Teatro de la Maestranza.
Domingo, 31 de enero. 12.00 horas.
Entradas de 10 a 25 euros en la
Ha pasado casi un año desde que Nobody cares vio la luz pero, como tantos otros proyectos, el nuevo disco de O Sister! vio aplazado indefinidamente su presentación a cuenta de la pandemia. Armados de paciencia y convencidos del valor de este trabajo, los componentes del grupo sevillano han capeado el temporal y, si nada lo remedia, subirán este domingo a las tablas del Teatro de la Maestranza a mediodía para compartirlo al fin con el público.
“Para nosotros es un sueño hecho realidad”, sonríe Paula Padilla, una de las voces de O Sister!, bajo la mascarilla. “Desde que empezamos fantaseábamos con poder actuar en el escenario más importante que hubiera en Sevilla, y el Maestranza siempre salía en nuestras conversaciones. Teníamos la gira diseñada para la primavera pasada y se cayó casi todo, así que ahora nos parece casi un milagro que podamos hacerlo. Cualquier grupo necesita un aliciente en estas circunstancias”.
La fundación del grupo se remonta a 2008, cuando todavía no había estallado en España la moda del swing. “En Berlín y los países escandinavos había movimiento, sobre todo de gente bailando, pero nosotros ya habíamos emprendido nuestro camino, no dependiendo tanto del baile, pero sí entrando y saliendo de él”, comenta el contrabajista Camilo Bosso. “Para nada esperábamos que pegara tan fuerte, aunque tampoco nos extrañó, porque ha conquistado a la gente del mismo modo que nos conquistó a nosotros”.
Con todo, la base musical de O Sister! no se limitaba al swing. “Todos venimos de muchos estilos además del jazz, desde clásica hasta pop, pasando por música española y hasta tonadilla. Hemos hecho de todo un poco, pero esta música es muy potente, y el tema de la improvisación nos tira mucho”, agrega Bosso, quien cree que el secreto de su éxito es precisamente la energía que transmite. “Es una música tan vital y alegre, que arrasó en la década en que nació, en los años 20, en aquel momento de subidón, y luego ayudó a sobrellevar la depresión cuando se pegaron el castañazo”. Y Padilla añade: “Hay un paralelismo entre aquellos años 20 y estos que nos han tocado vivir, y la misma música sigue animando a la gente un siglo después”.
El punto de partida de O Sister! fue rendir homenaje a los grupos femeninos estadounidenses de los años 20 y 30, en especial a las casi olvidadas The Boswell Sisters, pioneras del estilo de tres voces en armonía cerrada que los sevillanos adoptaron como sello en discos como Crazy People (2009), Shout, Sister! (2012) y Spooky Sessions (2014).
Así, por un lado se “empaparon” de esa corriente, y al mismo tiempo “emprendimos un proceso muy lento en el que no queríamos limitarnos a imitar a aquellas bandas y nos preguntamos si podíamos aportar algo. Nuestro primer disco con temas propios, Stompin’ In Joy (2016), surgió después de haber actuado en Nueva Orleans y de sentirnos preparados para dar ese salto a las composiciones originales. Siempre habíamos hecho arreglos vocales e instrumentales, pero esto era otra cosa”, señala Padilla.
“Fuimos invitados a un festival de tributo precisamente a las Boswell Sisters, organizado por descendientes de aquellas artistas y fans del grupo. Hicimos nuestro concierto y gustó mucho”, recuerda Bosso. Aquello fue un marchamo de calidad indiscutible para el grupo, y no tanto, como pudiera creerse, esa sensación de intrusismo que debe de asaltar a los japoneses cuando vienen a España a cantar o tocar flamenco. “En Nueva Orleans están muy acostumbrados a recibir a gente de fuera haciendo jazz, no tienen tantos prejuicios ni un sentido de la propiedad sobre la música. Consideran a todo el mundo al mismo nivel, y así nos lo hicieron sentir”, dice Padilla.
La cantante destaca también lo que tiene el grupo de reivindicación feminista desde sus orígenes. “Empezó como un homenaje a un grupo que seguramente no fue más conocido por estar integrado por mujeres. Las mujeres que se dedicaban a la música de la época estaban siempre a la sombra de los hombres. Las cantantes eran quizá la cara más visible, pero había muchas componiendo y arreglando que no tuvieron el menor reconocimiento. Nosotros quisimos reivindicarlas”, subraya.
Con esta determinación y un bagaje en directo que les ha llevado a rincones como Suecia, Italia, Malasia, Rumanía, Dinamarca y Grecia, emprendieron la grabación de Nobody cares, donde el citado paso por Nueva Orleans se evidencia “pero no solo por el influjo del swing, sino por lo universal que es aquello. Es un melting pot que mezcla todo tipo de gente y de estilos, y eso nos ha hecho pensar que nosotros también tenemos nuestros referentes españoles y europeos, y podíamos sacarle partido”, asevera Bosso. “Eso ha permitido incorporar cosas de ragtime y jazz antiguo junto con otras más cálidas, ritmos latinos, rumba, calipso… Todo muy orgánico, ha ido saliendo de manera muy natural”.
“La diferencia con nuestros primeros trabajos es que como banda ya sabemos que sonamos de una manera determinada”, prosigue Padilla. “Ahora, si nos queremos salir un poco más de nuestro estilo o demostrar otras influencias, ya no es tan arriesgado, sentimos que seguimos siendo reconocibles. Eso lo interpretamos como una forma de consolidación de la banda”.
Y Bosso concluye: “El swing fue la música de aquellos años 20, las de estos la tenemos que escribir nosotros. Y eso pasa por darle a lo que hacemos un aire de ahora, hablando de asuntos de ahora, de nuestra realidad”, apostilla.
Teatro de la Maestranza.
Domingo, 31 de enero. 12.00 horas.
Entradas de 10 a 25 euros en la