El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) cuenta con 24 institutos o centros de investigación -propios o mixtos con otras instituciones- tres centros nacionales adscritos al organismo (IEO, INIA e IGME) y un centro de divulgación, el Museo Casa de la Ciencia de Sevilla. En este espacio divulgativo, las opiniones de los/as autores/as son de exclusiva responsabilidad suya.
Dolor, algo más que un concepto biomédico
El dolor es una sensación que nos afecta a todos, tan universal como la muerte. No hay prácticamente ser humano que a lo largo de su vida se libre de padecer dolor.
Esta condición universal nos podría hacer pensar que el dolor nos iguala a los seres humanos más allá de nuestra nacionalidad, cultura, sexo, edad, condición económica, etc., pero estaríamos completamente equivocados. El dolor es universal y depende del contexto al mismo tiempo. Son tan importantes en su definición los componentes biológicos, como los psicológicos, y por supuesto, los componentes sociales que hacen que el dolor se viva de una manera diferente en distintas sociedades y en distintos grupos sociales.
El dolor depende tanto del contexto que su propia definición ha cambiado a lo largo de la historia, transformándose al mismo ritmo que lo hace la sociedad y la cultura que lo define. Mucho ha cambiado el mundo desde que el ser humano creía que el dolor lo causaban los demonios o espíritus que entraban por los orificios del cuerpo, o que era una prueba del amor o del castigo divino. Actualmente, en la mayor parte de las sociedades, el dolor es algo que hay que controlar y en ocasiones es considerado como una enfermedad en sí mismo.
Actualmente la International Asociation for the Study of Pain (IASP) define el dolor como “una experiencia sensitiva y emocional desagradable asociada a lesión tisular real o potencial o descrita en términos de dicha lesión”, lo cual implica que el dolor está asociado a un elemento biológico, ya sea real o potencial, o que se describe como dolor físico, aunque no sea esta su causa.
Acercándonos al lenguaje común, la definición de dolor toma una doble vertiente que recoge muy bien la Real Academia de la Lengua: 1. dolor como “sensación molesta y aflictiva de una parte del cuerpo por causa interior o exterior” y 2. dolor como un “sentimiento de pena y congoja”. Estas definiciones recogerían los dos elementos que suelen estar presentes cuando se habla de dolor, el dolor físico y el dolor emocional.
Parte de nuestro trabajo se basa en el estudio de las percepciones sociales del dolor según su origen (dolor físico, psicológico y emocional), que confieren al dolor y al doliente de aspectos distintivos que son de gran transcendencia. Así, el dolor si tiene una causa “observable” por el otro es más fácil que se considere legítimo, no es necesario “probarlo”, mientras que si no se ve a simple vista, la carga de la prueba cambia. En estos casos normalmente el sufriente tiene que añadir a su dolor la incomprensión social.
La cultura y la sociedad en la que se vive, junto con las normas, valores, roles, etc., influyen en la forma en que se viven los problemas de salud, entre ellos el dolor. Además, a nivel político, las instituciones y organizaciones gubernamentales influyen en la forma que se visualiza, financia, legitima o deslegitima un problema de salud. Desde la Sociología ponemos el punto de mira en el análisis de las causas sociales y las consecuencias de la salud y la enfermedad en un individuo. Es más que un análisis de la subjetividad de los acontecimientos médicos, sino que incluye una visión social global, entendiendo el dolor como un concepto construido socialmente, en el que intervienen elementos psicológicos, educativos, culturales y sociológicos, y que por tanto requiere de un estudio que analice sus diferentes dimensiones, teniendo en cuenta el contexto social en el que se produce y su percepción subjetiva.
El dolor es un objeto de estudio apasionante sobre el que quedan muchas preguntas por contestar, y desde la Sociología estamos tratando de aportar nuestro granito de arena en el estudio de este complejo fenómeno.
El dolor es una sensación que nos afecta a todos, tan universal como la muerte. No hay prácticamente ser humano que a lo largo de su vida se libre de padecer dolor.
Esta condición universal nos podría hacer pensar que el dolor nos iguala a los seres humanos más allá de nuestra nacionalidad, cultura, sexo, edad, condición económica, etc., pero estaríamos completamente equivocados. El dolor es universal y depende del contexto al mismo tiempo. Son tan importantes en su definición los componentes biológicos, como los psicológicos, y por supuesto, los componentes sociales que hacen que el dolor se viva de una manera diferente en distintas sociedades y en distintos grupos sociales.