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Sobre este blog

El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) cuenta con 24 institutos o centros de investigación -propios o mixtos con otras instituciones- tres centros nacionales adscritos al organismo (IEO, INIA e IGME) y un centro de divulgación, el Museo Casa de la Ciencia de Sevilla. En este espacio divulgativo, las opiniones de los/as autores/as son de exclusiva responsabilidad suya.

CIENCIA Y ARTE
Música y danza: ¿Qué puede aportar el arte a la divulgación científica?

Escena de la Obra “Artemia y Odiel”. Ballet de Cámara de Madrid. Coreógrafos Laura Benítez y José Manuel Buzón. Dirección artística Pilar Ordóñez.

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¡Mucho más de lo que imaginas! Y no es nada nuevo. Las Artes han estado vinculadas a la Ciencia desde la Antigüedad. El mismo Aristóteles definía las Artes como el proceso de creación de cosas y conocimiento de un modo racional, a través de métodos y reglas establecidos, para comprender el mundo (Evans 2007). Por otro lado, la razón y el juicio han estado íntimamente asociados a la creación, la imaginación y la inspiración (Zambrano 2016).

Durante siglos, Ciencia y Arte han propiciado el diálogo desde espacios diferentes, pero con métodos y prácticas que han permitido su articulación. ¿Cuándo se perdió la comunicación entre la Ciencia y el Arte? A partir de la Revolución Científica del siglo XVI, la Ciencia ha ido desvinculándose paulatinamente del Arte, en la búsqueda de una identidad propia basada en el método científico. Desde entonces. la Ciencia se ha vuelto sumamente especializada y de muy difícil acceso, tanto en sus contenidos como en sus formatos, para el público en general. Una consecuencia directa es la escasa cultura científica que poseen los ciudadanos desde la etapa escolar. Así lo muestran las encuestas de percepción social de la ciencia y la tecnología de la FECYT (La Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología): más del 35% de los españoles no muestra interés por la ciencia.

Esta realidad contrasta con los datos del SCImago Journal & Country Rank (SJR, índice que mide la calidad científica de una publicación mediante Scopus, la mayor base de datos de artículos científicos del mundo) que sitúan a España entre los países más punteros del mundo en Ciencia e Innovación. España se ha consolidado como la décima potencia mundial en producción de documentos científicos (cerca del 3% de todas las publicaciones del mundo), por delante de países como Australia, Corea del Sur, Rusia y Holanda. ¿Qué está fallando en el diálogo entre científicos y la sociedad? ¿Estamos utilizando los canales adecuados para llegar a la gente?

Los medios tradicionales de divulgación científica (revistas, charlas, festivales de ciencia, etc) no están siendo todo lo eficaces que desearíamos para captar la atención de muchos grupos sociales que, por diversas razones, no se sienten naturalmente atraídos por la ciencia, pero que, sin embargo, sí son sensibles a otro tipo de lenguajes o manifestaciones de otras disciplinas. En este sentido, las Artes Escénicas como la Música y la Danza, tienen un enorme potencial para narrar el proceso creativo del conocimiento y dar a conocer a una amplia audiencia fenómenos complejos de una forma más amable, inclusiva e innovadora, acercando los espacios y prácticas que un día compartieron Ciencia y Arte. 

Explorando nuevos lenguajes para la comunicación científica

En los últimos años han surgido términos como “Comunicación Científica Inclusiva” (Canfield et al. 2020) o “Coreografía de la Ciencia” (Georgieva 2013), que hacen referencia a la interacción íntima entre Ciencia y artes escénicas para explorar nuevos horizontes en la comunicación científica. La idea es utilizar los recursos de las artes escénicas como vehículo para trasmitir de forma novedosa y atractiva el conocimiento científico, sin perder rigor en el mensaje, a un público amplio (incluyendo grupos sociales no necesariamente interesados por la ciencia y personas con discapacidad), contribuyendo a reducir la brecha educacional en diferentes sectores poblacionales.

Prueba del interés creciente en el uso de las artes escénicas en la divulgación científica son iniciativas como “Dance your PhD” (Myers 2012), un evento internacional de gran aceptación patrocinado por la American Association for the Advancement of Science (AAAS) y la revista Science, entre otros; o festivales de danza y ciencia como Xsection, que tratan de acercar los avances científicos más destacados del momento al público en general a través de la música y el movimiento. De hecho, la unión entre Danza y Ciencia se empieza a reconocer como un campo interdisciplinar emergente capaz de responder a los nuevos desafíos en la transmisión del conocimiento y la creación artística.

