Protestas vecinales ya frenaron un complejo sobre el acuífero de Coín en el que ahora quieren construir los Franco

Néstor Cenizo

Coín (Málaga) —
13 de septiembre de 2023 21:44 h

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Envuelto por el Parque Nacional de la Sierra de las Nieves (al oeste) y la Sierra de Mijas (al sur), Coín es un pueblo encajado en el Valle del Guadalhorce que se abre hacia el este hasta desembocar en Málaga capital. Su economía se ha sostenido históricamente en los cultivos de regadío, herencia de la época musulmana, cuando se tendió una amplia red de 32 acequias y más de 200 kilómetros que aún pervive. Desde entonces, muchos lugareños dan las gracias a una grieta.

“Gracias a esto existe Coín”, dice Juan Marmolejo, mientras apunta a una hendidura en la que se hunden varios tubos entre bombas y llaves de paso. No hace tanto tiempo, de la grieta brotaban naturalmente 3.000 por segundo; hoy, hay que sacar el agua de las entrañas cada vez más profundas de la tierra, sin que nadie pueda asegurar a cuántos metros está el fondo. El antiguo nacimiento recuerda a un paciente entubado, y por donde fluye el agua porque está asistido.  

Marmolejo fue aguador y luego alcalde de aguas, figuras históricas encargadas de distribuir y ordenar el uso de las aguas entre regantes, y hace dos décadas se opuso, como cientos de vecinos, a un jugoso proyecto urbanístico. A 400 metros de la grieta, varias constructoras quisieron levantar miles de casas y campos de golf. La oposición vecinal, aglutinada en torno a la Mesa del Agua, logró tumbar el proyecto y que se abriera una investigación penal al exalcalde, Juan José Rodríguez Osorio, imputado por presuntos delitos contra el medio ambiente y usurpación de suelo público.

Sin embargo, el plan parcial que abría la puerta al proyecto quedó tal cual. Con alguna modificación puntual de elementos, es el que serviría ahora de base al nuevo proyecto del que informó ayer elDiario.es en Andalucía: un complejo para deportes extremo y e-sports, aderezado con instalaciones hoteleras, comerciales y de ocio.

El proyecto de Nature Call Initiatives, una sociedad propiedad de una rama familiar de Franco dedicada al negocio inmobiliario y hotelero, cuenta a priori con el visto bueno de la Junta de Andalucía, que lo ha incluido en su aceleradora. Aún deberá superar un puñado de trámites y autorizaciones antes de convertirse en realidad, pero en el pueblo ya hay quienes temen por que el acuífero se agote o contamine de forma irreversible si se ejecuta. Un temor recurrente porque el terreno ha sido desde hace años objeto de deseo de promotores e inversores.

Un terreno desgajado del monte público

Lo primero que llama la atención de Los Llanos de Matagallar, la tierra sobre el agua donde se levantaría el complejo, es que no tiene que ver con lo que le rodea. Inserto en un extenso pinar de repoblación, donde se ubica la moribunda Ciudad del Cine y una ciudad deportiva, Los Llanos está poblado por matorral.

Nadie sabe a ciencia cierta cuándo y por qué se desgajó del monte público que lo rodea. “Esta finca fue municipal, o al menos comunal, hasta los años 20 del siglo pasado. Pero por un trabajo administrativo, en los años 30 el Ayuntamiento pagó a un secretario municipal con la propiedad de esta finca”, relata José Francisco Enríquez Llagas, exconcejal de IU.

Con la fiebre urbanística, los promotores pusieron sus ojos en el terreno, que fue declarado urbanizable en los 90. En 1996, el Pleno municipal aprobó, con el único voto en contra de IU, el convenio entre el ayuntamiento y La Mota S.A., la entidad por entonces propietaria. Se trataba de “controlar, realzar y potenciar las excelencias de la finca”, ubicada en un lugar “privilegiado”, según aquel documento. ¿Cómo? Urbanizando. Los dos pozos internos, con un caudal entonces de 30 litros por segundo que beben del acuífero, debían ser suficientes para el desarrollo de 1.000 viviendas y dos campos de golf.

Aquello generó un movimiento vecinal que llevó sus protestas hasta la capital y motivó incluso un cambio de gobierno en las elecciones de 2004: pasó del PA a un cuatripartito de PSOE, PP, IU y un grupo independiente, todos los cuales habían suscrito un pacto para parar el proyecto.

La tramitación se paralizó cautelarmente durante dos años por el riesgo para el acuífero, pero la semilla estaba sembrada, y en 2006 la inmobiliaria AIFOS, nueva propietaria, retomó la idea con ligeras variaciones: 2.000 viviendas y un campo de golf, según detalló en su día Málaga Hoy. El estallido de la burbuja acabó llevándose por delante a AIFOS, y los terrenos han pasado de mano en mano, hasta acabar en manos de la familia Ardid Martínez-Bordiú, que ha dado un barniz deportivo a la vieja intención de construir allí.

