Hacer de la danza “un movimiento de amor, un movimiento de justicia: la luz de la verdad”. El manifiesto del Día Mundial de la Danza de este año está cargado de poesía. Es lo que les salva. Las mejores balas se disparan en muchas ocasiones desde la belleza de la palabra y, esta vez, apelando a la danza como un “movimiento de amor”. Porque aludir a cuestiones más terrenales, como la necesidad de públicos educados en las artes escénicas, de circuitos profesionalizados de calidad, o de políticas culturales mantenidas en el tiempo y con respeto a la creación, es salirse de la belleza que ha inspirado al bailarín de Samoa Lemi Ponifasio el manifiesto de este año; pero supone darse de bruces con la realidad que rodea al mundo de la danza. Al menos en Andalucía.
Eldiario.es Andalucía ha querido celebrar este día declarado por la Unesco en 1982 como una jornada de celebración de la creación dancística, con los verdaderos protagonistas de un sector, cuanto menos, paradójico: bulle en lo creativo, pero se desangra en su falta de apoyos. Podría ser el resumen de la charla mantenida con cuatro agentes indispensables en el hecho artístico de la danza.
Manuel Cañadas, bailarín malagueño de danza contemporánea con más de media vida en los escenarios y ahora también, dedicado a la formación de los que serán los profesionales del futuro. Adalid de la libertad creativa y nombre fundamental de la escena independiente andaluza.
Eva Yerbabuena. Granadina ya universal. Premio Nacional de Danza, Medalla de Andalucía y, distinciones aparte, una de las más altas representaciones del baile flamenco que Andalucía exporta al mundo. Renovadora del género desde el conocimiento más profundo de la raíz del baile, acaba de estrenar nuevo espectáculo, 'Apariencias'. Pero, huyendo del título de su nueva propuesta, en Eva sólo hay verdad.
María González, programadora. Directora, entre otros, del veterano ciclo Mes de Danza, que nació en Sevilla hace más de 20 años y es hoy en día uno de los festivales más sólidos dedicados a este género en toda Andalucía. No se ha cansado, en todos estos años, de predicar en el desierto institucional, de arrancar voluntades y de reunir talentos. Viene a la cita con su nueva apuesta bajo el brazo: Bailar mi barrio, un programa celebrado en diferentes distritos de la capital hispalense donde han participado personas de entre 12 y 75 años.
Y finalmente, Marta Carrasco. Periodista y verdadero altavoz de la danza desde Andalucía. Más de treinta años después, Carrasco es la referencia de la crítica de danza los medios de nuestra comunidad. Una información tan frágil como necesaria que Marta defiende con la misma pasión con la que los creadores levantan un sector que pide a gritos que los escuchen. O que los vean bailar, porque asegura Marta Carrasco que “a nadie hay que explicarle un movimiento. No hay nada más fácil para difundir un sentimiento”. Ella pelea por cada una de las páginas que le dedica a la danza, “porque en la cultura no hay que rendirse, hay que insistir. Y yo, como periodista, voy a seguir insistiendo”.
Sentados sobre el escenario del Teatro Central de Sevilla –Premio Max a la contribución en las artes escénicas y el único escenario donde pueden verse las propuestas de danza más a la vanguardia de Europa- opina en el mismo sentido María González: “Si nos rendimos, estamos muertos”.
El 'momento Leonardo'
Y es que parecen estar todos de acuerdo en que la danza en Andalucía está viviendo un momento “espectacular” a nivel de creación. “Después de 20 años viéndolos bailar –y señala a Manuel y a Eva-, compruebas que hay una generación en Andalucía en plena madurez pero en un momento biológico aún muy bueno. Yo los llamo jóvenes de 40. Es el momento Miguel Ángel y Leonardo de Andalucía”, asegura Marta Carrasco.
¿Qué falla entonces? “Los flamencos, al menos, es que no tenemos espacios donde bailar en Andalucía, donde mostrarnos”, dice casi con rabia Eva Yerbabuena que, paradójicamente, llena teatros en todo el mundo. “Vienen amigos de fuera preguntando dónde pueden ver flamenco y no sabes dónde llevarlos. Es tristísimo. Te paras a contar y los teatros en Andalucía, dentro de sus programaciones generales, le dedican al flamenco diez días al año mal contados. Ojalá no me muera sin ver un teatro para la danza en Andalucía, con una programación seria y estable”, asegura esta mujer pasional que contagia con su discurso al resto de contertulios.
María González, conocedora de la cara y la cruz de los circuitos escénicos, apostilla: “Andalucía tiene muy buenas infraestructuras, pero sin programación regular. Aquí los proyectos nacen y mueren, no le damos continuidad a casi nada”.
¿Será entonces que no hay público para la danza? Lo niegan categóricamente. “Y este espacio en el que nos encontramos –el Teatro Central- es buena muestra de ello. Todo tiene su evolución y la danza en Andalucía es muy joven, pero ya hay tejido y, sobre todo, público. Un público entusiasta”, asegura Cañadas.
“Pero es todo muy frágil”, protesta María. “Ha habido un intento de creación de público por parte de las instituciones, pero se ha hecho empleando dinero, pero no pensando en estrategias. Todo se emplea siempre a corto plazo y así no se puede crear tejido ni público”.
Eva Yerbabuena tiene opiniones cristalinas a este respecto: “El problema es que todo está politizado. ¡Un artista no tiene por qué trabajar con el miedo de que sea uno u otro el partido que esté gobernando! Nos hemos acostumbrado pero eso, para una sociedad desarrollada que crea en la cultura, es una barbaridad”.
“Es que nos olvidamos de que los artistas comen y duermen, pagan facturas e hipotecas”, ironiza Marta Carrasco. “Y el 21% de IVA es el asesinato del arte… Cuando se ponen a pagar, ¿qué les queda? Embarcarse en una producción nueva muchas veces es un milagro, cuando no un suicidio”, explica la periodista.
Marcharse o pelear desde Andalucía
Aun así, son optimistas, y se resisten a marcharse. “¿Hay que irse?... Desgraciadamente sí, pero mi vida y mi profesión están en Andalucía y quedarse es también muy necesario. No puede huir todo el mundo”, dice tímidamente Manuel Cañadas, que asegura que en nuestra comunidad “se da buena formación para bailarines, pero no hay formación para coreógrafos”.
Pero finaliza Cañadas diciendo: “Esto es hermoso: no me arrepiento”, como si fuera un resumen perfecto de un sentimiento generalizado, el mismo que ha sobrevolado por esta reunión de más de una hora y media de charla apasionada, a ratos encendida, pero nunca instalada en la desidia, ni en la despesperanza: “Yo quiero seguir viendo bailar por un motivo muy sencillo: Me hace feliz”, les dice Marta a los artistas… Y termina María: “Yo seguiré mientras exista esta pasión tan brutal que me rodea”. Así que, ya saben, tenemos danza para rato.