El alza del alquiler ahoga a los estudiantes de la Universidad de Málaga: “Menos pisos, más caros y más gente que busca”
Con incrementos de casi el 50% en tres años, el alquiler obliga a parte del alumnado a realizar largos desplazamientos diarios o abandonar. “No podemos permitir que ninguna persona que quiera venir a estudiar, a investigar o a impartir docencia, no pueda hacerlo”, alertó el rector
“No podemos permitir, y me dirijo también ahora a las autoridades y representantes políticos presentes, que ninguna persona que quiera venir a estudiar, a investigar o a impartir docencia, no pueda hacerlo por el problema del alojamiento”.
Con esta llamada de atención, pronunciada durante el solemne acto de apertura del inicio del curso académico, el rector de la Universidad de Málaga, Teodomiro López, expuso lo que, desde hace meses, inquieta a un número importante de alumnos y alumnas de la institución: los precios del alquiler en la ciudad han subido tanto que pagar una habitación supone un gasto inasumible para un porcentaje cada vez mayor. Y las alternativas no son las mejores: desplazamientos a diario desde municipios lejanos (con el consiguiente coste de tiempo y dinero) o, en última instancia, valorar otras universidades o abandonar los estudios.
“Este es mi cuarto año en la Universidad y el problema se ha ido agravando. Hay cada vez menos pisos, cada vez más gente que busca y cada vez más caros. Ahora una habitación cuesta 400 ó 500 euros, y con suerte”, asegura Omar Lukach, presidente del Consejo de Estudiantes, el órgano de representación estudiantil de la UMA. “Nos llega de todo: gente preguntando por residencias, requisitos, alternativas, buscando piso o compañeros…”.
A pesar de que el curso comenzó ya hace semanas, la página de Facebook Alquiler en Málaga para estudiantes sigue en ebullición. La oferta en Idealista de una habitación en piso de estudiantes en Málaga arrojaba el pasado miércoles 311 resultados, con una horquilla de los 300 a los 600 euros mensuales, y una mayoría en el entorno de los 450 euros.
Es un rango que confirman los estudiantes consultados para este reportaje. “Yo vivo en Avenida Plutarco [muy cerca de la Universidad] y pago 350 euros al mes”, asegura Ana Ruiz, estudiante de Trabajo Social, que el año pasado pagaba 310 en una zona más alejada. “Somos cuatro personas, y pagamos 400 euros cada uno. Es carillo”, valora Pablo Barragán, también de Ronda y estudiante de Primero de Criminología.
La alternativa de las residencias de estudiantes es escasa y cara, aunque suele incluir manutención. Las hay a partir de 450 euros por habitación, pero algunas ya cobran 900 euros, exigiendo incluso el pago de todo el curso por adelantado. La Jiménez Fraud, única pública, apenas dispone de 257 plazas a las que estudiantes pueden concursar en mayo, atendiendo a un baremo inverso de renta. Su coste mensual es de 180 euros.
El rector celebró en su discurso los planes para levantar un complejo residencial de 800 plazas. El proyecto de la UMA, una “colaboración público-privada”, pasa por ofrecer 23.000 metros cuadrados en la ampliación del campus a una promotora privada que construya y explote las plazas. El plan se aprobó en el Consejo de Gobierno de julio, y la propuesta que arrancó el trámite y que sirve de base al concurso ahora abierto, de la promotora Gestilar, plantea varios modelos de alojamiento que no abaratarían lo que ya hay: los precios van de los 500 euros (habitación doble compartida) a los 1.100 euros por un apartamento.
Un 55% más en cuatro años
El aumento de los precios del alquiler es común a muchas ciudades españolas, pero es especialmente intenso en Málaga, donde el alquiler y la compra ya rebasan los precios de la burbuja inmobiliaria, y siguen al alza. Sentado en las mesas de estudio del hall de la Facultad de Derecho, Barragán explica que su primera opción era la Universidad de Granada. Allí, una habitación “al lado” de la universidad le costaba 250 euros. En su opinión, la afluencia de turistas y trabajadores extranjeros explica la diferencia con Málaga. En páginas orientadas a estudiantes o visitantes extranjeros, a quien se supone mayor poder adquisitivo, el coste se dispara. En Housinganywhere abundan estudios que superan los 1.000 euros al mes.