¿Por qué hubo oposición? La cantidad y la calidad del agua

Los Llanos es, valga la redundancia, llano. La Sierra de las Nieves, recién declarada Parque Nacional, enmarca la estampa. Al sur, la sierra de Mijas, tras la cual se extiende la Costa del Sol, apenas a 25 minutos de buena carretera; el mismo tiempo que se tarda en llegar a Málaga capital por autovía. La ubicación, además del hecho de que sea el único terreno urbanizable inserto en un monte público, explica que sea tan jugoso.

“Pero la joya está aquí debajo”, insiste Marmolejo: “A pesar de que es plano, aquí no se forma ni un charco. Todo se filtra al acuífero”, cuenta. Los Llanos está en el extremo sur-oeste del acuífero de Sierra Blanca, justo encima de la parte donde la permeabilidad es mayor. Por eso, cualquier proyecto aquí tiene dos inconvenientes, que ya se alegaron en el frustrado proyecto de hace veinte años, y que ahora se retomarán.

El primero, de cantidad de agua, cada vez más escasa. Una placa sobre la grieta colocada en 1939 da cuenta de cómo han cambiado las cosas: “El caudal mínimo de este manantial excede de los 800 litros por segundo durante el verano, los sucesivos brotes hasta la calerita, distante 200 metros, hace aumentar el volumen de sus aguas a unos 1.200 litros por segundo”. Ahora, las tuberías se hunden en la grieta para succionar lo que quede en el fondo.

Un trabajo del hidrogeólogo de la Universidad de Málaga Bartolomé Andreu advertía en 1997 de que en el sistema de Coín se bombeaban tres hectómetros cúbicos más de las entradas medias anuales. Desde entonces, la población ha crecido un 40% (de 17.450 a 24.309 habitantes, según el último padrón del INE). Y en los últimos tiempos, muchos agricultores se están pasando a los subtropicales, con un consumo hídrico muy elevado.  

El segundo peligro es la salud del acuífero. Un informe del Instituto Geológico y Minero alertaba en 2001 de los riesgos de infiltración. Sin embargo, los promotores prometían impermeabilizar, y consiguieron un segundo documento mucho más ambiguo. “Los especialistas nos decían que los termosellados terminaban teniendo pérdidas y los fitosanitarios podían terminar en el agua”, recuerda Salvador Sánchez, que en su día estaba al frente de la Asociación Medioambiental Jara.

Un informe jurídico aseguraba que el plan parcial es nulo

Tampoco está claro qué camino urbanístico debería seguir el proyecto de centro de alto rendimiento. El terreno sigue siendo urbanizable, pero el ayuntamiento dispone desde 2008 de un informe jurídico, elaborado por el catedrático de Derecho Administrativo de la Universidad de Málaga Ángel Sánchez Blanco, que advierte de la nulidad radical del plan especial que lo ampara. El informe recoge que se apropia de 91.000 metros cuadrados de monte público, y que la aprobación a nivel provincial (viviendas y dos campos de golf) estaba en “inasimilable contraste” con el plan parcial aprobado por el ayuntamiento, que permitiría toda una gama de actividades como las que ahora quiere desplegar Nature Call.

“AIFOS llegó a empezar con el desbroce”, recuerda hoy Marmolejo mientras pasea por la zona. Conoce bien de lo que habla: la promotora llegó a reclamarle 18 millones de euros a Enríquez Llagas y a él mismo, como representantes de la Mesa del Agua, en represalia por el fracaso de su operación en Coín. Les acusaba de colocar en su terreno estacas señalizando un sendero público. Al ayuntamiento le pedía 52 millones por paralizar las obras.

Finalmente, AIFOS se hundió dejando la costa sembrada de cadáveres de cemento y deudas. En Málaga representa la ensoñación y la codicia del ladrillo. Dejó a deber 900 millones de euros. Su dueño, Jesús Ruiz Casado (condenado en el Caso Malaya), y su mujer, Teresa Maldonado, han liderado durante años la lista de morosos de Hacienda.  

Con AIFOS se esfumó el proyecto urbanístico sobre Los Llanos de Matagallar, pero el proyecto ha regresado con otro aspecto. Quienes se opusieron entonces advierten de los mismos riesgos que hace veinte años, y la preocupación está empezando a cristalizar. “Es una zona querida y de esparcimiento, y hacer algo aquí genera rechazo”. Todos dan por descontado que habrá movilizaciones. 

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