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El bagaje del nuevo secretario general de Innovación Cultural andaluz: investigaciones judiciales y gestión opaca

Fernando Francés, en una imagen de archivo

Néstor Cenizo

Cuando Fernando Francés, nuevo Secretario General de Innovación Cultural y Museos de la Junta de Andalucía, firmó el contrato para gestionar durante diez años el Centro de Arte Contemporáneo de Málaga, se comprometió a donar 185.982 fondos bibliográficos y documentales, y a ceder temporalmente otros 132.349. Once años después, y pese a lo concreto de las cifras, no hay rastro de esos fondos, que no cabrían en el espacio donde se ubica el centro.

Fernando Francés llega a su nuevo cargo con un polémico historial al frente del Centro de Arte Contemporáneo de Málaga, que ha dirigido durante dieciséis años. En este tiempo, Francés ha acumulado tres investigaciones judiciales (la relativa a los mosaicos de Invader, abierta; otras dos, archivadas) y denuncias públicas de la oposición por incumplimiento del contrato suscrito con el Ayuntamiento, que le encomendó gestionar un museo público a través de su empresa privada. Las denuncias de la oposición se resumen en una acusación general: ha utilizado su cargo como director de un museo público en beneficio propio y de sus más cercanos.

En estos años, Francés se ha convertido en un gestor muy apreciado por los dirigentes locales del PP. En 2015, su empresa ganó el concurso para la gestión del Museo de la Diputación Provincial, con sede en Antequera, después de que la primera convocatoria quedase desierta. El grupo socialista en Diputación denunció que el pliego del segundo concurso, del que se eliminaron obligaciones del contratista como pagar el teléfono, la limpieza o los catálogos, era un traje a la medida de Francés. La Fiscalía llegó a requerir el expediente a la Diputación Provincial, pero la investigación acabó archivada.

Ahora, Francés asume un cargo de designación política después de más de una década gestionando el CAC y cinco al frente del Museo de Diputación, siempre a través de su empresa. En rueda de prensa, anunció que había vendido todas sus participaciones recientemente.

Grandes figuras en el CAC

Francés es un hombre cercano a Elías Bendodo, que ha dejado la presidencia de la Diputación por la Consejería de Presidencia. La designación como secretario general le llega en el momento idóneo, justo cuando la Diputación está a punto de recuperar la gestión pública de su museo y hay un concurso abierto para la gestión del CAC durante el próximo lustro, con seis empresas en liza, a pesar de que los partidos de la oposición y entidades como el Instituto de Arte Contemporáneo vienen reclamando reiteradamente que el CAC sea de gestión pública.

Con él al frente, el CAC se ha posicionado en el circuito del arte contemporáneo, y ha abierto camino a la nueva imagen de Málaga como ciudad cultural. Por las salas del CAC han pasado obras de grandes figuras, como Ron Mueck, Mark Ryden, Anish Kapoor o Marina Abramovic. En estos 15 años, ha recibido 6,1 millones de visitantes, según sus propios datos. Sin embargo, su gestión está cubierta de sombras, denunciadas en el terreno judicial y en el político.

El nuevo secretario general alegó este jueves que tenía una agenda muy cargada de reuniones y que no podría atender a eldiario.es Andalucía hasta la semana que viene.

La resolución del contrato por el Museo Marítimo del Cantábrico

El nuevo secretario general llegó a Málaga a finales de 2002 para dirigir el recién creado Centro de Arte Contemporáneo, un espacio museístico público en un antiguo mercado de mayoristas junto a la desembocadura del río Guadalmedina. Llegó mientras se acababa de mala manera su relación con la Consejería de Cultura de Cantabria, que años antes le había adjudicado el diseño y el montaje museográfico del Museo Marítimo del Cantábrico.

El Gobierno cántabro resolvió aquel contrato y retuvo los 144.000 euros de aval prestados por Gestión Cultural, alegando “graves incumplimientos” de la empresa de Francés. El Tribunal Superior de Justicia de Cantabria dio la razón a la Administración, pero Francés recurrió al Tribunal Supremo, que anuló la primera resolución por fallos procedimentales. Cuando el TSJ de Cantabria volvió a pronunciarse, en abril de 2013, cambió su criterio, declaró que los incumplimientos de Francés no eran culpables y le devolvió la fianza.

De este modo, nunca hubo sentencia firme de condena a la empresa de Francés, que pudo concurrir nuevamente al concurso para gestionar el CAC. A aquel concurso, celebrado en 2007, tampoco le faltó polémica. Primero, porque coincidió con la primera sentencia del TSJ, que lo condenaba. Pero, sobre todo, porque ignoró la propuesta de Unicaja para gestionar el espacio, lo que abrió un cisma entre el Ayuntamiento y la entidad.

