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Descubrir una posible iglesia de época visigoda no es cosa de un día

Zamora no se tomó en una hora. Realizar aportaciones relevantes en arqueología tampoco es fruto de la casualidad. El reciente hallazgo de un lugar de culto, quizás de época visigoda, es el éxito de varios años de trabajo en un yacimiento que, además, fue señalado por otros investigadores antes que nosotros.

En el año 2018 el equipo Romanarmy.eu (Jesús García Sánchez y José Manuel Costa-García) comenzamos a realizar vuelos con dron sobre el yacimiento de Santa Olalla, una villa romana bajoimperial. Llegamos a la zona buscando mejorar la información existente sobre el lugar y generar una planimetría que apoyase su interpretación. Empleamos drones de diferente tipo para tomar fotografías oblicuas y cenitales hacia finales de la primavera. Este es un momento precioso para los arqueólogos puesto que los cultivos están cambiando de color y se acentúan las diferencias que revelan la existencia de muros que forman estructuras, pozos, fosos, etc. Pero no todo es de color de rosas, nunca mejor dicho.

Hay factores que no podemos controlar, como el cultivo de un año. En 2019, un año excelente para observar contrastes en el cereal, el arrendatario del terreno, decidió plantar camelina –una planta herbácea que parece ser se destina a la fabricación de queroseno-. Por lo tanto, el año 2019, nos quedamos sin fotografías de calidad. Seguimos adelante con nuestra investigación junto con José Manuel Costa, de la USAL, sobre el mundo rural de época romana en el territorio de Segisamo (Sasamón) durante los años siguientes, siempre acompañando el ciclo del cereal con drones y con nuevos sensores que incluyesen otros rangos del espectro electromagnético (EM), como el infrarrojo cercano. Las plantas también reflejan la luz en este rango del EM y esperábamos poder extraer más información con este “cambio de gafas”.

El año 2021 una imagen llamó nuestra atención, junto al cuerpo de la villa localizamos un pequeño edificio exento. Observamos una posible nave rectangular y una cabecera absidiada que nos puso sobre la pista de un lugar de culto. Además, las conversaciones con otros colegas con más pericia que nosotros en este tipo de edificios nos animaban a seguir investigando la zona.

Trabajo en el yacimiento

El año 2022 decidimos recoger por fin la cosecha empleando otro tipo de métodos arqueológicos. Nos desplazamos hasta Olmillos de Sasamón con un georradar de alta resolución del Laboratorio de Mínima Invasión (MINARQLAB), del Instituto de Arqueología, Mérida. Junto con Pedro Trapero, compañero nuestro de la Universidad de Cádiz, conseguimos muy buenos resultados sobre la estructura principal de la villa, pero la planta de esta iglesia se nos resistía. Y es que la prospección geofísica no es un método mágico, solo físico, y depende de muchos factores como el el uso del suelo, humedad, y compactación, así como los propios elementos técnicos del sensor que empleamos (frecuencia, distancia entre sensores, etc.). El año 2023 retomamos el trabajo en el yacimiento, con la ayuda de Stefano De Nisi, doctorando en Ciencias del Patrimonio Cultural por la Universidad de Salento, que durante estos meses ha estado de estancia en el Instituto de Arqueología, Mérida. Finalmente, después de una semana empujando el georradar a través del terreno del yacimiento bajo un calor que solo Carlos Cáceres, emeritense con carné, puede soportar, un día conseguimos buenos datos.

Después de la consabida siesta veraniega, Carlos bajó al comedor de nuestra casa rural en Olmillos de Sasamón con los varios gigas de datos procesados. Nos sentamos a la mesa con un café bien cargado y buscamos entre los datos del georradar una lectura con buena información. Clicamos en una reflexión de energía, que es la forma en la que aparece la información en esta técnica en la pantalla, y tras unos minutos, interminables, de carga, apareció en pantalla la planta perfecta de este edificio.

Interpretaciones e incógnitas

Fue un momento de asombro y euforia repentina. Sorpresa y satisfacción a partes iguales. La planta del edificio aparecía perfectamente delineada, y nos permitía identificar diferentes espacios y dimensiones. Comenzamos a buscar paralelos y sorprendentemente el caso más similar se encontraba a no muchos kilómetros en Santa María de Mijangos, en Merindades. Contábamos además con la información de la excavación, y estudio de esta otra iglesia que fue consagrada en el año 601 por el obispo Asterio de Oca.

Aún quedan muchos pasos para confirmar la interpretación del yacimiento como un lugar de culto paleocristiano. En este momento, quedan muchas incógnitas sobre la cronología de la villa romana y del lugar de culto, sobre la interacción de las élites con el cristianismo o sobre los pobladores visigodos del territorio. A pesar de las numerosas preguntas que se nos abren, y que tendremos que resolver con rigurosidad y método científico, ¿a quién no le va a gustar un edificio de culto paleocristiano de los siglos VI-VII d.C.?

Zamora no se tomó en una hora. Realizar aportaciones relevantes en arqueología tampoco es fruto de la casualidad. El reciente hallazgo de un lugar de culto, quizás de época visigoda, es el éxito de varios años de trabajo en un yacimiento que, además, fue señalado por otros investigadores antes que nosotros.

En el año 2018 el equipo Romanarmy.eu (Jesús García Sánchez y José Manuel Costa-García) comenzamos a realizar vuelos con dron sobre el yacimiento de Santa Olalla, una villa romana bajoimperial. Llegamos a la zona buscando mejorar la información existente sobre el lugar y generar una planimetría que apoyase su interpretación. Empleamos drones de diferente tipo para tomar fotografías oblicuas y cenitales hacia finales de la primavera. Este es un momento precioso para los arqueólogos puesto que los cultivos están cambiando de color y se acentúan las diferencias que revelan la existencia de muros que forman estructuras, pozos, fosos, etc. Pero no todo es de color de rosas, nunca mejor dicho.