Cuando van a cumplirse 24 años de su muerte, Fernando Quiñones sigue siendo el escritor gaditano más querido. La memoria de este escritor brillante y cercano, piropeado por Jorge Luis Borges y homenajeado por los carnavaleros, sigue viva a través de iniciativas ciudadanas, estudios universitarios y, sobre todo, el recuerdo cariñoso de quienes lo conocieron. Sin embargo, la Fundación que lleva su nombre no pasa por su mejor momento: agotado el tiempo de las vacas gordas, con una nueva Ley de Fundaciones en vigor más exigente y una crisis a la que no se le ve el fin, la Quiñones camina hacia su disolución.
La fundación fue creada en 1999 con sede en Chiclana. En su momento se habló del interés de Teófila Martínez (PP), entonces alcaldesa de Cádiz y buena amiga del escritor, de crear la institución en la capital gaditana. Pero la buena disposición y las rápidas gestiones del historiador chiclanero Domingo Bohórquez convencieron a Quiñones –ya afectado por la enfermedad que acabaría con su vida en 1998– para inclinar la balanza hacia su ciudad natal.
Bohórquez dirigió la recién creada Fundación hasta su inesperado fallecimiento por un infarto mientras conducía, en 2001, lo que motivó que pasara a ocupar la dirección Mauro Quiñones, hijo del escritor. Éste fue el encargado de preparar el traslado del patrimonio del autor de La canción del pirata a la Casa Briones, un palacete neoclásico del siglo XVIII donde hoy se exhibe al público, así como de mantener viva la actividad en torno a su figura. Pero también fue quien alzó las primeras voces de alarma sobre una situación económica que empezaba a ser insostenible: “La Fundación Quiñones se muere por inanición, se muere a pellizcos”, manifestaba en 2013, “pero aún peor que la falta de recursos es la falta de afecto, como aquello que cantaba Rocío Jurado: hace tiempo que no siento nada al hacerlo contigo. Eso es peor aún que el problema con los dineros”.
Traslado frustrado a Cádiz
Cabe recordar que el patronato de la Fundación Quiñones está formado por la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, Diputación de Cádiz, Ayuntamiento de Chiclana, Ayuntamiento de Cádiz, Universidad de Cádiz y la familia del escritor: su viuda, Nadia Consolani, y sus hijos Mauro y Mariela Quiñones. La aportación del Consistorio chiclanero siempre ha sido considerablemente superior a la de las otras instituciones. Y a la larga, insostenible, toda vez que se iba casi en su totalidad en pagar el sueldo del gerente, quedando con muy poco remanente para actividades.
Con la marcha de Mauro Quiñones de la gerencia de la Fundación en 2016, se reabrió la discusión sobre el destino de los fondos. Mariela Quiñones, a quien se invitó a asumir la dirección, declinó el ofrecimiento y solicitó su traslado a Cádiz –“su lugar natural y donde verdaderamente hay demanda social del escritor”“, argumentó–, pero la idea no prosperó. ”A todo esto el Ayuntamiento de Cádiz, tan de izquierdas que es y tan quiñonero, haciendo mutis por el foro. Me reuní con la delegada de cultura, Lola Cazalilla, pero no mostró ninguna intención de asumir el tema; todo lo contrario, se sacudió la mosca“.
La puntilla la puso la nueva Ley de Fundaciones, que obligaba a sacar a concurso la contratación de tres técnicos, lo que triplicaba virtualmente el presupuesto inicial. “Ahora todo está en manos de un interventor, que lleva dos años sin hacer los papeles y sin mover un dedo para que se haga efectiva la disolución con las condiciones de la familia: que la obra de Quiñones se siga moviendo, que los documentos sean digitalizados y que la obra de mi madre salga de los fondos, porque no forma parte del legado del escritor”, añade Mariela.
Así las cosas, en los últimos ejercicios la Fundación ha contado con una aportación del Ayuntamiento de Chiclana de 50.000 euros, sumada a los 5.000 del Ayuntamiento de Cádiz y entre 5.000 y 7.000 de la Diputación de Cádiz, mientras que Junta de Andalucía y Universidad de Cádiz han reducido su aportación a cero.
Marca y procedimiento
“La Fundación iba a tener toda la casa Briones, y al final ha terminado en la parte del ático, la azotea casi, que está hecha polvo y con nidos de murciélagos. Las cartas de Borges se las están comiendo los parásitos”, denuncia la hija del escritor. “Creo que al Ayuntamiento le interesa ir quitándose de encima la fundación, pero no quieren soltar el legado de mi padre. Es como el perro del hortelano. No sé si convocar al patronato serviría de algo para que todo esto se aclare y la situación se desatasque”.
Juan José Téllez, responsable del área municipal de Cultura del Ayuntamiento de Chiclana y buen amigo de Fernando Quiñones, afirma no obstante que la labor del interventor está cumplida desde hace un mes, y que “una vez entregadas las obras solicitadas por la familia del escritor, que estaban en los depósitos del museo municipal y no expuestas al público, se procederá a la disolución de la Fundación, probablemente antes del final de año”, anuncia. “La idea es en todo caso seguir exhibiendo su legado en la Casa Briones, y mantener una línea de trabajo en torno al escritor, y seguir poniendo en valor su figura”.
Téllez, que tiene planificado también un proceso para la digitalización de los fondos del legado Quiñones a fin de hacerlos accesibles a los investigadores, añade que “lo que va a ahorrar el Ayuntamiento con la Fundación, lo va a invertir en actividades. Solo cambia la marca y el procedimiento, pero el compromiso con el escritor y su memoria se mantiene”.