Francés y su empresa fueron los únicos que se presentaron finalmente para gestionar el centro. Ganaron, y el Ayuntamiento ha abonado a Gestión Cultural y Comunicación (la empresa de Francés) 28,6 millones de euros en diez años, a los que deben sumarse los 3.357.410,07 euros tras la prórroga de este último año. Dijo entonces que haría del CAC algo sólo comparable al Museo Reina Sofía.

La gestión del CAC, marcada por la confusión de intereses públicos y privados

La gestión de Francés, que en todo este tiempo no ha abandonado su vinculación con el mercado privado del arte contemporáneo, tiene muchos puntos de confusión entre lo público y lo privado a juicio de la oposición municipal. Hace unas semanas, el grupo municipal Málaga Ahora presentó un informe que traza un completo recorrido por las sombras de la gestión de Francés al frente del CAC y en el que se destaca la laxitud en la justificación de los compromisos que adquirió por contrato.

Gestión Cultural se obligó a prestar actividades culturales y pedagógicas (conferencias, talleres, ciclos…) por un total de 80.800 horas. La conclusión de Málaga Ahora, a la vista de la documentación que obtuvo, es que no se ha alcanzado esa cifra ni de lejos, y que Gestión Cultural y Comunicación ha ofrecido una información justificativa imprecisa, contradictoria o directamente inexistente.

Por ejemplo, la empresa aseguró que había realizado 13.826 actividades en estos diez años, con una inversión total de 307.655 horas, lo que arroja una media de 4,2 actividades diarias si se toma la primera referencia, o diez actividades simultáneas, si se toma la referencia de las horas.

Sin embargo, en las memorias aprobadas sólo se recogen 1.845 actividades (hasta febrero de 2018), muchas de las cuales no están relacionadas con el objeto del contrato. Por ejemplo: se incluyen como actividades del CAC los 14 ensayos del Orfeón universitario, 29 sesiones de yoga o 104 reuniones privadas de la asociación de divorciados y separados, del Partido Popular o de Ciudadanos, entre otros.

En el CAC también se realizaron, y se contabilizaron a efectos de determinar el cumplimiento del contrato, cursos de personal shopper o de alta dirección para secretarias de concejales, según la documentación que manejó Málaga Ahora. De admitirse como válida la cifra de 1.845 actividades, para cumplir el contrato cada una debería haber requerido una media de casi 44 horas.

Sobre la gestión de Francés también pesa la sospecha de que ha beneficiado a sus empresas o las empresas de sus íntimos. Una auditoría encargada por el Ayuntamiento concluyó que no había irregularidades “graves” en la justificación del valor de las obras, aunque algunos fueron justificados sin aportar facturas, como adquisición de obras “por producción”.

En este tiempo, Francés adquirió para el CAC obras de una galería dirigida por su pareja, de empresas vinculadas a él mismo o de empresas de amigos íntimos. También realizó compras a la propia empresa titular del contrato de gestión del CAC, Gestión Cultural y Comunicación.

Málaga Ahora denunció que las compras del CAC “parecen venir determinadas por afinidad e intereses particulares”. El Código Deontológico del Consejo Internacional de Museos (ICOM) señala que los miembros de la profesión museística “no deben participar directa ni indirectamente en el comercio (compra o venta con ánimo de lucro) de bienes del patrimonio cultural y natural”.

MAUS

Sonado fue también el caso del MAUS (Málaga Arte Urbano Soho), un festival de arte urbano en el barrio del CAC. El festival estaba auspiciado por el Ayuntamiento, que lo cofinanciaba con fondos FEDER, y que encargó sus tres ediciones a Sandflowers Art & Culture Advisors, S.L., las dos primeras sin concurso público. Su administradora única era la pareja de Fernando Francés.

El Ayuntamiento alegó que esta empresa contaba en exclusiva con los derechos de los artistas gráficos (Obey, D'Face o Roa, que luego expusieron en el CAC) y de los grupos que actuaron en el festival. Sin embargo, Sandflowers se había inscrito en el Registro Mercantil poco antes de celebrarse la primera edición. Hoy, la empresa ha cambiado de denominación, y está dirigida por su hijo.

Durante estos años, el CAC ha sido denunciado por su opacidad. Según Málaga Ahora, tampoco se ha cumplido la cláusula del pliego que establecía que la comisión de seguimiento se reuniría “al menos una vez al año”, pues sólo consta el acta de seis reuniones, y la última de ellas, de 2014, aún estaría sin aprobar. Suspende todos los indicadores para museos que establece la Fundación Compromiso y Transparencia, en cuyo ránking aparece en uno de los últimos lugares, con una nota global de 3,5 sobre 25.

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