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Los microbios de nuestras macetas

Estación Experimental del Zaidín —
16 de marzo de 2023 20:26 h

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A mi madre siempre le han gustado las plantas. Allá por el año 1999, encontró un tallo de una planta abandonada en la basura. Era una vinca (Catharanthus roseus (L.) G.Don), con unas flores rosas muy llamativas. Así que decidió plantar el tallo en una de las macetas de su terraza. Todo fue bien, el tallito agarró y creció hasta convertirse en una planta de tamaño considerable. Fue tan bien, que empezó a extenderse por todas las macetas de la terraza, suponemos que ayudada por el pequeño tamaño de sus semillas y su dispersión por el viento. El grado de homogeneización de la terraza, dominada por su color rosa, llegaba a molestar en comparación con la diversidad que se veía antes de su llegada. Sin embargo, esa magnífica capacidad de dispersión que observamos, de la noche a la mañana, desapareció. La temporada siguiente, sin intervención humana, la presencia de la vinca se redujo considerablemente. Aunque aún aparecía en alguna maceta suelta, no era en más de dos o tres sitios donde una planta adulta aún resistía. ¿Qué pasó? Si aparentemente no cambiaron las condiciones ni de riego, ni de temperatura, ni de abonado de las macetas, ¿qué otras causas podrían explicar la repentina desaparición de esa especie de planta? 

Hoy día se habla mucho de los efectos que los microbios tienen para el funcionamiento de diversos sistemas, desde el cuerpo humano hasta los ecosistemas naturales. En particular, los microbios que habitan el suelo, o los sustratos donde crecen las plantas en nuestras macetas, tienen papeles muy importantes. Por un lado, ayudan a descomponer la materia orgánica que va quedando debido al crecimiento y muerte tanto de animales como de plantas, cuyos nutrientes no podrían ser, de otro modo, aprovechados de nuevo por estas últimas. Existen microorganismos beneficiosos para las plantas, que las ayudan de forma directa en la toma de nutrientes o agua, o las protegen contra enfermedades o plagas. Pero también hay microbios nocivos para el crecimiento vegetal, esos que causan enfermedades. 

Cuando una planta se establece en un sitio determinado, arrancan una serie de procesos que llevan a la planta a cambiar las condiciones del suelo donde está creciendo

Cuando una planta se establece en un sitio determinado, arrancan una serie de procesos que llevan a la planta a cambiar las condiciones del suelo donde está creciendo. Por un lado, desde sus raíces se liberan sustancias que son diferentes dependiendo de la especie de planta. Por otro, la materia orgánica que se genera en forma de raíces que van muriendo o de hojas que van cayendo, hace que el suelo se enriquezca en compuestos que también son diferentes según la especie de planta. Dependiendo de cuales sean esas sustancias, los microbios adaptados a nutrirse de éstas tendrán distintas identidades. Cuando la planta muere, la modificación que queda, en forma de sustancias y especies de microbios, es el llamado legado en el suelo. Y este legado tiene la capacidad de afectar al crecimiento de la siguiente planta que se establezca en ese mismo lugar.  

El cómo el legado afecta a la siguiente generación de plantas depende de muchos factores. Uno de ellos es la acumulación de microbios nocivos, patógenos. Éstos suelen ser bastante específicos. Es decir, tienden a afectar a una especie de planta, pero no a las demás. Cuando una planta crece en un suelo, éste empieza a acumular microbios enemigos de esa planta, cosa que no pasa en los suelos donde otras especies están creciendo, los cuales acumulan enemigos de esas otras especies. Así, si al morir la primera planta, una segunda de la misma especie intenta establecerse en ese sitio, lo encontrará lleno de enemigos naturales y le será más difícil progresar mientras lucha contra las enfermedades. Esto lo saben bien los agricultores. La técnica de rotación, es decir, el no repetir varios años seguidos el mismo cultivo, se hace, entre otras cosas, por esta razón: el no acumular microbios dañinos para esos cultivos. Otra técnica, el barbecho, que se basa en dejar descansar la parcela cultivada durante un tiempo, también atenúa esos efectos de acumulación de patógenos.

En el caso de la vinca en la terraza de mi madre, ésta es una explicación totalmente plausible para el proceso que vimos. La vinca llegó de nuevas y empezó a extenderse sin encontrar enemigos en las macetas. Sin embargo, con el paso del tiempo, las macetas empezaron a acumular microbios contra los que les era más difícil luchar, aquellos que estaban adaptados a infectar específicamente a las vincas. Este fenómeno ayudó a controlar la población de la vinca que, en otras circunstancias, habría ido desplazando al resto de plantas con quienes compartían maceta. Igual que pasó en la terraza, este tipo de procesos contribuyen a mantener la diversidad vegetal que vemos en los bosques en general y de forma particular en los mediterráneos. Dentro de uno de los subproyectos del proyecto SUMHAL, nuestro trabajo se centra en la investigación de las relaciones entre plantas, donde los efectos mediados por el suelo y su microbioma toman especial relevancia. Entre las tareas que llevamos a cabo están el inventario de las relaciones planta-planta y la catalogación de los microorganismos que encontramos asociados con ellas mismas para intentar entender las dinámicas que dirigen la diversidad vegetal de los bosques mediterráneos. 

El proyecto SUMHAL se encuentra financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación de España, a través de los Fondos Europeos de Desarrollo Regional (FEDER) [SUMHAL, LIFEWATCH-2019-09-CSIC-4, POPE 2014-2020]

A mi madre siempre le han gustado las plantas. Allá por el año 1999, encontró un tallo de una planta abandonada en la basura. Era una vinca (Catharanthus roseus (L.) G.Don), con unas flores rosas muy llamativas. Así que decidió plantar el tallo en una de las macetas de su terraza. Todo fue bien, el tallito agarró y creció hasta convertirse en una planta de tamaño considerable. Fue tan bien, que empezó a extenderse por todas las macetas de la terraza, suponemos que ayudada por el pequeño tamaño de sus semillas y su dispersión por el viento. El grado de homogeneización de la terraza, dominada por su color rosa, llegaba a molestar en comparación con la diversidad que se veía antes de su llegada. Sin embargo, esa magnífica capacidad de dispersión que observamos, de la noche a la mañana, desapareció. La temporada siguiente, sin intervención humana, la presencia de la vinca se redujo considerablemente. Aunque aún aparecía en alguna maceta suelta, no era en más de dos o tres sitios donde una planta adulta aún resistía. ¿Qué pasó? Si aparentemente no cambiaron las condiciones ni de riego, ni de temperatura, ni de abonado de las macetas, ¿qué otras causas podrían explicar la repentina desaparición de esa especie de planta? 

Hoy día se habla mucho de los efectos que los microbios tienen para el funcionamiento de diversos sistemas, desde el cuerpo humano hasta los ecosistemas naturales. En particular, los microbios que habitan el suelo, o los sustratos donde crecen las plantas en nuestras macetas, tienen papeles muy importantes. Por un lado, ayudan a descomponer la materia orgánica que va quedando debido al crecimiento y muerte tanto de animales como de plantas, cuyos nutrientes no podrían ser, de otro modo, aprovechados de nuevo por estas últimas. Existen microorganismos beneficiosos para las plantas, que las ayudan de forma directa en la toma de nutrientes o agua, o las protegen contra enfermedades o plagas. Pero también hay microbios nocivos para el crecimiento vegetal, esos que causan enfermedades.