Que en 2020 el Mes de Danza anunciara un año de barbecho, sin que tuviera nada que ver aún la pandemia de la Covid-19, no presagiaba nada bueno. Los peores pronósticos se han confirmado y este año, cuando los amantes de esta disciplina esperaban como cada noviembre la programación de esta cita sevillana, se anuncia su cancelación definitiva. Se pone así fin a 26 años de una aventura que, en palabras de sus responsables, no se ha perdido por falta de interés del público, ni siquiera de las instituciones.
“Hemos visto que había una voluntad política, y que por parte de las instituciones se valoraba positivamente este proyecto, pero necesitábamos rebajar el grado de incertidumbre con el que veníamos trabajando los últimos años”, explica María González, directora del Mes de Danza. “Más allá de la cuantía de las ayudas, nuestra decisión tiene que ver con los procedimientos. Y parece que no hay un modelo que permita poder trabajar con plazos adecuados, con planificación… Me he sentado con el Ayuntamiento y la Junta, y parece que no hay otra manera de hacer las cosas”.
En concreto, se refiere a que “emprendes el proyecto sin saber si la ayuda está concedida o no. Y así es muy difícil saber hacia dónde vas. Hay momentos en que, como gestora cultural, analizas lo que haces y te das cuenta de que solo mueves papeles para arriba y para abajo, y te queda un margen muy pequeño para hacer tu trabajo, que es programar. Y tener que moverte a nivel internacional con compañías y con salas, sin saber si vas a contar con un dinero y cuándo lo vas a tener, supone un estrés inasumible. Le tengo demasiado cariño al Mes de Danza como para someterlo a esa dinámica”.
No es solo presupuesto
González reconoce que en los últimos años había contado incluso con un presupuesto mejorado en un 30 %, hasta llegar a unos 220.000 euros. “La paradoja es que mejoran los números al tiempo que el proyecto se hace insostenible, porque el riesgo se multiplica. No es lo mismo adelantar 50.000 euros que 100.000. Lo primero puedo hacerlo dentro de mis márgenes, pero no puedes estar siempre con las carnes abiertas, sin tener los hilos atados y comprometiéndote con un montón de gente”.
“Ojalá nuestro caso pueda servir para que cambien las estructuras administrativas y se pueda rentabilizar mejor ese dinero público”, agrega la directora. “Yo veo a los gestores muy agotados, hoy es el Mes de Danza y mañana puede ser cualquier otro. Pero el cambio es una utopía a la que no queremos renunciar”.
Antonio Muñoz, delegado de Cultura del Ayuntamiento de Sevilla, reconoce que el Mes de Danza “era una cita obligada en la agenda cultural de la ciudad que ha dejado de celebrarse por iniciativa de los propios promotores”. Según Muñoz, estos “renunciaron a una subvención nominativa que había en el presupuesto y optaron por no seguir celebrándolo. No obstante, la ciudad no está sin programación vinculada a la danza: los teatros Lope de Vega y Maestranza siguen incluyendo en su programación eventos vinculados a esta disciplina artística. Incluso con los propios promotores hemos venido desarrollando el programa Bailar tu Barrio, con los vecinos de diversos distritos, para fomentar la danza. Lo que sí puedo asegurar es que Sevilla tendrá una programación vinculada a la danza contemporánea, y una parte del presupuesto del ICAS estará dedicado a este menester”.
La Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, consultada la semana pasada sobre este particular por elDiario.es Andalucía, no se ha pronunciado hasta la fecha.
Las cosas difíciles
Lo cierto es que el Mes de Danza ha dejado una huella indeleble en el sector. Natalia Jiménez, de la Asociación Andaluza de Danza, lo expresa en estos términos: “Llevo en la memoria un Festival que ha apostado por las creadoras andaluzas. Un festival que con calidad ha ofrecido contexto, soporte técnico, alcance local e internacional y economía al sector. Mes de Danza siempre estuvo a la escucha de las necesidades de las propuestas artísticas para construir el puente idóneo con el público de la ciudad”.
“Llevo viendo hace años en nuestro territorio andaluz la ausencia de un espacio de creación que genere alianzas e intercambio”, agrega Jiménez. “Observo aislamiento entre los elementos que posibilitarían una política cultural. Mecanismos de gestión cultural basados en el regalo, premio, amigo, oportunismo, regalo, premio, enemigo, mendigo-amigo. Intermitencia económica que no permite que podamos vivir de nuestro trabajo sino vivir de nuestros otros trabajos. Una política cultural cómplice de que exista un desequilibrio de estatus social en las reuniones institucionales, sabiendo que en un lado de la mesa hay un sueldo y en el otro, no. Deseo que este dejar ir al Mes de Danza provoque el cambio inmediato y los recursos económicos públicos se distribuyan en beneficio de la creación, formación e investigación escénica. Mi compromiso está en creerlo posible”.
Para Natividad Buil, del Festival Trayectos, “es una noticia triste, muy triste para la danza, primero porque los artistas pierden un espacio de exhibición y un apoyo a sus creaciones, segundo porque la ciudadanía pierde un elemento esencial de conexión con el hecho artístico, y finalmente para el resto de festivales de danza porque perdemos a un festival hermano”, comenta. “Lo desgraciado es que esto es ejemplo de la situación del sector. Un proyecto cultural del siglo XXI reconocido nacional e internacionalmente de gestión impecable, no puede continuar por cuestiones que no tienen que ver ni con la calidad del proyecto ni del trabajo realizado”.
Por último, María González admite que, junto a las trabas expuestas, “está también mi propio agotamiento. Todo lo que recibo son mensajes lamentando la pérdida del Mes, tanto por la ciudadanía como por el sector. Pero lo normal sería que después de 26 años las cosas fueran más fáciles, no más difíciles”.