social ha ganado importancia en los objetivos de ambas, lo cierto es que una y otra ocupan los espacios públicos, los medios, ensayan nuevos formatos, salen de los límites institucionalizados para dirigirse a la ciudadanía en sus territorios. Pero a veces están yendo más allá, probablemente del arte ha tomado la ciencia la vocación de “realidad”, el intento no solo de divulgar sino también el de suceder, ocurrir aunque sea limitadamente en estos encuentros con la ciudadanía, particularmente en el caso de las ciencias sociales y humanas.

Como decíamos, estas experiencias no se conforman con alterar formatos, espacios, públicos, sino que que asumen las acciones como un compendio de creación, divulgación y participación, con pesos desiguales de las tres dimensiones, pero con un carácter único que las emparenta con el arte in situ, los live action, el site specificity, o la performance.

Reinterpretaciones de datos científicos por creadores, iniciativas en las que la generación de resultados, su reinterpretación y divulgación ocurren en tiempo real (reforzando su carácter de acción en el tiempo y el lugar), transferencias de lenguajes con el arte, y vocación de incidencia en lo social mediante modos de participación ciudadana de mayor exigencia, son las características de esta nueva forma de hacer divulgación científica (quizás algo más que eso) que desborda los espacios más consolidados.

Son muchas los ejemplos que rondan esta nueva frontera y me limitaré a dejar algunas referencias, pistas en torno a las cuales ensayar: difícil encontrar una expresión más poética, un encuentro de creación, tecnología y ciencia mejor que la del andaluz afincado en Berlín Daniel Palacios, un creador de “paisajes de datos” de extraordinaria belleza en las que la representación de lo real toma un nuevo significado.

En la corriente de representación de datos, pero más orientados a lo social, encontramos a Domestic Data Streamer, enhebradores de datos e historias, generadores de nuevos lenguajes para transmitir eficaz y emotivamente la realidad que se esconde tras el aluvión de datos que nos inunda cotidianamente. En la lógica de la reinterpretación, en la que luego abundaremos, citar la experiencia de la Universidad de Córdoba “El arte que ama la ciencia” en 2016, en la que artistas convivían con investigadores en sus laboratorios para generar obra vinculada a esta experiencia.

Otra pista segura es la del arte generativo, una disciplina que entiende la creación no como productora de obra, sino como diseñadora de procedimientos de creación, un algoritmo, un listado de instrucciones que genere variaciones y que pueda ser rediseñado en modos abiertos a la participación. Referir en esta corriente el proyecto “Ciudad Código”, un experimento desarrollado en el marco del Festival de Creación Joven Eutopía 2014 por el colectivo Ciudad Creativa, cuya premisa era crear una obra artística hecha con código creativo, en este caso Processing, que representara la ciudad y que fuese fácilmente modificable por cualquier artista digital.

Por último señalaré experiencias en las que se realizó una acción de investigación social en el marco de una acción de intervención o con fin básicamente divulgativo, aquellos por tanto que se basaron en la participación social y en la transferencia de saberes y conocimientos entre ciudadanía, creadores e investigadores. A esta lógica respondieron los grupos focales desarrollados por Jorge Ruiz en el IESA-CSIC durante la Noche de Los Investigadores de 2014, en los que residentes en Córdoba provenientes de otros territorios reflexionaron sobre la ciudad. Mismo objetivo ha tenido el reciente proyecto Amo/odio Córdoba, de Ciudad Creativa, en este caso a través de una encuesta que está siendo reinterpretada por sociólogos, artistas plásticos y otros creativos.

No conocemos con certeza los fundamentos, pero hay una simetría, una cercanía entre todas estas formas de hacer, el desbordamiento no siempre bien entendido del arte contemporáneo, y las constantes crisis en las que se mueve la acción política en nuestras democracias. Probablemente estamos ante una gramática común, un código aún por descubrir, que solo se desvelará investigando (al modo científico y al modo artístico), haciendo nuevos experimentos que no siempre nos darán las respuestas que esperamos.

La ciencia y el arte hace tiempo que se plantearon que su misión no se agotaba en los laboratorios ni en las galerías y museos. Bien por buscar legitimación, por recabar apoyos sociales, o porque la utilidad social ha ganado importancia en los objetivos de ambas, lo cierto es que una y otra ocupan los espacios públicos, los medios, ensayan nuevos formatos, salen de los límites institucionalizados para dirigirse a la ciudadanía en sus territorios. Pero a veces están yendo más allá, probablemente del arte ha tomado la ciencia la vocación de “realidad”, el intento no solo de divulgar sino también el de suceder, ocurrir aunque sea limitadamente en estos encuentros con la ciudadanía, particularmente en el caso de las ciencias sociales y humanas.

Como decíamos, estas experiencias no se conforman con alterar formatos, espacios, públicos, sino que que asumen las acciones como un compendio de creación, divulgación y participación, con pesos desiguales de las tres dimensiones, pero con un carácter único que las emparenta con el arte in situ, los live action, el site specificity, o la performance.