El Festival de Cine Africano de Tarifa (FCAT) llega a su 19 edición con la prueba superada de la pandemia y la ambición nunca perdida de ser el festival de referencia y la puerta de entrada para las cinematografías del continente vecino. Un verdadero observatorio de las múltiples realidades que se padecen y se viven más allá del Estrecho de Gibraltar, pero también esa fábrica de sueños en la que los creadores despliegan sus fantasías y sus quimeras.
Algo que se manifiesta muy bien en la retrospectiva estrella del programa que abarca del 27 de mayo al 5 de junio, y que lleva por título Entre la tinta y la pantalla. En ella, el público podrá ver dieciséis títulos basados en obras literarias producidos desde los años 60 hasta hoy, que recorren países como Senegal, Mozambique, Sudáfrica, Mauritania, Burkina Faso, Argelia, Angola, Marruecos y la afrodescendencia cubana.
Del Egipto de Principio y Fin (Abu Seif, 1960), adaptación de una novela del Nobel Naguib Mahfuz, hasta el África subsahariana, donde el pionero senegalés Ousmane Sembène adaptó sus propias novelas, como Le Mandat (1968), del que se presenta la versión recién restaurada. La tradición oral, los mitos y leyendas y la historia africana precolonial se hacen patentes en una adaptación como la de Med Hondo con Sarraounia (1986) de Abdoulaye Mamani, novela inspirada de la reina Sarraounia, que resistió los avances de los expansionistas franceses. Con Sia, le rêve du Python (2001), por su parte, Dani Kouyaté adapta una obra teatral de Moussa Diagana, una suerte de síntesis entre el mito y la historia.
Dentro y fuera
Por su parte, Djibril Diop Mambéty aborda la obra del suizo Fridriech Dürenmatt en La visita de la vieja dama para elaborar una sátira sobre el tema de la venganza y de la corrupción en Hyènes (1992). Asimismo, el cineasta angoleño Mariano Bartolomeu también ha explorado con maestría la cuestión de la domesticación, adaptando en sus cortos Un lugar limpio y bien iluminado (1991) y Quem faz correr o Quim (1991) relatos respectivos de Hemingway y del japonés Kenzaburô Oe que traspuso en contextos diversos, aquel cubano y éste angoleño.
Coincidiendo con la celebración de los 60 años de la independencia de Argelia, el FCAT recordará también a Assia Djebar, que con la colaboración del poeta Malek Alloula, realizó La Zerda ou les chants de l’oubli (1983), en la cual se propone deconstruir la imagen de la Argelia colonial al recuperar las voces despreciadas y reivindicar las tradiciones. EnTahia ya Didou (1971), el escritor Himoud Brahimi coescribe el guión con Mohamed Zinet, ofreciendo uno de los retratos más multifacéticos y singulares de Argel, lejos de la imagen de postal y orientalismo. Más reciente, Maintenant ils peuvent venir (Salim Barhimi, 2015) adaptada de la novela de Arezki Mellal es una crónica de los años negros en Argelia.
Además, los programadores han querido explorar el interés que cineastas de fuera demostraron por la literatura africana a través de dos adaptaciones de autores de los más relevantes del continente. Terra Sonâmbula (2007), de la portuguesa Teresa Prata de la obra del escritor mozambiqueño Mia Couto y Disgrace (2008), adaptación por el australiano Steve Jacobs de la novela del Nobel J.M. Coetzee.
La relación del festival con la literatura también se evidenciará, un año más, con el paseo literario por el casco histórico de Tarifa que servirá para adentrarse en algunos pasajes centrales de Estoy Solo, leídos por su autor en francés (el mauritano Beyrouk) y el editor de la edición en español (Chema Caballero).
Una cineasta libre
Otra de las llamativas secciones de esta edición estará dedicada a las mujeres directoras del celuloide africano, con especial detenimiento en Atteyat al-Abnoudy, considerada la madre del documental egipcio y fallecida hace cuatro años. Sus obras, que retratan las realidades económicas, sociales y políticas de Egipto, han sufrido la censura en varias ocasiones y Atteyat acabó creando su propia productora para poder llevar a cabo sus proyectos en total libertad.
El realismo poético de sus filmes ha inspirado a generaciones de directores de documentales con cortometrajes como Ughniyat touha al hazina (La canción triste de Touha, 1971); Husan Al Tin (Caballo de barro, 1971); Al-Sandwich (El bocadillo, 1975) y Al-Ahlam al-Mumkina (Sueños permitidos, 1983). En ellos retrata desde el proceso básico de la fabricación de ladrillos de barro en las orillas del río Nilo a los artistas callejeros de la capital egipcia, pasando por la vida cotidiana y laboral de los niños de Abnoud, una aldea ubicada 600 kilómetros al sur de El Cairo, o el caso de las madres adolescentes enfrentadas a la injusticia en los años 80.
Las violencias del mundo
Otros focos se pondrán sobre la inclusión dentro de nuestro cine dentro del cine español, en un ciclo organizado junto al colectivo The Black View. Asimismo, la dimensión social del FCAT volverá a ponerse de manifiesto con el programa Salto del eje, mediante el que más de 200 jóvenes entre 14 y 17 años del Campo de Gibraltar recibirán formación sobre creación cinematográfica que se concretará en la elaboración de varios cortometrajes.
En la sección competitiva llamada Hipermetropía concurren este año largometrajes de Ruanda, Túnez Egipto, Haití, Mali, Benín, La Reunión, Etiopía, República Centroafricana, República democrática del Congo y, por primera vez, un filme de Santo Tomé y Príncipe, mientras que la selección competitiva de cortos reúne obras de procedencias, estilos, géneros y temáticas muy variadas, pero que tienen en común el hecho de poner de relieve, de forma directa o más sutilmente, las violencias del mundo: la violencia colonial (Écoutez le battement de nos images, Escuchad el latido de nuestras imágenes, de Audrey & Maxime Jean-Baptiste), de la representación colonial (Kapita, documental de Petna Ndaliko Katondolo) y la resistencia a la dominación colonial (Mangrove School, de Filipa César & Sónia Vaz Borges).
El cartel de la presente edición es obra de la artista italo-senegalesa Maïmouna Guerresi, la película inaugural será Caminar en el agua, de la actriz, productora y directora franco-senegalesa Aïssa Maïga, y la de clausura The gravedigger’s wife (La mujer del sepulturero) de Khadar Ayderus Ahmed, filme somalí presentado en la Semana de la Crítica de Cannes. Como novedad, el nuevo galardón del festival será obra del artista Guillermo Pérez Villalta, que se presentará a los medios hoy mismo en su casa tarifeña.