Miguel Ángel del Arco (Granada, 1978) es un hombre al que resulta fácil escuchar. Doctor en Historia por la Universidad de Granada, desde hace décadas estudia todo lo relacionado con el franquismo y sus consecuencias, especialmente en el ámbito del mundo agrario. También es una voz autorizada para hablar de qué fue y qué constituyó para nuestro país la II República de la que ahora se cumplen 91 años. Hablamos con él para desmenuzar ese pasado y tratar de encontrar los puntos que lo conectan con nuestro mundo actual.
91 años ya de la proclamación de la Segunda República, ¿qué legado cree que ha llegado hasta nuestros días?
La República nos ha mostrado mucha de las cosas en las que tenían razón. Puso en marcha un programa en distintas vertientes que ha sido santo y seña en el desarrollo de la democracia actual, aunque fracasara entonces. En temas como derechos de la mujer, el matrimonio civil, la separación Iglesia-estado, los estatutos de autonomía para reconocer las identidades de España y por supuesto la democracia con el sufragio universal. Son cuestiones con las que hoy nos sentimos identificados, sobre todo porque fue en un momento en que Europa iba hacia movimientos políticos totalitarios.
Hoy que tendemos a compararlo todo con el pasado, ¿se parece en algo el clima político actual con el de la Segunda República?
Tiene poca comparación porque en aquel momento había una parte de la izquierda (anarquistas y comunistas) que no se identificaban con la democracia, pero especialmente las derechas eran antidemocráticas. Hoy en día no existe ninguna fuerza de izquierdas que sea antidemocrática, la propia Bildu es un partido democrático que usa los canales democráticos para estar representado. Respecto a las derechas, sucede prácticamente lo mismo tanto con el Partido Popular y Ciudadanos, otra cuestión son sus políticas, pero están comprometidos con el juego político. Respecto a Vox, es un fenómeno nuevo, que está creciendo y aparentemente no dice no reconocer al Régimen del 78. Por lo tanto, creo que el panorama es distinto. El sistema no tiene enemigos.
Entonces sí los tuvo
Hay muchísimas causas que explican por qué salió mal: políticas, económicas y culturales. Desde el punto de vista político podemos ver unas izquierdas que estaban divididas entre reformistas y democráticas, que eran mayoritarias, y otras que no lo eran tanto y como no llegaban esas reformas que esperaban se empezaron a impacientar y a movilizarse. Y sobre todo unas derechas que eran completamente antidemocráticas, autoritarias y en muchos casos fascistas.
Precisamente con esa experiencia que nos da la historia de nuestro país ¿existe hoy realmente el fascismo en la política española? ¿lo representa Vox?
Creo que no porque el fascismo es un problema que no se volverá a dar. Solo se da en periodo entreguerras y se da como forma de lucha contra el comunismo y la democracia. Tiene unas características distintas. Ahora bien, eso no quiere decir que Vox sea democrático, sino que es una extrema derecha nueva. El problema de llamarlos fascistas es que no estamos entendiendo nada. La victoria de los aliados en la II Guerra Mundial hace que la democracia tenga mucha importancia y prestigio y hace que palabras como fascismo y genocidio sean sinónimo de un insulto. Esto no quiere decir que utilizando el término fascista describamos el fenómeno, sino que más bien lo descalificamos. Entiendo que haya gente que diga que Vox es fascista, pero me lo tomo más bien como una descalificación. Representa una extrema derecha a la que se le llama 2.0 porque existe en una coyuntura distinta. Se sienten amenazados por una serie de modernidades. No son fascistas, pero esto no quiere decir que no puedan llevar al final de la democracia. Vivimos en el tiempo de la posverdad y en Vox utilizan una serie de hechos que se quieren convertir en verdades cuando son inasumibles y no tienen fundamento. Es un elemento típico no solo del fascismo, sino también del populismo.
Con esos precedentes y visto el panorama actual, en algo debemos estar equivocándonos.
Quizá lo que puede recordar un poco a lo que ocurría en la II República, tibiamente, puede ser la polarización política. En algunos casos en determinados grupos políticos como Vox se critica tanto al adversario que se le deshumaniza o se le convierte en algo ajeno a la nación. Eso es algo que crea un cierto eco de lo sucedió entonces. Se les expulsa de la comunidad nacional. Lo que pasa es que no sabemos hasta dónde va a llegar la polarización. Aquella sociedad entre guerras estuvo marcada por un fenómeno que ahora está ausente que es la violencia.
