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Ciencia en el barrio: cultura científica por la igualdad

Delegación del CSIC en Andalucía y Extremadura —
27 de mayo de 2022 08:01 h

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La última Encuesta de percepción social de la ciencia indica que un 13’7% de personas visitan al menos una vez al año un museo de ciencia y que un 10’2% participan en actividades de divulgación. Lo que la encuesta no dice —pero es posible leer entre líneas—es que la mayoría de estas personas ya tiene un interés previo en estas actividades (¡la media de visitas a museos de ciencia es de 3’2 veces al año!)

La encuesta tampoco dice —pero, de nuevo, permite inferir— que muchas de estas personas pertenecen a lo que en comunicación llamamos públicos cautivos: aquellos a quienes no les queda otra que atenderte porque, pongamos, forman parte del alumnado de un instituto (el colectivo que más visita los museos de ciencia y más participa en actividades de divulgación es, sorpresa, el comprendido entre los 15 y los 24 años).

De hecho, los estudios muestran que las actividades de divulgación atraen siempre al mismo tipo de público: con estudios, con interés previo en la ciencia, predominantemente blanco y de posición acomodada. Incluso cuando hablamos de quienes vienen con sus colegios e institutos.

Y es que la experiencia de la gran mayoría de personas que se dedican a la divulgación es que los centros educativos que participan se repiten año tras año. Mismos colegios, mismos uniformes, mismos barrios. Nos gusta que quienes vengan repitan (algo estaremos haciendo bien), pero echamos de menos a quienes aún no han venido.

De hecho, la gran dificultad de la divulgación estriba no tanto en llegar a aquellas personas que no acuden a ferias y actividades (no a todo el mundo tiene por qué gustarle visitar museos científicos en su tiempo de ocio, faltaría más), sino a las que ni siquiera llegan a enterarse de muchas de estas iniciativas. Grupos que se concentran, entre otros lugares, en los barrios más vulnerables de nuestras ciudades. 

Llevando la ciencia al barrio

Ciencia en el Barrio es un proyecto para tratar de cerrar esta brecha. Para llevar la ciencia y la investigación a segmentos de población que, por sus características socioeconómicas, ni participan en ella ni viven en un ambiente propicio para disfrutar de actividades de divulgación. Es decir, a los barrios más vulnerables.

La iniciativa, puesta en marcha por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), se realiza en Madrid desde hace seis años, en los que ha llegado a más de 23.000 personas. La novedad radica en que este año, gracias al apoyo del Ministerio de Ciencia e Innovación, Ciencia en el Barrio se establece en Sevilla, una de las ciudades más desiguales del Estado (según los últimos datos del INE, seis de los quince barrios más pobres de España están en la capital hispalense).  

Ciencia en el Barrio se dirige fundamentalmente a institutos de educación secundaria. Sí, público cautivo, pero un público distinto al que vemos normalmente. Un público al que sus padres no siempre pueden llevar a museos de ciencia los fines de semana. En Madrid, esos institutos están en San Blas, Vallecas, Villaverde, Usera… En Sevilla, en Polígono Sur, San Pablo, Cerro-Amate, Los Pajaritos o La Oliva, entre otros.

A esos institutos, en concreto al alumnado de 4º de la ESO, los investigadores e investigadoras del CSIC llevarán talleres experimentales, conferencias, exposiciones y clubes de lectura; además de organizar —de forma gratuita— visitas guiadas a centros de investigación. ¿Los temas? Desde el funcionamiento del cerebro a catas de chocolate, pasando por las aplicaciones de la luz, la extracción de ADN o el tinte de tejidos siguiendo técnicas medievales. 

Además, a final de curso tienen la oportunidad de compartir lo aprendido con otros centros de la red, de modo que ellos mismos se conviertan en protagonistas de la divulgación. Es la Feria de Ciencia en el Barrio, en la que casi 500 alumnos se convierten por un día en investigadores y divulgadores.  

Y es que Ciencia en el Barrio no trata solamente de aportarles acceso a conocimientos, sino de acercarles un mundo, el de la investigación, que no conocen y que en condiciones normales tienen pocas oportunidades de conocer de la mano de sus familias (no son mis palabras, son de Nuria Delgado, directora del IES madrileño Arcipreste de Hita, y las dice en este vídeo). Se trata de que estén en igualdad de condiciones con sus compañeros de otros barrios. Se trata, al fin, de despertar su curiosidad, hacerles pasar un buen rato y que la ciencia sea también para ellos. 

La última Encuesta de percepción social de la ciencia indica que un 13’7% de personas visitan al menos una vez al año un museo de ciencia y que un 10’2% participan en actividades de divulgación. Lo que la encuesta no dice —pero es posible leer entre líneas—es que la mayoría de estas personas ya tiene un interés previo en estas actividades (¡la media de visitas a museos de ciencia es de 3’2 veces al año!)

La encuesta tampoco dice —pero, de nuevo, permite inferir— que muchas de estas personas pertenecen a lo que en comunicación llamamos públicos cautivos: aquellos a quienes no les queda otra que atenderte porque, pongamos, forman parte del alumnado de un instituto (el colectivo que más visita los museos de ciencia y más participa en actividades de divulgación es, sorpresa, el comprendido entre los 15 y los 24 años).