La propuesta de nombramiento de María Gámez (Sanlúcar de Barrameda, 1969) ha llegado con intriga. A última hora de la tarde del jueves, y “una vez aceptado por la ministra de Defensa”, el ministerio del Interior ha confirmado que Gámez, que pasó parte de su infancia de faro en faro, será propuesta por Fernando Grande Marlaska como nueva directora de la Guardia Civil.
Gámez desembarcará en Madrid después de una carrera política entre el PSOE de Málaga, con el que fue dos veces candidata a la alcaldía, y la subdelegación del Gobierno. Entre medias, una retirada de la política que fue transitoria, hasta que fue recuperada por el sanchismo y Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, delegado del Gobierno en Andalucía.
No es habitual que quien abandona la política regrese con la fuerza con la que lo hizo María Gámez, y menos aún que siga ascendiendo hasta la que es, por ahora, la cima de su carrera. Gámez dijo basta en 2016. El año anterior, en las elecciones municipales, había llegado a rozar la meta: desbancar al sempiterno alcalde de Málaga Francisco de la Torre. Durante casi toda la noche electoral, los datos de escrutinio retiraban el bastón de mando al alcalde del PP. Parecía que, a la segunda, Gámez sería alcaldesa. No fue así y ella dijo que lo dejaba. Era su segunda derrota, y esta vez no había excusa, porque acumulaba la experiencia de recorrerse barriadas y problemas durante todo un mandato.
Renunció a su acta de concejal y se ausentó de la vida pública en la que se había desempeñado los años anteriores. Con 35 años había sido nombrada delegada de Innovación, Ciencia y Empresa de la Junta de Andalucía en Málaga; con 39, delegada del Gobierno en Málaga. Había empezado militando en la agrupación socialista de Fuengirola, que presidió, y cuando se mudó se integró en la Agrupación Málaga-Centro, la más potente de la capital. También presidió la Ejecutiva del PSOE malagueño.
Malestar en algunos sanchistas: “Se premia a quien no se pringó”
Su retirada transitoria en los años más convulsos del socialismo le evitó los incómodos posicionamientos en clave orgánica por los que transitaron algunos de sus compañeros de partido, divididos entre la lealtad a la dirección federal o a Susana Díaz.
El regreso a la política, relativamente sorpresivo, llegó dos años después de la mano de Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, que la nombró subdelegada del Gobierno en Málaga en junio de 2018.
Desde entonces, su camino ha discurrido en paralelo al de Pedro Sánchez, aunque en su día formara parte de la Ejecutiva de Susana Díaz. Este perfil discreto, decantado siempre hacia la posición hacia la que se inclina la balanza, genera suspicacias entre parte del sanchismo andaluz. “Hay un poco de malestar, en términos generales, porque se está premiando a la gente que no se pringó en Andalucía”, señala un destacado socialista. “Siempre son las mismas personas las que ocupan los cargos. Se ponen de perfil porque gane quien gane están en el sitio. El que se mueve no sale en la foto, pero ni siquiera en la de los tuyos”.
Esto es también un mérito, pues supone reconocer en Gámez un perfil “incuestionable”, “moderado” y “disciplinado”, capaz de encajar en la Junta de Andalucía, el ayuntamiento y la administración del Estado. Por eso, otra fuente que ha trabajado con ella valora que “no ha jugado a las familias de partido” y destaca que no fue ella quien buscó a la política: “Fueron a buscarla”.
El tenso rescate de Julen
Dicen quienes han trabajado con ella que es “trabajadora, inteligente, discreta y constante” y que “escucha mucho”. También suele destacarse su preparación. Es licenciada en Derecho, funcionaria de carrera del grupo A y cuenta también con un diploma de Programa de Alta Dirección de Empresa y un curso de Alta Dirección de Instituciones Sociales, del Instituto Internacional de San Telmo: en esto último no se distingue de tantos políticos locales.
Ha sido delegada de Innovación, Ciencia y Empresa de la Junta de Andalucía en Málaga (2004-2008), delegada del Gobierno de la Junta de Andalucía en esta ciudad (2008-2011), concejal portavoz del PSOE en su ayuntamiento (2011-2016) y asesora técnica de la Delegación de Cultura de la Junta de Andalucía en Málaga (2016-2018).
Será la primera mujer en asumir el mando de la Guardia Civil, con la que colaboró estrechamente en la gestión del rescate de Julen Rosello, el niño de dos años que cayó a un pozo de Totalán. Fue su momento de mayor proyección mediática. Esos 13 días interminables la expusieron a una presión asfixiante, que convertía en noticia cualquier detalle de una obra de ingeniería civil realizada contrarreloj. Hubo algún error de comunicación, pero su imagen salió reforzada.
El año y medio que ha pasado al frente de la subdelegación le ha servido para conocer a fondo la estructura de los cuerpos de seguridad, en una provincia que en el último año ha experimentado un notable repunte del crimen organizado.
Gámez siempre ha mostrado con orgullo su condición de hija de farero, la menor de once hermanos. Pasó años por los faros de España, de las Islas Cíes al de Punta Doncella, en Estepona, hasta que la enfermedad de su padre motivó su regreso a Málaga, donde estudió gracias a la ayuda de un benefactor anónimo que nunca conoció. Muchos años después, la hija del farero tiene que dejar la orilla para continuar su carrera política.