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A vueltas con la Luna y la Pascua
Acabamos de pasar la primera luna llena de primavera aunque este año solo se haya podido entrever en algunos afortunados lugares y momentos que, como suele ser habitual, han dejado bellas instantáneas de la Semana Santa andaluza. Todos, o casi todos, sabemos que el Domingo de Resurrección, o de Gloria, se consigna anualmente como el primer domingo después del primer plenilunio de primavera. Es una fecha variable, no corresponde a un día del año determinado como la Natividad del Señor, fijada el 25 de diciembre, sino que oscila entre el 22 de marzo y el 25 de abril de cada año. Así, el Domingo de Resurrección de 2038 caerá en la fecha más tardía porque el primer plenilunio posterior al equinoccio de primavera será el domingo 18 de abril y entonces hay que desplazarlo una semana. La última vez que ocurrió en ese día fue en 1943, casi un siglo de diferencia entre ambas.
La designación de esta fecha no solo incumbe a los amantes de la Semana Santa sino que su fijación marca la pauta para las diferentes celebraciones cristianas que también se celebran en fechas variables como la Ascensión, Pentecostés, Santísima Trinidad, Corpus Christi, Sagrado Corazón de Jesús, etc., y, por supuesto, modula, o al menos incide en, el calendario laboral de los países de tradición cristiana.
La Pascua cristiana toma su nombre y celebración de la Pascua judía que a su vez rememora la liberación del pueblo hebreo de la esclavitud en Egipto. Los Evangelios nos dicen que la Pasión de Jesús tuvo lugar poco después de la Pascua judía que se celebra el 14 de Nisán. Un día aparentemente bien definido que podría tener su clara contrapartida en nuestro calendario romano, si no fuera porque ambos calendarios se rigen por diferentes astros: el judaico por la Luna y el gregoriano por el Sol y se desplazan temporalmente uno de otro.
Los meses hebreos comienzan con la luna nueva, de tal forma que el 14 de Nisán estaría siempre cerca, si no coincidente, con la primera luna llena de primavera. Nisán es el primer mes del año hebreo, si nos atenemos al libro del Éxodo, y así se mantiene en el calendario religioso judío.
El establecimiento de un única fecha para la Pascua Florida en todo el orbe cristiano no es fácil. Diferentes comunidades de fieles la celebran en diferentes días dependiendo de la interpretación que hacen de las Escrituras y del tipo de calendario y cálculo astronómico más acendrado en su cultura. Estas discrepancias se han ido limando con el tiempo pero aún persisten algunas.
Cuestión de calendarios
Las comunidades del cercano oriente eran partidarios de celebrarla el 14 de Nisán, es decir, el primer plenilunio de primavera, –estos recibieron el nombre de «catorcenos»–, mientas que los fieles más cercanos al obispo de Roma propugnaban que fuera en domingo, tal como el Nuevo Testamento fechaba la resurrección de Cristo. La controversia comenzó en el siglo II (e. c.) y según vemos parece extenderse hasta nuestros días, al menos en lo referente a la elección de una fecha fija o variable .
A pesar de los claros esfuerzos el debate no se resolvió tras el concilio de Nicea (325 e. c.). Aunque la tradición nos transmite que la frase, «Pascua en el domingo siguiente a la primera luna llena de primavera», se promulgó en este concilio, no consta así en la actas nicenas . Lo que sí parece que se acordó es que cayera en domingo. El propósito de esta elección era separar, en lo posible, la Pascua judía de la Pascua cristiana, y se atribuye al emperador Constantino la inclusión de esta apostilla. Sin embargo, las posteriores compilaciones medievales de las actas del concilio sí incluyeron la famosa frase.
Pero el problema no quedó completamente resuelto con este acuerdo. Alejandría establecía el equinoccio de primavera el 21 de marzo, mientras que Roma, con otra efemérides astronómica, lo fechaba el 18 de marzo. Hubo que esperar al siglo VI para que Dionisio el Exiguo convenciera al Papa de modificar la fecha equinoccial al 21 de marzo. Lo que hoy que se conoce como equinoccio eclesiástico. Bien, otro problema resuelto. Sin embargo, la no aceptación del calendario gregoriano por la iglesia ortodoxa, sigue siendo aún la principal fuente de discrepancia entre las fechas de Pascua de los cristianos, y no es de extrañar la propuesta del Papa Francisco de establecer un día fijo para la celebración del dogma fundamental del cristianismo.
La historia de esta controversia tiene muchos hitos y anécdotas curiosas que ejemplifican el papel tan crucial que juega la adopción de un determinado calendario en los aspectos económicos y culturales de una sociedad.
Cosas de la Luna …, y de los hombres.
Acabamos de pasar la primera luna llena de primavera aunque este año solo se haya podido entrever en algunos afortunados lugares y momentos que, como suele ser habitual, han dejado bellas instantáneas de la Semana Santa andaluza. Todos, o casi todos, sabemos que el Domingo de Resurrección, o de Gloria, se consigna anualmente como el primer domingo después del primer plenilunio de primavera. Es una fecha variable, no corresponde a un día del año determinado como la Natividad del Señor, fijada el 25 de diciembre, sino que oscila entre el 22 de marzo y el 25 de abril de cada año. Así, el Domingo de Resurrección de 2038 caerá en la fecha más tardía porque el primer plenilunio posterior al equinoccio de primavera será el domingo 18 de abril y entonces hay que desplazarlo una semana. La última vez que ocurrió en ese día fue en 1943, casi un siglo de diferencia entre ambas.
La designación de esta fecha no solo incumbe a los amantes de la Semana Santa sino que su fijación marca la pauta para las diferentes celebraciones cristianas que también se celebran en fechas variables como la Ascensión, Pentecostés, Santísima Trinidad, Corpus Christi, Sagrado Corazón de Jesús, etc., y, por supuesto, modula, o al menos incide en, el calendario laboral de los países de tradición cristiana.