Andalucía tiene sangre negra y africana. Pero arrojó este rastro al cajón del olvido. Los puertos de Sevilla y Cádiz vivieron el apogeo del tráfico de esclavos con los ‘descubrimientos’ del África occidental y de América. Y los negros llenaron las calles quedando para siempre en el trasiego bullicioso de la vida. Aunque tapados por el “racismo histórico”, ocultos, como rescata la naciente colección Los Invisibles de Jesús Cosano.
La primera entrega de la seria está titulada Hechos y cosas de los negros de Sevilla (Editorial Aconcagua). El libro es una crónica “de la población negra de la península Ibérica que durante siglos estuvo presente pero su historia ha sido silenciada, ocultada”. Un relato del que se conoce “poquísimo, solo pequeños detalles”, añade el investigador y productor.
Jesús Cosano lleva más de tres décadas indagando en esta “mirada de los negros”. Con el primer libro de Los Invisibles quiere lograr “la reparación de una injusticia histórica con los negros de Sevilla”. La segunda entrega de la colección hablará “de mujeres negras con relatos importantes de la historia de España”. Ya está en la recta final y verá la luz “en los próximos meses”.
El olvido de la negritud
La apuesta editorial por hacer visibles a los negros esclavos españoles queda relatada en el primer volumen a través de doce capítulos en los que se mezclan realidad y ficción. Con una base archivística rigurosa. “El libro tiene una documentación exhaustiva”, sostiene, que acumula más de un centenar de sorprendentes imágenes ilustrando las páginas.
De ahí, con ese pilar, traza una serie de narraciones en las que son los esclavos los que hablan. Sus quehaceres diarios, qué hacían cuando no los vigilaban los dueños, cuáles eran sus pensamientos, sus preocupaciones, sus sueños. Las historias noveladas transcurren en su mayor parte en el siglo XVI. Excepto el último capítulo, dedicado a Leonor María, mulata clara, que avanza décadas después y la pequeña referencia a los negros de El Pedroso ya entrado el XIX.
Cada capítulo sirve para conocer lugares y personajes de la negritud. Los esclavos capturados por los portugueses y españoles en el continente africano son los protagonistas. Muchos echaron raíces, y sus hijos nacieron, vivieron y murieron en las principales ciudades receptoras del tráfico esclavista: Sevilla, Cádiz, Córdoba, Málaga, Badajoz, Barcelona y Valencia.
“Es la historia de un pueblo desconocido, maltratado y olvidado durante siglos”, según Cosano. Aunque el olvido de la negritud no es una particularidad sevillana ni andaluza. “Es la Andalucía negra, los andaluces negros, es la sangre negra que llevamos dentro y deberíamos estar orgullosos, que fuera una historia rescatada y en toda su dimensión”, explica. “Como hacen en otros países, sin complejos”, continúa, “pero en España se ha extirpado” esa parte del relato. Se trata, en su opinión, de “racismo histórico”.
De Lorca a Camarón y Miles Davis
Los negreros quedan en un segundo plano en Hechos y cosas de los negros de Sevilla. Aparecen, sin embargo, con nombre ilustres de por medio y el aval de una concienzuda investigación. Como Murillo y una curiosa anécdota: “en una de las casas donde vivió bautiza a uno de los hijos de una de sus esclavas negras, apadrinado por un personaje importante, pero el padre del niño no aparece nunca”.
Y el origen de la hermandad de Los Negritos, creada por el cardenal Gonzalo de Mena como un hospital para acoger “a los negros que ya no servían a las casas grandes de la ciudad y los echaban a la calle”. O la Venta de la Negra, río abajo pasando La Puebla del Río: “los documentos nos dicen que era un lugar donde iban señoritos importantes de Sevilla y también mucha prostitución y marineros de los barcos que subían el Guadalquivir desde América o África”.
El autor, en conversación con eldiario.es Andalucía, señala pistas de esta “sangre negra” que localiza también en el flamenco. “Me hice una pregunta: ¿cómo es posible que haya tantas opinones sobre de dónde viene y nadie ponga encima de la mesa a los negros?”, dice Cosano. “Y, ojo, cuando te pones a profundizar, la chacona, el cumbé, la zarabanda… son bailes de negros”.
El rastro africano en el “preflamenco”. O en poetas imbuidos de negritud como Federico García Lorca y el viaje de ida y vuelta con el cubano Gastón Baquero. O en los viajes musicales que unen a Camarón y Miles Davis o a B. B. King y Raimundo Amador. Y en trabajos como los de Santiago Auserón o Raúl Rodríguez. Es la sangre negra y africana que tiene España y que España ignora.