El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) cuenta con 24 institutos o centros de investigación -propios o mixtos con otras instituciones- tres centros nacionales adscritos al organismo (IEO, INIA e IGME) y un centro de divulgación, el Museo Casa de la Ciencia de Sevilla. En este espacio divulgativo, las opiniones de los/as autores/as son de exclusiva responsabilidad suya.
Los LED: su impacto social
Se trata de un acto involuntario en la mayoría de las ocasiones pero cada vez que damos la luz en nuestra casa, estamos apreciando distintos casos de innovación según el tipo de bombilla del que dispongamos en nuestro hogar.
Tras muchos años de trabajo, esfuerzo y numerosos errores, Thomas Alva Edison fue el primero en patentar una bombilla incandescente de filamento de carbono. Aunque la historia nos dice que el verdadero inventor fue Joseph Swan, mientras que Edison lo que consiguió fue perfeccionar la bombilla de Swan mejorándola en durabilidad y efectividad lumínica.
En 1962 Nick Holonyak crea el primer led o luz de emisión de diodos. Este tipo de luz presenta numerosas ventajas frente a otros tipos de focos de iluminación. Por una parte, gracias a la emisión de diodos se consigue reducir la toxicidad al no contener mercurio, además de poder conectarse a fuentes de energía alternativa como la solar. Los LED (Light Emiting Diode o en español diodo emisor de luz), presentan una mayor eficiencia y economía.
Las ventajas de las lámparas LED frente al resto de los distintos tipos de bombillas son:
-Durabilidad. A diferencia de las fuentes convencionales de luz, los LEDs no fallan ni se funden. En su lugar, el rendimiento de los LEDs se degrada poco a poco. En caso de estar 12 hrs. al día encendidos, este periodo se traduciría en un periodo de 11 años.
-Mantenimiento. Una bombilla incandescente tiene 1.000 hrs. de vida y una fluorescente cuenta aproximadamente con 9.000. Las 60.000 hrs. del LED reduce los gastos periódicos de mantenimiento y sustitución de lámparas.
-Medio ambiente. El LED es la fuente de luz más ecológica. No contienen gases contaminantes y su consumo es mínimo. Por tanto, contribuyen al ahorro energético.
Posteriormente se sustituyó el carbón por tungsteno (lámparas halógenas), pasando el interior de la ampolla de estar al vacío a estar el interior relleno de un gas halógeno que mejoraba en gran medida su vida útil. La lámpara de tungsteno consumía sólo una tercera parte de la energía requerida por la lámpara de carbón, para alcanzar la misma luminosidad. A pesar de ello, el 85% de la energía es transformada en calor y solo el 15% en luz.
A continuación, surgen las bombillas de bajo consumo fluorescentes. Este tipo de sistema lumínico buscaba hacer uso de la tecnología propia de los fluorescentes pero haciendo uso de bombillas más reducidas, aumentando la producción lumínica y reduciendo el consumo frente a las halógenas, pero con el gran inconveniente de la toxicidad del gas interior, mercurio, lo que la convierte en un residuo.
Se puede apreciar como la evolución siempre ha ido en pos de la obtención de un sistema lumínico más eficiente desde el punto de vista de producción de luz. Por tanto, es factible considerar que se trata de una innovación de producto y concretamente, la primera bombilla sería un producto nuevo y las siguientes de tecnología mejorada.
Innovación: cambio Social
En el momento en el que surgen las bombillas halógenas, de bajo consumo y led, no solo se busca una mayor eficiencia desde el punto de vista de producción, sino también una reducción del consumo. En este punto es en el que entra en juego la necesidad del consumidor, que busca una iluminación que le cueste menos y que a su vez genere menos contaminación al medio ambiente ya que al obtener la misma luz pero con menos potencia, el consumo energético se reduce y por tanto disminuye la generación de energía eléctrica y como consecuencia la contaminación generada por éstas.
Tal y como está planteada la evolución, la aparición de la primera bombilla generó un cambio social ya que permitió al usuario disponer de luz en las casas, pero en el momento en el que llegamos a las bombillas halógenas, de bajo consumo y led, es la innovación la que responde a la necesidad social de tener un producto que consuma menos energía, obteniendo de este modo un beneficio económico y medio ambiental.
¿La innovación responde siempre a una necesidad social?
Todas aquellas innovaciones que tienen su campo de acción sobre el individuo-usuario, se pueden considerar como sociales ya tienden a corregir defectos o satisfacer necesidades de los miembros de la sociedad, o bien porque son reclamadas directamente por ellos, como sucede en los movimientos, llamémoslos, reivindicativos o populares, o porque han sido identificadas por miembros externos y éstos han llegado a la conclusión de que a través de la solución de ese posible problema o necesidad se puede ayudar a la sociedad.
Sin embargo, hay otros tipos de innovaciones, como son las aplicadas a mejoras o cambios de sistemas productivos u organizativos que no atienden tanto a una necesidad social sino más bien un necesidad empresarial.
Se trata de un acto involuntario en la mayoría de las ocasiones pero cada vez que damos la luz en nuestra casa, estamos apreciando distintos casos de innovación según el tipo de bombilla del que dispongamos en nuestro hogar.
Tras muchos años de trabajo, esfuerzo y numerosos errores, Thomas Alva Edison fue el primero en patentar una bombilla incandescente de filamento de carbono. Aunque la historia nos dice que el verdadero inventor fue Joseph Swan, mientras que Edison lo que consiguió fue perfeccionar la bombilla de Swan mejorándola en durabilidad y efectividad lumínica.