La democracia no es algo que ha llegado para quedarse, sino que es algo por lo que luchamos cada día.
¿Cree que España volverá a vivir una república?
Es complicado porque depende del devenir político y del prestigio de la monarquía, así como que se haga un referéndum. Tenemos que tener en cuenta que lo que representaba la República entonces es mucho de lo que representa nuestro régimen actual. De hecho, nuestro régimen actual debería llamarse heredero de la Segunda República. La república no era básicamente que hubiese un presidente en lugar de un rey, sino una concepción de entender la res pública. Entender que todos éramos iguales y que teníamos derecho a ascender socialmente. Creo que eso es lo más importante de la república. Nadie se debe conformar con la democracia que tiene. Yo preferiría tener eso antes que cambiarlo porque hubiese un presidente de la república.
¿Está en peligro ese concepto como para volver a vivir una dictadura?
Claro que es posible y por eso hay que defender la democracia y por eso son tan preocupantes las alianzas con la extrema derecha. La democracia no es algo que ha llegado para quedarse, sino que es algo por lo que luchamos cada día. No es un proceso natural como la primavera en la que las flores florecen. La llegada de la dictadura llegaría por la paulatina enfermedad de la democracia. Respecto a hace 10 años estamos en un momento muy delicado y al contrario de lo que está pasando en Europa vemos que la derecha moderada que representa el PP sí permite a Vox coexistir.
Parece que estamos en el peor momento de nuestra historia democrática
Es difícil decirlo, pero la verdad es que estamos en un cruce de caminos importante. Estamos enfrentando una serie de desafíos como la guerra en Ucrania o el cambio climático. Hay muchos retos y no solo los tenemos con la extrema derecha.
Sin embargo, el PP se ha aliado con Vox para negar temas más que superados como la memoria histórica, ¿cómo se explica? ¿Cómo de necesaria es la memoria histórica?
Lo principal es que la negación de la memoria histórica ha ocurrido durante todos los gobiernos previos, incluyendo los de izquierdas. Tenemos esta respuesta por no haber tenido políticas de la memoria democrática. Respecto a la alianza lo importante no es la historia, porque a los políticos les importa la historia bien poco, sino la interpretación que hacen de la historia. ¿por qué? Porque utilizan la historia para sus propios fines. ¿Por qué es tan importante? Porque asumir una forma de entender el pasado marca lo que quieres hacer en el futuro. Por eso es tan importante y no debería ser difícil asumir unos mínimos consensos como que la II República fue un momento importante de nuestra historia. Un proyecto modernizador y democrático y frente a eso hubo una Guerra Civil y una dictadura militar durante 40 años. Asumirlo dice mucho de lo que querríamos hacer en el futuro y si no lo hacemos, es bastante inquietante para nuestra democracia.
En Alemania y en Italia las derechas conservadoras no aislaron al fascismo y gobernaron con él. ¿Qué pasó entonces? Que la extrema derecha marcó siempre la agenda política y las derechas no hicieron más que ceder
Pues en Andalucía estamos en año electoral y no es descartable que la derecha moderada pacte con la extrema derecha, ¿teme que esta región acabe marcada por sus políticas?
Claro que lo temo. No es una mera alianza estratégica, es un problema de futuro. En el mundo de entreguerras en Europa al que me refería antes, en el que las derechas no pactaron con los partidos de extrema derecha, la democracia sobrevivió, como sucedió en Francia o Inglaterra donde jamás se pactó con la ultraderecha. Francia solo se convirtió en autoritario cuando los nazis la ocuparon. Sin embargo, en Alemania y en Italia las derechas conservadoras no aislaron al fascismo y gobernaron con él. ¿Qué pasó entonces? Que la extrema derecha marcó siempre la agenda política y las derechas no hicieron más que ceder. Esto es lo que nos enseña la historia y ya estamos viendo cómo el PP empieza a asumir alguno de los puntos de los programas de Vox que antes no estaban en su agenda política. Se ve muy claro en el tema de la violencia de género. Es muy inquietante desde el punto de vista del programa y del político.
¿Qué ha pasado para que se dé en Andalucía?