El joven ha tenido que irse al Perchel (a cuatro kilómetros, pero con línea directa de Metro y autobús) para localizar un piso en condiciones apto para su bolsillo. “Lo que vi en Teatinos [la zona universitaria] era más caro y estaba hecho polvo”, explica. La implantación del Metro, en julio de 2014, ha tenido durante años el efecto de ampliar el campo de búsqueda para los estudiantes, diluyendo el encarecimiento de los pisos de Teatinos durante algún tiempo.
Ahora es frecuente vivir en Carretera de Cádiz, Huelin o El Perchel y acudir cada mañana a Teatinos. Cada día, entre las 8 y las 10 de la mañana y a mediodía, el Metro discurre atestado de jóvenes con destino a la parada en mitad del campus o su ampliación. Hace veinte años, sin Metro, esta opción era muy minoritaria.
El barrio universitario, zona de expansión
Teatinos, el barrio universitario prácticamente inexistente hace 25 años, ha sido en las últimas décadas la principal zona de expansión natural de Málaga, y se ha poblado de familias jóvenes que han comprado allí su primera vivienda. Ese sigue siendo su gran atractivo: según Idealista, la oferta de venta en Teatinos es un 9,5% más cara que en el global de la ciudad (3.391 euros/m2 frente a 3.095).
Sin embargo, en el precio del alquiler ocurre lo contrario: la zona, históricamente cara, ha convergido con el resto de la ciudad, que ha sufrido unas alzas inauditas en los últimos tiempos, con un incremento del 13,2% interanual (desde septiembre de 2023) y un aumento del 46% en apenas tres años. Ahora, la media del alquiler que se oferta en Teatinos es más baja (13,2 euros/m2) que la de la ciudad (14,5 euros).
Toda Málaga vive ya inmersa en una espiral de precios a la que no se ve fin. Jesús Torres, estudiante de cuarto de Criminología, lo ha experimentado en primera persona. Cuenta que ya el primer año, el casero quiso subirles 100 euros “del tirón” a cada uno de los cuatro compañeros que compartían el piso. Cuando empezó, pagaba 200 euros al mes, y ahora ya va por 310 euros, un 55% más, en Cruz de Humilladero, desde donde tarda unos diez minutos en llegar. En Teatinos, dice, lo más habitual rondaba los 400, y ahora ya es frecuente que supere los 500 euros. “Son pisos malos, pero caros por la ubicación”.
120 kilómetros cada día
El problema afecta a estudiantes de fuera de la provincia o de zonas rurales. La de Málaga es una universidad que ha acogido históricamente a un porcentaje elevado de alumnos de la ciudad o su área metropolitana, aunque la UMA no dispone de la cifra exacta. En la capital, o a menos de cincuenta kilómetros y conectados por autovía (Costa del Sol, valle del Guadalhorce y Axarquía), vive más del 85% de los 1,7 millones de habitantes de Málaga, de modo que muchos optan por seguir en la casa familiar y acudir cada día a la Universidad.
Pero eso es imposible para quienes viven más lejos o en municipios con mala accesibilidad. También para quienes vienen de otros puntos de España. De los 35.353 alumnos matriculados en grado, máster o doctorado en el pasado curso, 3.840 llegaron desde fuera de Andalucía. De ellos, 2.374 desde el extranjero, según los datos aportados a este medio.
“Ir y venir desde Ronda es inviable: es muy caro y muy lento”, lamenta Pablo Barragán. Se tarda una hora y media en recorrer en coche los cien kilómetros desde la Serranía, mientras que las conexiones de tren (con enlace) llevan entre dos y tres horas y le obligarían a un desembolso diario de unos cincuenta euros.
Lo mismo le ocurre a Jesús Torres, que es de Alameda (a una hora en coche): “Con el precio de la gasolina serían 50 euros a la semana, salir de casa a las ocho y volver por la noche… No sale rentable”, señala. El aumento ininterrumpido de precios está retrasando la emancipación y aumentando la distancia para la que sale a cuenta echarse a la carretera cada día para acudir a la universidad. “Conozco gente que viene desde Antequera porque no se pueden permitir un piso”, dice Lakouch. Son casi 120 kilómetros diarios.
Luego está, claro, la suerte. Algo así se le apareció a Mari Carmen Castro, de Setenil de las Bodegas (Cádiz) cuando buscaba piso en pleno julio para su primer año en la Universidad. “Solo veía pisos por 400, y me encontré con este anuncio en una farola: 250 euros”. Pero pocos tienen la suerte de encontrar el unicornio que todos buscan.
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