Por un lado, la danza y la música permiten expresar, de una manera no convencional, conceptos científicos complejos, permitiendo una mirada desde otro ángulo y estimulando el pensamiento innovador (Georgieva 2013). Por ejemplo, Flink y Odde (2012) propusieron el término “bodystorming” para expresar, a través del movimiento humano, procesos difíciles de imaginar, como el movimiento de las moléculas y reacciones en el interior de las células. De esta forma, el lenguaje de la danza se convierte en una herramienta potente de investigación y divulgación científica fomentando el cambio en el pensamiento (Butler 2018).

Por otro lado, la ciencia influye en la forma en la que se aborda la enseñanza y el aprendizaje de la danza (Batson 1996), favoreciendo la exploración de nuevas formas de movimiento e interpretación, y ampliando la manera de entender la construcción escénica. Así, la interacción entre Danza, Música y Ciencia tiene un enorme potencial para forjar nuevos caminos para el diálogo, ofreciendo nuevos paradigmas para una mejor comprensión del mundo y para un mayor alcance en la transmisión del conocimiento, mejorado significativamente su impacto. Sin embargo, a pesar de todo lo anterior, los espacios de encuentro entre las artes escénicas y la Ciencia siguen siendo muy limitados en nuestro País. 

Artemia y Odiel: un proyecto del CSIC y el Instituto Universitario de Danza Alicia Alonso

Un equipo multidisciplinar de científicos de la Estación Biológica de Doñana-CSIC y creadores artísticos/culturales del Instituto Universitario Alicia Alonso, con una destacada trayectoria en los campos de la Música y la Danza, junto con la colaboración de Beatriz Jiménez de Ory, Premio Nacional de Literatura Juvenil 2021, han creado un espectáculo escénico de música y danza para visibilizar los resultados de proyectos de investigación del CSIC financiados con fondos públicos: “Artemia y Odiel”.

Su proceso creativo ha requerido de un diálogo permanente entre el equipo de investigación y el equipo artístico para familiarizar a coreógrafos, músicos y bailarines con el marco conceptual y teórico de la problemática sin perder en ningún momento el rigor del mensaje científico que se pretende transmitir. No existen en España precedentes en el uso de la Danza y la Música en la divulgación científica, pero su validez como herramienta en divulgación está avalada por iniciativas en otros países del mundo, que están consiguiendo una gran repercusión social, potenciando la cultura científica y la educación. Se trata de un enfoque novedoso y atractivo, no sólo en el formato sino a la hora de transmitir el mensaje, centrándose en la escenificación de un caso de extinción real donde los personajes se expresan a través de diferentes disciplinas de la danza: contemporánea, clásica, española y circense.

“Artemia y Odiel” tiene como objetivo sensibilizar a los ciudadanos sobre la pérdida de biodiversidad causado por las invasiones biológicas, acercando a la sociedad algunos de los grandes retos ambientales de nuestro siglo. Por otro lado, persigue crear conciencia entre los investigadores sobre su papel en el fomento de la cultura científica e incentivar el uso del Arte en la divulgación del conocimiento. La obra pretende servir de referente para futuras propuestas científicas que integren la danza y la música en sus estrategias de divulgación. La obra se estrena el 26 de noviembre en el Auditorio Casa Colón de Huelva. ¡Te esperamos!

Bibliografía

- Batson, G. (1996, November). Body alignment: From a mechanical model to a somatic learning one. In Conference Proceeding Congress on Research in Dance (pp. 13-30).

- Butler, L. M. (2018). Dance and mixed-media performance for building scientific understanding and environmental respect. Consilience, (19), 183-195.

- Canfield, K. N., Menezes, S., Matsuda, S. B., Moore, A., Mosley Austin, A. N., Dewsbury, B. M., ... & Taylor, C. (2020). Science communication demands a critical approach that centers inclusion, equity, and intersectionality. Frontiers in Communication, 5, 2.

- Evans, D. (2007). Aristotle on the relation between art and science. In The proceedings of the twenty-first world congress of philosophy (Vol. 10, pp. 21-30).

- Flink, C., & Odde, D. J. (2012). Science+ dance= bodystorming. Trends in cell biology, 22(12), 613-616.

- Georgieva, E. B. (2013). Science Choreography (SC)-Dance and Science in Education, Research, and Performance. Past, Present, and Future of Science-Dance Interactions.

- Myers, N. (2012). Dance your PhD: Embodied animations, body experiments, and the affective entanglements of life science research. Body & Society, 18(1), 151-189.

- Zambrano, M. (2016). La investigación en el arte–la relación arte y ciencia, una introducción. Index, revista de arte contemporáneo, (1), 110 -116.

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El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) cuenta con 24 institutos o centros de investigación -propios o mixtos con otras instituciones- tres centros nacionales adscritos al organismo (IEO, INIA e IGME) y un centro de divulgación, el Museo Casa de la Ciencia de Sevilla. En este espacio divulgativo, las opiniones de los/as autores/as son de exclusiva responsabilidad suya.

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