La Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) y el 15M de Sevilla llevaron a la Feria de Abril las protestas que, día sí y día también, vienen convocando para reclamar el derecho a la vivienda. El “sí se puede, pero no quieren”, que busca un giro en la marcha de la Iniciativa Legislativa Popular sobre la Ley Hipotecaria, sonó ayer lunes a ritmo sevillanas en la noche del #pescrachito (un hashtag que durante unas horas fue tendencia en la ciudad). Excepto un momento inicial de nerviosismo y dispersión en el que la Policía Nacional trató de impedir el acceso a los asistentes, la marcha festiva transcurrió con normalidad. Durante las dos horas que duró la iniciativa, la presencia policial fue más que notable y más de una veintena de personas fueron identificadas. El grupo de manifestantes, mayoría femenina, preparó y repartió sus coplas reivindicativas: sevillanas con letras ‘tuneadas’ para poner un poco de humor al panorama desolador de los desahucios en España. “Mírame a la cara / que estoy sin casa / Y tú aquí en la feria / tó el día de guasa”. Y olé. (Vídeo de @AcampadaSevilla )
La cita era a las 21:00 en la caseta La Marimorena. Los convocantes se agruparon en la acera frente a la portada antes de entrar en el recinto ferial. A esa hora apenas había unas 15 personas en el lugar. Unos 20 minutos después el grupo se había multiplicado, empezaron a alzarse pancartas y a repartir fotocopias con las letras de las sevillanas. Varios medios de comunicación acuden. Peinetas y pendientes, lunares de colores, pegatinas y alguna pancarta ante los focos y los micros. “¿Esto para qué tele es?, ven para acá que te vamos a cantar”. De eso se trataba, de cantar y bailar.
Pero, antes de pisar la Feria, junto a las vallas que blindan la portada, un grupo de policías nacionales impidió el acceso a la comitiva, que ya sumaba más 80 personas, bloqueaba el paso e inmediatamente empezaba a identificar a muchas de las asistentes. Inmaculada, que ejercía de portavoz durante un momento, le explicaba a la policía que ellas podían acceder al recinto igual que el resto de los ciudadanos: “Vamos a cantar y a bailar”. Las explicaciones de los agentes fueron pocas. “No debo decirle para qué, enséñeme su DNI, he de tomarle los datos, esto es una protesta no comunicada, podrían alterar del orden público…”. Uno de los asistentes se mostraba inquieto y molesto por lo ocurrido, vociferaba y, pidiendo perdón al resto de manifestantes, abandonó el lugar. “Ya veréis, el día que vengáis a mi casa a echarme y desahuciarme, salimos todos en la tele”, gritaba al aire mirando de soslayo a los agentes mientras se alejaba del grupo, que poco a poco se disolvía y abandonaba algunas pancartas en el suelo.
Coplas para el PSOE, coplas para el PP
Coplas para el PSOE, coplas para el PPUn rato después, la gente del 'pescrachito' se reagrupaba en el primer punto acordado, la caseta del PSOE. Parecía que la Policía había relajado su presencia, ni un agente cerca, y el grupo repartía letrillas, coplas y palmas: “A cobrar, a cobrar, a cobrar, dinero por la cara, me voy a prejubilá”, le cantaban al 'fondo de reptiles'. “Si tienes un amigo en el PSOE dile que no pare de darte pasta, aprovecha su cargo, no pases de largo y tú pilla hasta decir basta”. En prosa sonaba a rima de hip-hop, pero es una versión de Los Cantores de Híspalis. Dentro, en la caseta del PSOE, grupos de personas mayores cenaban, atendían a sus cosas sin prestar excesiva atención a lo que ocurría fuera o miraban, ora serios ora sonrientes, a la gente del ‘pescrachito’.
La marcha continuaba. Durante el paseo por las calles del real, coreaba consignas habituales en las convocatorias: “un desalojo, otra ocupación”, “ni casas sin gente, ni gente sin casas”. Siguiente parada, caseta del PP. Dentro de la caseta, mayoría joven, chaquetas y corbatas, rebujito y gomina. La comitiva se plantaba delante y arrancaba de nuevo a cantar y a bailar: “Y esas promesas, y esas promesas, tú las cambias por sobres bajo la mesa”, coreaban versionando el popular ‘mírame cara a cara’. De repente, la presencia policial se multiplicó, tres furgones y una veintena de policía cercaba al grupo y comenzaba de nuevo a hacer identificaciones. “Es que no lo entiendo, ya nos habéis pedido el DNI, ¿Estamos cometiendo algún delito?”, preguntaba una chica a uno de los agentes mientras entregaba su documentación. Las respuestas seguían sin concretar demasiado la razón y había gente que mostraba su preocupación por que estas identificaciones se transformen en multas.
La escena se repetía frente a la caseta de la Fundación Cajasol. Bailes y más coplas: “El tío del banco, la noche que me dio, el tío del banco, se llena sus bolsillos con mis sudores”. Nuevamente, presencia policial. Nuevamente, más identificaciones. Curiosos y turistas se acercaban y hacían fotos. A algunos de los espontáneos que se acercaban y se quedaban, también les pedía el DNI. ¿Para qué?, preguntan. “Por si acaso”, responde el policía.
Que no nos falte de 'ná'
Que no nos falte de 'ná'En cada parada, las identificaciones retrasaban la marcha. Finalmente, la visita ‘pescrachera’ a las casetas se dio por finalizada tras recorrer la calle principal que desemboca en la portada. Allí, última parada y última acción. El recinto estaba hasta la bandera. La explanada frente a la portada está vallada y miles de personas se iban aglomerando para asistir al momento inaugural, el 'alumbrao' de la Feria. Al llegar, otra protesta intentaba hacerse oír ante el tumulto. Era un grupo de personal de la cafetería del aeropuerto de San Pablo perteneciente a Comisiones Obreras.
Sonaba la banda de música, pasodobles, sevillanas, himno nacional… La gente del 'pescrachito' pitaba cuando el alcalde de Sevilla, Juan Ignacio Zoido, acompañado por miembros de la corporación municipal, se disponía a hacer los honores y pulsar el botón que encendía las 20.000 bombillas que componen la portada. Miradas de aprobación entre el público. Caras de extrañeza también. Los Cantores de Hispalis amenizaban el momento. El sonido de sus sevillanas se entremezclaba con la protesta. En el momento en el que se iluminó la portada, varias personas alzaron pancartas, cada una con una letra, componiendo un mensaje sobre las cabezas de la multitud: “El paro mata”, se lee.
La protesta acabó con una estampa que es puro contraste. El mensaje evocaba a la miseria, a la condena a muerte de la pobreza, a la vida sin trabajo o a la infravivienda, a la situación indigna que acarrea la gestión de la crisis, a la dictadura del desahucio, a un ere, otro despido, una carta del banco, otro suicidio.... Gente que pide un techo, gente que pide dignidad, más democracia. Al fondo, los Cantores de Hispalis le cantaban a las autoridades municipales “que no nos falte de ná, que no, que no…”. El mundo al revés.