El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) cuenta con 24 institutos o centros de investigación -propios o mixtos con otras instituciones- tres centros nacionales adscritos al organismo (IEO, INIA e IGME) y un centro de divulgación, el Museo Casa de la Ciencia de Sevilla. En este espacio divulgativo, las opiniones de los/as autores/as son de exclusiva responsabilidad suya.
La escasez y salinidad del agua del Mediterráneo amenazan una agricultura sostenible
En la cuenca mediterránea andaluza, la escasez de lluvias amenaza el abastecimiento de agua necesaria para cubrir todas las necesidades de una población en continuo crecimiento. La falta de lluvias está intensificando y acelerando el impacto medioambiental de la actividad agrícola, induciendo a la sobreexplotación de pozos y acuíferos y provocando graves daños ambientales por salinización de suelos y reservas naturales de agua. Estas agresiones ponen en riesgo el futuro de una agricultura sostenible, y además las políticas de reparación de daños, suponen una carga económica considerable para la sociedad.
La salinidad en el suelo y en el agua de riego reduce la entrada de agua en la planta hasta el punto de llegar a producir deshidratación en las hojas y reducir el tamaño de los frutos. Otros efectos de la salinidad son desequilibrios nutricionales en la planta que provocan podredumbre en los frutos reduciendo la productividad económica de las cosechas. El consumo actual de agua dulce que presenta el sector agrícola es superior al 70% de los recursos hídricos disponibles, por esto desde diversos sectores de la sociedad se demanda cada vez una mayor eficiencia en el uso y gestión del agua.
Nuevos escenarios de cultivo en la producción agrícola: importancia de la biodiversidad contenida en los bancos de germoplasma
Un gran número de variedades hortícolas que se cultivan actualmente presenta una baja eficiencia en el uso del agua. Esta situación es consecuencia de programas de mejora orientados a una alta productividad, que se han desarrollado en condiciones de excesivo riego y fertilización. La agricultura intensiva con un excesivo aporte de recursos ha propiciado en muchos cultivos una pérdida de biodiversidad en caracteres relacionados con la búsqueda y captura del agua como pueden ser raíces más profundas y ramificadas. Los previsibles nuevos escenarios de cultivo, que inducirá el cambio climático, aumentarán la demanda de agua por parte de los cultivos para mantener las tasas de transpiración foliar necesarias para controlar altas temperaturas. Para hacer frente a esta situación es necesario recuperar caracteres perdidos que permitan la exploración de un mayor volumen de suelo en la búsqueda del agua, y que al mismo tiempo eviten la pérdida por lixiviado del agua aportada en el riego.
Es necesario por tanto investigar la biodiversidad que contienen los bancos de germoplasma para recuperar cultivares antiguos que evolucionaron en condiciones adversas para identificar en ellos caracteres que determinen una mayor eficiencia de uso del agua. Por ejemplo una mayor densidad en pelos radicales puede contribuir entre otros factores morfológicos y de anatomía interna a una mayor conductividad hidráulica. Por otra parte, un alto contenido en ceras epicuticulares en la superficie de las hojas y un menor número de estomas podría contribuir a mantener un mayor grado de hidratación en la planta.
El grupo ecofisiología y relaciones hídricas de IHSM-La Mayora lleva estudiando desde hace un tiempo labiodiversidad contenida en su banco de germoplasma de tomate que contiene más de 1100 cultivares, procedentes de diversas regiones geográficas de nuestro país y de otros países y que incluye también variedades silvestres provenientes de los países de origen de este cultivo. Se está generando una gran cantidad de información sobre los procesos clave en la captación, transporte y distribución del agua en las planta. Se han identificado caracteres morfólogicos y fisiológicos en las raíces que determinan su capacidad para capturar el agua y los nutrientes del suelo y por tanto condicionan la cantidad y calidad de la cosecha en este cultivo. Esta información permitirá a los agricultores recuperar el control sobre sus cultivos, utilizando los conocimientos agrarios tradicionales y modernos, para seleccionar aquellos genotipos mejor adaptados a las características edáficas y climáticas de su localidad, sin tener que depender de las variedades que suministran las casas de semillas.
