Cuando los Hermanos Marx querían asesinar a Gonzalo Queipo de Llano

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Si su imaginación da para revelar a una mosca enamorada de un fascista cruel y sanguinario o un remedo de los Hermanos Marx -trío de cómicos que triunfaran en los años 30 del siglo pasado- planeando asesinar a ese mismo grotesco personaje pues… adelante, escriban la historia. Es un prometedor arranque. No se rasguen las vestiduras, de lo contrario. El escritor y dibujante José Luis Castro Lombilla, desde su novela El hombre que mató a Queipo de Llano, le ofrece en bandeja esta literaria venganza contra uno de los personajes más siniestros del franquismo.

Una obra, también, de desquite sobre hagiografías fundamentadas en el revisionismo “prehistórico”, más que en la memoria histórica, en palabras del autor . Gonzalo Queipo de Llano defendió el golpe de Estado que, con su fracaso, desencadenó la guerra civil española. Y se convirtió en uno de los principales artífices de la matanza fundacional del franquismo. Con su texto, Lombilla emprende el “ajuste de cuentas” con un militar que define como la “almorrana en el culo de España, que era su Sevilla”.

“¿No han venido falangistas a la puerta?”, preguntó alguien antes de la presentación de la novela satírica en una céntrica librería de Sevilla. “No se ve ninguno”, le responden, en una breve conversación: “Vaya, los esperaba con banderas y eso”. Castro Lombilla (Sevilla, 1966), colaborador en medios de comunicación como dibujante y articulista, esboza desde su sonrisa un perfil esclarecedor: “Fue una gran hemorroide”.

Y se explica. Durante un ingreso hospitalario encontró la definición exacta. “Vi una luz como de bocadillo (de cómic) y apareció a caballo en África, luego en Sevilla, donde entró a sangre y fuego, vomitando soflamas en su radio, causando sangre y dolor… igual que las hemorroides”, testifica con sorna. De ahí, el autor muta en el cirujano literario que practique una “queiproctología”.

Una obra “comprometida”

El principal ingrediente de la “comprometida” obra -editada por Autores Premiados, ganó el Premio de Novela Casino de Mieres 2012- es “el humor”. Con esa base, construye un trío de personajes que son la reedición sevillana, y asesina en potencia, de los Hermanos Marx, cómplices también de aquel camarero del cuento La verdadera historia de la muerte de Francisco Franco, de Max Aub. Insólitos “antihéroes” que confabulan para matar al genocida cuyos restos aún reposan en la Basílica de la Macarena (“que acaba de recibir una subvención, por cierto”, matiza).

Conspiradores de bar que están, desde la admiración por los míticos Chico, Harpo y Groucho, “dotados de sus características”. El mismo autor aparece caricaturizado en la novela pero, sobre todo, el fascista. “Todo lo ridículo que tiene no puede reflejarse mejor sino retratando al personaje real”, contesta. Una “agresividad grotesca” que enfrenta, para desarmarla, con una mosca que se erige en principal valedor y defensora a ultranza del militar.

“La mosca es su alter ego, un ser coprófago que se adscribe a su causa y lo sigue como un perro, enamorada de él como una mujer”. Dimensión sátira que entrevé al insecto, en la intimidad del despacho oficial, pegada al bigote castrense para emborracharse con alguna gota de alcohol sobrante. Un asesino franquista, una mosca, los hermanos Marx sevillanos… alguien habrá de salirse con la suya en El hombre que mató a Queipo de Llano.