Son historia viva del cine. Los hermanos Taviani, Paolo y Vittorio, llevan más de medio siglo rodando en su Italia natal. Por el camino, se han hecho con Osos, Palmas y Leones de Oro en algunos de los grandes festivales de cine del mundo. Es decir, los europeos. Los Taviani llegan a Sevilla para recibir el Giraldillo de honor del festival y para estrenar, precisamente en el Festival de Cine Europeo, su última película (la 24ª), Una cuestión privada, que se vio por primera vez en el Festival de Toronto, y que ha proyectado el certamen sevillano fuera de competición.
La última gran obra de los octogenarios se estrenó hace cinco años en la Berlinale y terminó llevándose el Oso de Oro. César debe morir era una deliciosa película, a caballo entre la ficción y el documental, en la que unos presidiarios relacionados con la Mafia interpretan Julio César de William Shakespeare.
En esta ocasión, los Taviani han apostado por formas más clásicas. Eso sí, han vuelto a apoyarse en la literatura para contar la historia de un partisano que busca desesperadamente la forma de liberar a su amigo del alma, que ha caído en manos de los fascistas. La cinta parte de la novela homónima de Beppe Fenoglio, el escritor por antonomasia de la II Guerra Mundial y la lucha miliciana. No ha sido la primera vez que los cineastas se inspiran en la literatura universal, como Tolstoi en No estoy solo, Pirandello en Kaos y Tu ríes o Goethe en Las afinidades electivas.
“Fenoglio es el escritor de la resistencia. Había sido partisano y le escribió a su editor diciéndole que quería pasar a la historia como el cantor de la resistencia. Le dijo que estaba escribiendo una historia que tiene lugar durante la resistencia, pero que era una historia de amor. El trasfondo es la resistencia, sí, pero es una historia de la locura de amor de un partisano”, ha explicado este viernes Taviani ante una sala de prensa repleta.
Un Orlando enamorado
En Una cuestión privada, el protagonista se comporta como, en el poema épico renacentista italiano, un “Orlando enamorado y celoso, que corre y se olvida de todo lo que tiene alrededor. No es que quiera salvar a su amigo, es que quiere salvarlo para saber si le ha traicionado con la mujer que amaba. Es una carrera en busca de la verdad”.
¿Se rueda de manera diferente con 50 años de profesión a las espaldas? A sus 86 años (su hermano tiene 88 años y no ha acudido a Sevilla ni ha estado en el último rodaje por problemas de su salud), Paolo asegura que “si no grabamos, no logramos vivir. Yo no me puedo jubilar, porque... ¿Qué hago? ¿Leo? Ya he leído mucho. ¿Veo películas? Ya he visto muchas películas. Trabajaremos hasta que el cuerpo aguante. El plató es, para mí, mi ambiente natural”.
Taviani subraya que “cuando uno es viejo tiene que demostrarse que está vivo y que logra comprender un fragmento de la realidad. Esto es una profesión en la que siempre se trabaja con el mismo oficio. A veces lo logras, otras no. Alguna vez hay desilusiones”. El director de cine ha aludido a Giuseppe Verdi o Miguel Ángel Buonarroti, recordando que consiguieron sus mejores obras siendo octagenarios como ellos: la ópera Falstaff de Verdi o La Piedad de Buonarroti.
“Envidia enorme” por Xavier Dolan
En un arranque de sinceridad, el director italiano ha confesado que siente “una envidia enorme” por el canadiense Xavier Dolan, que atesora dos premios en Cannes y tres César sin tan siquiera haber cumplido los 30 años. “Siento lo que sentía cuando veía películas muy hermosas... una envidia enorme. No lo hago porque no me sale. Yo voy por otro camino”.
El cine de los Taviani, que siempre ha tenido unas fuertes connotaciones políticas, nació cuando florecía en Francia un movimiento intelectualista como la nouvelle vague. “En Italia éramos polémicos, pero la historia que se estaba viviendo, era un momento muy particular. Nosotros hicimos una película, Bajo el signo de escorpión, que era muy revolucionaria y con la que realmente queríamos reinventar el lenguaje (cinematográfico)”.
Por último, el octogenario ha sorprendido con una diatriba a favor de las nuevas tecnologías y las nuevas formas de hacer cine. “Las nuevas tecnologías lo están cambiando todo. Es algo que no me entristece, ya que un joven de hoy en día tiene más suerte que nuestra generación. Nosotros no pudimos hacer muchas películas, porque estaban llenas de fantasía y solo los americanos se lo podían permitir”. En cuanto a las series, ha asegurado que deberían hacer una serie sobre el Corsario Negro, la famosa novela de Salgiari, con la que su padre les hacía llorar de emoción. “Desde hace dos o tres años, pienso que deberíamos hacer una serie como han hecho Steven Spielberg o Martin Scorsese, pero soy muy viejo. Yo haría una serie del Corsario Negro y haríamos los galeones de manera digital, ayudados por la tecnología”, ha sentenciado.