El uso de aguas regeneradas procedentes de depuradoras municipales: un recurso de enorme potencial como complemento de los recursos hídricos tradicionales
Las tendencias actuales de consumo muestran que no habrá suficiente agua para satisfacer la demanda creciente, si no se lleva a cabo un cambio drástico de la forma en que se utiliza, gestiona y reparte este recurso limitado. Las estrategias en el sector agrícola para paliar la escasez de agua pasan por optimizar los sistemas de riego para evitar aportes innecesarios a los cultivos, evitar pérdidas en las canalizaciones o utilizar fuentes alternativas como las aguas regeneradas. Todas estas medidas son necesarias y deben emplearse conjuntamente para garantizar el desarrollo sostenible de la agricultura.
El uso de aguas regeneradas procedentes de depuradoras municipales es un recurso de enorme potencial que está siendo desaprovechado. Por ejemplo, las estaciones depuradoras de los municipios de Vélez-Málaga, Algarrobo y Torrox en el litoral oriental de la provincia de Málaga producen unos 30.000 metros cúbicos de aguas residuales al día, en verano, y unos 20.000 metros cúbicos, en invierno. Este enorme volumen de agua se vierte al mar después de ser tratada, mientras que la falta de agua disponible para el riego supone una limitación para la producción agrícola y la creación de riqueza en la comarca.
La reutilización de las aguas regeneradas para riego agrícola, tiene como principales beneficios, además del aumento de los recursos hídricos disponibles, un importante ahorro de fertilizantes. A través de la reutilización (100%) del agua procedente de las depuradoras, y de la carga de nutrientes que llevan (70%), se puede contribuir a sostenibilidad del sector agrícola y a la preservación del medio ambiente. Estos son los objetivos del proyecto ‘RichWater’, financiado dentro del programa Horizonte 2020, que en Málaga desarrollan la empresa Bioazul en colaboración con el Instituto de Hortofruticultura Subtropical y Mediterránea La Mayora.
El proyecto, quiere ser una plataforma para la sensibilización en el uso de aguas regeneradas, y para ello cuenta también con la colaboración del Ayuntamiento y la Comunidad de Regantes de Algarrobo. En este proyecto la contribución del IHSM-La Mayora es determinar el impacto del agua regenerada con la tecnología desarrollada por Bioazul, sobre las propiedades físico-químicas y biológicas del suelo, así como evaluar el rendimiento agronómico y la calidad de variedades de tomate seleccionadas del banco de germoplasma que posee este instituto.
Aunque la escasez de agua es un problema acuciante en el campo andaluz, aún existe un enorme desconocimiento sobre las ventajas y el potencial que tienen las aguas regeneradas como fuente alternativa que asegure el suministro en épocas de escasez de precipitaciones. Los principales obstáculos para una mayor implementación de este recurso tienen que ver con el desconocimiento y las reticencias en torno al uso de agua regenerada, pero también con la falta de información en aspectos técnicos específicos. Con este proyecto se pretende generar información que garantice una correcta gestión de este recurso hídrico como complemento a los recursos hídricos tradicionales.
En la cuenca mediterránea andaluza, la escasez de lluvias amenaza el abastecimiento de agua necesaria para cubrir todas las necesidades de una población en continuo crecimiento. La falta de lluvias está intensificando y acelerando el impacto medioambiental de la actividad agrícola, induciendo a la sobreexplotación de pozos y acuíferos y provocando graves daños ambientales por salinización de suelos y reservas naturales de agua. Estas agresiones ponen en riesgo el futuro de una agricultura sostenible, y además las políticas de reparación de daños, suponen una carga económica considerable para la sociedad.
La salinidad en el suelo y en el agua de riego reduce la entrada de agua en la planta hasta el punto de llegar a producir deshidratación en las hojas y reducir el tamaño de los frutos. Otros efectos de la salinidad son desequilibrios nutricionales en la planta que provocan podredumbre en los frutos reduciendo la productividad económica de las cosechas. El consumo actual de agua dulce que presenta el sector agrícola es superior al 70% de los recursos hídricos disponibles, por esto desde diversos sectores de la sociedad se demanda cada vez una mayor eficiencia en el uso y gestión del agua.