Nada de fotos. Esa fue la premisa del encuentro con la actriz Valeria Bruni antes de que dijera la primera palabra. Recién llegada de París en su visita express a Sevilla para recoger el Giraldillo de Oro, la directora franco-italiana se presentaba ante la prensa algo despeinada y “sin maquillaje”, como ella mismo se excusó.
Bruni habló así, al natural, de la naturaleza humana retratada en su última obra como realizadora, A young girl in her nineties (Una joven nonagenaria). Con ella se adentra en los abismos del olvido provocado por el alzheimer. No lo hace con pesar, sino acompañada por la danza y el coreógrafo Thierry Thieû Niang. Juntos convierten un “tema tabú” como la vejez en un documental filmado en un geriátrico con pacientes de alzheimer.
“Siempre había soñado con hacer un documental y mi momento llegó cuando el canal Arte me dio un cheque en blanco para hacer lo que quisiera. Thierry me dijo que iba a realizar un taller de danza en un geriátrico, así que me propuse usar ese cheque en blanco para un corto. Sin embargo, cuando llegué, me di cuenta de que tenía que hacer un largometraje”, desglosa la protagonista de Ma Loute (Bruno Dumont), presente en la sección oficial del Seff.
La hermana de Carla Bruni explica que, a pesar de la diferencia de edad, la enfermedad, o el confinamiento en un geriátrico, en seguida se sintió identificada con aquellas personas. “Nos dimos cuenta de que todos estamos en el mismo barco. Me sentía identificada con una mujer que había perdido la memoria y que se quería enamorar. Eso me hacía sentir que todos somos iguales y humanos”.
Bruni dice haber reconocido en el geriátrico una serie de valores universales como el miedo, el amor o la alegría, independientemente de la condición de la persona. “No he tratado de hablar de la memoria a través del cuerpo, sino que parto de una necesidad emocional y orgánica para darle sentido a esta y a todas mis películas”, desentraña.
La actriz ha reconocido que ella trabaja con sus obsesiones, como la danza y, en este caso, la canción I will survive, tema que escuchaba en bucle al atravesar una mala racha y que decidió utilizar en este documental.
Según Thierry Thieû, presente también en el encuentro, “con estas personas, cada día y cada hora varía, porque no se acuerdan de nada: todo es presente para ellas. Blanche (la protagonista de la cinta, que se enamoró de Thierry), me reconocía o no dependiendo del día o la hora. Ha sido complicado, porque hemos tenido que darle su tiempo y su espacio a los pacientes”.
El coreógrafo subraya que “es interesante que se haya tratado un tema tabú como el envejecimiento y cómo vemos a las personas mayores. La alegría es algo que dura un instante, a pesar de que haya circunstancias negativas como la enfermedad o el cansancio”.
Giraldillo de Oro
Valeria Bruni-Tedeschi regresará a París con una miniatura del emblema más reconocible de la ciudad de Sevilla, cuyo festival de cine europeo reconoce, ante todo, su trayectoria como realizadora. Bruni es una artista versátil. No sólo ha sabido situarse a un lado y otro del objetivo, sino que ha tendido algún que otro puente con Hollywood, tras consolidar su carrera europea.
En el viejo continente ha trabajado a las órdenes de directores de la talla de Patrice Chéreau o Claude Chabrol, mientras que en Hollywood fue el mismísimo Steven Spielberg quien le dio un pequeño papel en Múnich. También ha tenido la oportunidad de rodar a las órdenes de un realizador nipón, Nobuhiro Suwa, en Una pareja perfecta.
Antes de acometer su primera incursión en el documental, la turinesa firmo tres películas como directora: Es más fácil para un camello... en 2003, Actrices y el biográfico Un castillo en Italia.