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La Junta de Andalucía comienza la obra que talará miles de frutales para hacer hueco a la gran depuradora de Málaga

Un ecologista dialoga con la Guardia Civil en la protesta por Vega Mestanza de este martes | N.C.

Néstor Cenizo

Málaga —
3 de junio de 2025 14:40 h

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La Junta de Andalucía ha pisado el acelerador para comenzar ya una obra hidráulica estratégica para Málaga y su área metropolitana, pero también muy polémica. Este martes, operarios preparaban el terreno de Vega Mestanza donde debe situarse la futura depuradora que dará servicio a unas 600.000 personas, previa tala de unos 20.000 limoneros y naranjos, según los cálculos de los ecologistas. Mientras, al otro lado del río Guadalhorce se habían concentrado en torno a un centenar de personas convocadas por Mari Carmen Mestanza, la mujer que lleva un lustro clamando contra la depuradora que destruirá parte de la vega y tratando de implicar en la causa a cuanto político, periodista, influencer o vecino se le pone por delante. La mujer había advertido de que este martes comenzaría la tala, aunque eso no ocurrió, al menos por la mañana.

“El alcalde de Málaga ha permitido que aquí se reúna toda la mierda del Guadalhorce. Ningún alcalde quiere eso, pero aquí sí. ¿Por qué?”, preguntaba la mujer. No era la primera vez. A cada pleno municipal acude Mestanza y, aunque asegura que en alguna ocasión el regidor le ha manifestado su pesar por que la obra tenga que ser justo en este espacio, también le ha dicho que ya no puede hacer nada. “Le hemos dicho que regalamos la vega con el compromiso de no destruirla, y me ha dicho que para qué la quiere. Como está del río para acá [hacia el oeste], Málaga no siente que esto sea suyo. Pero esto es el Central Park de la ciudad”.

La Junta de Andalucía, responsable de la depuración de aguas, pretende desgajar 13 hectáreas de este terreno dedicado desde hace casi un siglo al cultivo de cítricos para construir una instalación en elevación que depure 75.000 metros cúbicos diarios (ampliables a 125.000) de aguas residuales procedentes de Alhaurín el Grande, Pizarra, Cártama, Torremolinos y un par de barrios de Málaga, que acordaron hace años colocar aquí la infraestructura. La falta de depuración en esta aglomeración urbana cuesta a las arcas autonómicas 634.000 euros cada seis meses, que deben abonarse en concepto de multa a la Comisión Europea.

El consejero Ramón Fernández-Pacheco la ha defendido con el argumento de que el auténtico “atentado medioambiental” es no depurar las aguas, pero los vecinos y propietarios, agrupados en una asociación, protestan porque se han ignorado alternativas mucho más baratas y con menor impacto ambiental y económico. Tampoco ha servido la constatación de que los terrenos están en zona inundable, algo que volvió a manifestarse en las lluvias del pasado otoño, cuando el agua irrigó este suelo hasta casi dos metros de altura. El proyecto contempla la elevación a cinco metros de la infraestructura de 30.000 metros cuadrados para paliar el problema.

El recurso judicial, aún por dilucidar, sirvió para modificar el proyecto (que pasó de ocupar 20 a 13 hectáreas) pero no para pararlo. La obra ya ha sido adjudicada a unión de empresas (Sando, Dinotec y Aquambiente) por 106 millones de euros a cargo del canon autonómico de depuración, y las expropiaciones, que afectan a unos 150 propietarios con un coste total aproximado de un millón de euros, están en marcha.

“Están todas [las expropiaciones] iniciadas en fase de ejecución, firmadas y con conformidad de justiprecio, lo cual hace viable el inicio de cualquier actuación”, señala una fuente autorizada de la administración autonómica, que aclara que de momento sólo se va a empezar a actuar donde ya se haya ejecutado el pago.

Polémica presencia de Vox

A la llamada de Mari Carmen Mestanza han acudido este martes más de un centenar de personas. “Aquí me ves, con 70 años en esto”, suelta la mujer, con un megáfono para mejor arengar a sus seguidores, venidos desde la Costa del Sol, desde Sevilla y hasta de Madrid. Su lucha ha llamado la atención de una curiosa gama de sensibilidades. Había en Vega Mestanza ecologistas de amplio bagaje, familiares y vecinos, antiglobalistas y algunos simpatizantes de pulsera española.

En estas han aparecido Manuel Gavira y Patricia Rueda, parlamentario andaluz y diputada nacional de Vox, y algunos de los presentes se lo han afeado, razonando que el protagonismo de los partidos políticos contribuye a desmovilizar a los ciudadanos. “Cuando llega el negocio la sostenibilidad desaparece”, ha denunciado Gavira, acusando a Moreno de “pasar por encima de la gente” por “fanatismo climático”.

Antonio Calvo, un reconocido ecologista de Marbella, se ha encarado con Gavira y defiende que esta causa es, ante todo, ecologista. “Hay mucho interés por hacer ver que Vox está aquí, y no los ecologistas. Y no es así”. “Aquí no importa la agenda 2030, importa que van a reventar la vega”, protestaba alguien mientras tanto.

En algunos ambientes de la izquierda ya se había pedido evitar al partido ultra, que en los últimos meses ha llevado las reivindicaciones de Vega Mestanza ante el Parlamento Europeo, el Congreso (en una PNL que pide paralizar la obra) y al Parlamento andaluz (en la sesión de control de la semana pasada) porque entiende que encaja bien con su denuncia de la “agenda 2030”, del “postureo medioambiental” y su defensa del mundo rural.

También PSOE e IU creen que la depuradora en esta ubicación es un “despropósito medioambiental”. La eurodiputada socialista Lina Gálvez protestó ante la Comisión Europea por el “daño irreversible al ecosistema agrícola y a la economía de la zona”, y este mismo martes, Toni Valero, diputado nacional de Sumar, ha pedido al Gobierno central que intervenga para evitar un “disparate”.

Lo cierto es que Mari Carmen Mestanza no ha sido selectiva en sus intentos por ganarse las simpatías de los políticos. Lo ha intentado con todos, desde Equo (el primer partido en prestarle apoyo a nivel local) a Vox, pasando por los mayoritarios. Megáfono en mano, intenta acercarse a cada ministro, consejero, diputado o concejal para darle unas naranjas y, de paso, contarles su problema. Y de Juan Manuel Moreno obtuvo la promesa de una visita que el presidente nunca cumplió.

De momento, las máquinas ya preparan las futuras canalizaciones, pero no han tocado ni un árbol. También han dispuesto un camino para vadear el Guadalhorce. Los opositores a la obra llamaron al Seprona para denunciar la actuación, pero les respondieron que había autorización para hacerlo. No se rendirán. Harán turnos para alertar del inicio de la tala, y dice Mestanza que ella no tiene otra cosa que hacer que resistir. “Yo me moriré aquí”.

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