Con una obra que se ha ido conformando poco a poco, poema a poema, libro a libro, José García Obrero, cordobés nacido en Santa Coloma de Gramanet en 1973, se ha hecho un merecido hueco entre lo más granado de la lírica andaluza actual. Títulos como Un dios enfrente, Mi corazón no es un alimento o La piel es periferia –premio Ciudad de Burgos– nos presentan a un atento observador de la vida, a un escrutador de los detalles que nunca se olvida de lo humano.
“Poeta necesario, un hombre sin estridencias ni concesiones, que sin pretenderlo llega hasta las partes más hondas de nuestra existencia” en palabras de Alejandro Simón Partal, su último libro, del que ofrecemos una muestra, lleva por título Tocar arcilla al fondo (La Isla de Siltolá).
Plaza
Resplandece a esta hora la ciudad, la plaza vibra.
Si tuviéramos alas, podríamos apropiarnos
de la luz que devora a los pájaros en vuelo.
Aun así lo intentamos: uno por uno, cada amigo,
sube y desciende a su modo de la nube a la plaza.
Volvemos a la mesa que la llama alimenta
y hundimos a su abrigo la semilla de un bosque.
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La tarde difumina lentamente los rostros.
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Desde un portón se aproxima imparable la gran sombra
y en vez de huir, sabiéndonos unidos, la velamos.
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