'Lejarragamanía': las 'Cartas a las mujeres de España' ven por fin la luz firmadas por su autora

Alejandro Luque

10 de enero de 2023 20:17 h

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Cuando Cartas a las mujeres de España vio la luz por primera vez en 1916, la publicidad lo pregonó en estos términos: “Libro interesantísimo que deben leer todas las mujeres, porque trata con sinceridad, emoción y amenidad de sus derechos y de sus deberes. Trescientas páginas de buena doctrina”. Cien años después, leído a la luz de los nuevos tiempos, podría suscribirse palabra por palabra, y así lo hacen los lectores que llevan ya agotadas dos ediciones de este volumen en la reedición que el pasado mes de diciembre lanzó la editorial Renacimiento, bajo el cuidado de Juan Aguilera Sastre e Isabel Lizárraga Vizcarra. La primera, por cierto, en la que aparece el nombre de la autora en portada, pues hasta ahora había figurado siempre la firma de su esposo, el empresario teatral (que no autor) Gregorio Martínez Sierra.

La verdad, oculta durante décadas, ha aflorado con fuerza en los últimos años, revelando que la extensa obra atribuida a Gregorio Martínez Sierra –un centenar de títulos que abarcaba desde prosa, ensayo y teatro a libretos para zarzuelas, oratorios y ballets, así como artículos periodísticos– era en realidad obra de su mujer, María de la O Lejárraga, seis años mayor que él. Si las memorias del exilio de ésta, tituladas Gregorio y yo. Medio siglo de colaboración, ya ponían de manifiesto aquella simbiosis –la escritora a la sombra y el hombre de éxito que daba la cara y otorgaba una dimensión pública a los textos de aquella– la exhaustiva biografía que publicó la investigadora Antonina Rodrigo en 1992, María Lejárraga, una mujer en la sombra, terminó de despejar las dudas. Ya no quedó nadie que defendiera la autoría de Martínez Sierra, a lo sumo se apuntaba a una autoría compartida del matrimonio.

Hubieron de pasar algunos años más, sin embargo, para que la actual Lejarragamanía prendiese entre el gran público. El primer hito fue el estreno en 2019 de la obra teatral Firmado Lejárraga, con guion de la escritora Vanessa Montfort, quien poco después llevaría la historia a la novela en La mujer sin nombre. Isabel Lizárraga también convertiría a María en personaje novelesco en Luz ajena. El enigma de María Lejárraga. Y finalmente, el año pasado, la directora Laura Hojman estrenaba el documental A las mujeres de España. María Lejárraga, que ha permitido que esta figura sea conocida por un público insospechadamente amplio, y acumula nominaciones en los principales premios de cine andaluces y españoles: los Feroz, los Forqué, los Carmen, los Asecan y los Goya.     

Cuestión de derechos

Viendo que el eco de Lejárraga derivaba en clamor, la editorial Renacimiento ha reeditado en los últimos tiempos Una mujer por los caminos de España, el Epistolario del exilio y ahora las Cartas a las mujeres de España, si bien el interés por la escritora venía de lejos. “Hace 20 años publicamos la Tragedia de la perra vida y otras diversiones, iniciando la recuperación de esta autora, aunque en aquel primer título apareció con su nombre de casada, María Martínez Sierra”, recuerda la editora Christina Linares. “Fue mi padre, Abelardo Linares, quien insistió en reconocerla con su apellido Lejárraga, y cuando publicamos el libro infantil Viaje de una gota de agua constaban ambos en portada, el de soltera y el de casada”.

La dificultad para reconocer la autoría real de María Lejárraga estriba en una cuestión de derechos. Gregorio Martínez Sierra, que tenía como amante a la primera actriz de su compañía, Catalina Bárcena, acabó teniendo una hija con ésta, con lo que Lejárraga perdía la capacidad de reclamar los beneficios de sus obras. “Hoy los derechos los conservan los herederos de Gregorio, y si bien estos y los herederos de María se llevan bien, por una cuestión legal Gregorio debe seguir apareciendo en portada como coautor. Se sabe que Gregorio era un magnífico editor y un gran director teatral, pero no escribía ni a los amigos, tras su firma está siempre María”.

Este hecho resulta aún más evidente leyendo el contenido de las Cartas a las mujeres de España, de fuerte aliento feminista y basado en dos principios básicos. Uno, según el cual el porvenir es de las mujeres, y el otro, que afirma que “para ser feminista, es decir, partidaria de que la mujer debe pasar su vida lo más feliz posible, haciendo la mayor suma de bien posible, ­siendo lo más útil posible a la Humanidad, gozando con tan perfecta naturalidad como el hombre la plenitud de sus derechos de ser humano, basta haber nacido ‘ser humano’, y, por añadidura, mujer. Las mujeres deben ser feministas, como los militares son militaristas y como los reyes son monárquicos; porque, si no lo son, contradicen la razón misma de su existencia”.

Un acto de justicia

Los responsables de la edición, Isabel Lizárraga y Juan Aguilera, creen que “es un libro esencial dentro de su producción ensayística y feminista, que asienta las bases de lo que más tarde será su doctrina. Es una de las muestras más valiosas de la modernidad de su pensamiento, ejemplo de la labor pedagógica que quiso desarrollar para las mujeres de España. Son la prueba de que siempre fue feminista”, comentan.

“En cuanto al nombre, es un acto de justicia que tiene que extenderse a toda la producción, hasta ahora publicada solamente con el nombre de Gregorio”, agregan. “Es un paso más en el proceso de visibilización de una de las autoras más importantes de la España del siglo XX. Aunque ella, cuando firmó en solitario, lo hizo como María Martínez Sierra, hoy nos parece más adecuado que aparezca su nombre de pila, María de la O Lejárraga”.

La directora sevillana Laura Hojman, que ha apoyado con un texto el lanzamiento de este volumen, considera también “un avance” que el nombre de Lejárraga aparezca en portada, pero sobre todo celebra “que vuelva a las librerías uno de los mejores ensayos feministas que se han escrito, 117 años después. En él, María nos habla de una España que desconocemos, que producía mujeres como la propia autora. Una voz que nos habla de la necesidad de tener un espacio propio antes que Virginia Woolf, de la deconstrucción del amor romántico y de la reivindicación de la alegría y la diversión. Debería ser lectura obligatoria en todas las escuelas”.

Y precisamente, en muchos centros escolares de todo el país están proliferando en los últimos meses, a resultas de los esfuerzos antes citados en el cine, el teatro y la literatura, los homenajes a la escritora. “Es un boom. Noto mucho la necesidad de hacer justicia con María. Especialmente las mujeres la están tomando como símbolo de la reivindicación de nosotras mismas, de nuestro relato y nuestra memoria”.

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