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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Accesos restringidos y puertas cerradas: la Universidad de Málaga se bunkeriza para hacer frente a una huelga de limpieza

La Universidad de Málaga (UMA) ha decidido aislar sus centros para intentar evitar el efecto de las protestas de las trabajadoras de los servicios de limpieza, en huelga indefinida desde el lunes. El personal de vigilancia pide el carné de la universidad a quienes pretenden acceder a las facultades y en algún centro se han cerrado accesos secundarios.

Mientras, los recortes y papel higiénico que han arrojado las propias trabajadoras se acumulan en pasillos y patios. La UMA repite que la huelga no va con la institución porque las trabajadoras no forman parte de su plantilla, sino de las tres subcontratas con las que externalizó el servicio. Es un “conflicto laboral externo”, dice la institución.

Sin embargo, el paro está repercutiendo negativamente en su imagen, mientras crece la tensión entre las limpiadoras, algunos alumnos y personal de seguridad. Las limpiadoras, unas 450, exigen regirse por un único convenio y mejorar su categoría. Según los sindicatos, el seguimiento de la huelga es prácticamente del 100%.

Recorridos de evacuación con salidas cerradas

El viernes a mediodía, alrededor de un centenar de trabajadoras y trabajadores de las tres empresas adjudicatarias de la limpieza de la UMA (Fissa, OHL y Clece) se concentraban a las puertas de la Facultad de Ciencias de la Educación y Psicología, donde les impedían el paso. “Es un edificio público y deberían dejarnos entrar”, protestaba Encarnación Escobedo, trabajadora.

De los tres puntos de acceso al centro (delantero, trasero y lateral), sólo permanecía abierta una de las puertas de la entrada principal. Según explicó un vigilante de seguridad, no hay riesgo porque si hubiera una emergencia él abriría rápidamente la puerta trasera, en el otro extremo del centro. El personal del bar tiene la llave del tercer acceso, a través de la cafetería, y también abriría en caso de ser necesario.

Fuentes oficiales explican que se trata de una “medida excepcional de seguridad” de la Gerencia y los centros ante la actitud de algunos piquetes, y aseguran que se han tenido en cuenta los planes de autoprotección del edificio. Sin embargo, este medio ha podido comprobar que, al menos en el caso de Ciencias de la Educación, dos de los tres recorridos de evacuación que figuran en los planos desembocaban en salidas cerradas por la propia Universidad.

Además, en Ciencias de la Educación se está pidiendo identificación universitaria en el acceso. Como se trata de un centro público, a quienes no son alumnos (por ejemplo, opositores) se les deja pasar, pero se les apunta en una lista “por si ocurre algo”. La universidad asegura que el convenio colectivo de empresas de seguridad permite que los vigilantes realicen estos controles.

Según la institución, durante los últimos días los piquetes han tratado de impedir los servicios mínimos (fijados el jueves), esparcían “desperdicios y basuras” y dificultaban el acceso a profesores y alumnos.

Críticas de la Universidad por hacer la huelga en plena crisis del coronavirus

Las trabajadoras reivindican su derecho a hacer huelga “tirando papelitos”. Niegan ser responsables de actos vandálicos que, según ha informado el rector, han sido denunciados ante un juzgado.

El pasado miércoles, algunos de los alumnos de la facultad limpiaron las zonas principales del centro, lo que provocó el aplauso de la vicedecana (“Os agradezco de todo corazón que hayáis limpiado la facultad”, escribió), pero también críticas entre las trabajadoras en huelga. Ellas entienden que para que sea efectiva, la protesta se tiene que notar. “Cada uno se manifiesta dentro de sus posibilidades, y las nuestras son estas: acelerar el proceso con papelitos. Pero en ningún caso rompemos nada”, explica Rocío Bueno, integrante del Comité de Empresa por UGT.

Desde que comenzó la huelga el pasado lunes, las trabajadoras han recibido críticas. Una de ellas, proveniente del propio rector, consistente en afearles que hagan la huelga en un momento de “inquietud social” por el coronavirus, “justo cuando las organizaciones sanitarias internacionales y de nuestro país recomiendan un refuerzo en la limpieza y en las medidas higiénicas para limitar su crecimiento y generalización”.

También las han acusado de provocar destrozos. En la cafetería, tres chicas muestran su disgusto porque en el baño había compresas y pañales con pintura roja, y aseguran que los retretes estaban atascados. El rector, José Ángel Narváez, informó este jueves de que había presentado una denuncia penal “por daños, coacciones y actos vandálicos en propiedad ajena, así como creación de alarma higiénico sanitaria” (sic). Fuentes oficiales explican que “completarán” la denuncia con los “actos vandálicos e ilegales que han podido documentarse”.

“Se nos está echando mierda encima”, protesta Rocío Bueno, que muestra un vídeo donde se ve a varios chavales a la carrera, supuestamente tras un acto vandálico atribuido a las limpiadoras. Asegura que están permanentemente vigiladas por policías de paisano. “También han dicho que hemos roto baños adaptados, cuando eso está bajo llave y no nos van a dar la llave precisamente ahora”. Tan solo admite como acción coordinada que han tirado papeles: “El papel no hace daño. Es una forma de reivindicar nuestros derechos”.

Tres contratos por un total de 17 millones de euros

La huelga se desarrolla desde el lunes después de que las tres empresas adjudicatarias y las representantes de los trabajadores no llegaran a un acuerdo ante el SERCLA, el viernes. La Universidad, que también estaba convocada, no se presentó. “Hubiera sido interferir de manera indebida en un conflicto del que es perjudicada pero no parte”, explica a este medio.

El servicio de limpieza se adjudicó en 2017 en tres lotes distintos por un montante total de algo más de 17 millones de euros. Es el servicio más caro de la Universidad de Málaga. Entonces se dijo que con la división en lotes se trataba de favorecer la competencia y la participación de empresas locales, aunque finalmente las adjudicatarias fueron dos multinacionales multiservicios (Clece y OHL) y una empresa con implantación en toda Andalucía y Extremadura (Fissa). Hasta entonces lo prestaba una sola, Valoriza, pero la universidad no renovó su contrato después de varios episodios de quejas y huelgas de los trabajadores.

Las trabajadoras piden que las tres subcontratas se rijan por el mismo convenio y que se equiparen sus condiciones al Grupo IV de auxiliares administrativos. Según Rocío Bueno, llevan meses pidiendo una reunión.

“No nos valoran. Nos dicen que somos vagas porque a las 12 nos fumamos un cigarro, sin darse cuenta de que cuando llegan a las ocho de la mañana todo está limpio”, lamenta Bueno. “En las fiestas de la primavera hemos llegado a sacar del váter litronas de cerveza, y no hemos dicho que los alumnos son todos unos puercos”, comenta otra.

Muchas se sienten estigmatizadas por ejercer su derecho a huelga. Reivindican que tirar “papelitos” es una medida de protesta que no hace daño y que, además, acabarán limpiando ellas.