Hay muchas causas, pero una clave es la debilidad de las izquierdas. Un PSOE que no se ha sabido renovar con un líder que lleva 30 años en política y el resto de las izquierdas completamente atomizadas y que no han sido capaces de converger. Luego hay otros problemas dentro de la propia comunidad de los que antes se pudo aprovechar el PSOE y es el control de los medios de comunicación. Ya sabemos que muchos medios están subvencionados por los gobiernos.
Al menos, Andalucía parte de un punto de partida mejor que hace un siglo, ¿no?
Aquella Andalucía tiene muy poco que ver con la actual sobre todo porque ahora hablamos de una Andalucía más urbana frente a una que era rural. Ahora recibimos mucha migración y entonces éramos emigrantes. Antes era una comunidad basada en la agricultura y ahora basada en servicios. Desde el punto socioeconómico ha cambiado totalmente, más allá de las quejas que puede haber localmente. Andalucía, por mucho que puedan decir algunos andalucistas, ha dejado de ser una región atrasada. No es nada lo que ocurre en España comparado con lo que ocurre en el sur de Italia donde están las cosas muy atrasadas. No obstante, el escenario es delicado porque Andalucía siempre ha tenido un sentimiento identitario muy fuerte compatible con el sentimiento español. Es tan así que la propia derecha moderada del PP lo asume porque es una de las claves para ganar el voto. Paradójicamente esto convive con Vox donde esta idea andalucista está completamente exenta. Para mí, el dilema es qué va a suceder con una región donde está surgiendo el nacionalismo español desde posiciones ultraderechistas.
Ya me lo deslizaba antes, pero uno de los grandes problemas de nuestro mundo actual es que el periodismo y la comunicación están permanentemente señalados y acusados de hacer propaganda, generando descrédito. Usted que ha estudiado ese fenómeno durante el franquismo, ¿cómo lo ve?
Es un hecho que no hay salud democrática sin un periodismo democrático y contrastado, pero también necesitamos ciudadanos que se preocupen en informarse. Hay un grandísimo dilema porque ya sabemos que hay medios que están pagados para malinterpretar la realidad. Esto es un fenómeno nuevo porque en democracia no existía. La deformación de la realidad de manera voluntaria existía en las dictaduras. En la democracia existían distintas visiones y ahora está claro que hay una lucha no para que los medios sean leídos, sino por crear una percepción de la realidad.
Hay quien ha hablado de manipulación mediática al referirse a movilizaciones como la del campo. Usted conoce bien sus problemas desde el franquismo, ¿ha habido grandes cambios? ¿Hay tantos problemas como se dicen?
Desde el fin del franquismo el campo ha desaparecido, desde que en los años 50 llegan los valores urbanos al mundo rural. Todo aquel universo simbólico del campo ha desaparecido. Todos los valores de los ciudadanos están dentro del mundo urbano. Creo que ese el gran cambio. El problema que tenemos hoy es que el campo es cada vez más inestable porque tenemos cada vez recursos más caros y un campo que es cada vez menos rentable. Está claro que no es un problema del Gobierno, sino global. Para ponerle solución a esto habría que cambiar el modelo productivo a nivel mundial. Hay una cuestión identitaria y es que hay una serie de valores modernos relacionados con el género o con la nacionalidad, en los que desde el mundo rural hay una reacción. Que salga Vox en el mundo rural no es solo porque la gasolina esté más cara, sino que hay un componente identitario muy importante. Eso lo vimos en Andalucía porque Vox entró en el parlamento gracias al componente reactivo de lo que ocurría en Cataluña por la independencia. Cuestiones que hasta ahora no le importaban a nadie se convierten en algo que Vox ha conseguido meter en la agenda política. Ítems o definidores de lo que es ser español. Ya ves lo que puede cambiar la vida de las personas del campo eso: nada.
Un pronóstico de cara al futuro
Los historiadores no somos buenos prediciendo el futuro. No me quiero poner catastrofista porque soy optimista en la capacidad de resistencia de la democracia. Es un proyecto ciudadano y común. En realidad, ningún partido va a resolver nuestros problemas por sí mismo y quizá la mejor manera de resolverlos es entre todos. Respetando que haya partidos, lo que sí tiene que estar por encima de todo es el colectivo. Creo que Andalucía va a ir de la mano de España porque Andalucía es tan importante que puede marcar el futuro del país. Cada vez es más importante económica y poblacionalmente e incluso en un punto de polarización política se está convirtiendo en clave para asentar liderazgos. Andalucía sí va a ser determinante en el futuro por la importancia que tiene.