“Ciudadanos, el partido que actuó con total coherencia en Cataluña, va a ser premiado en toda España”

Cuando Alfonso Guerra (Sevilla, 1940) separa su discurso de la más prosaica actualidad política y lo arrima a sus ocupaciones intelectuales, el sarcasmo y la retranca que siempre han adornado su inteligencia dejan paso a una conversación transida de pasión y nostalgia. Su discurso, con el dardo en cada palabra en su faceta de gobernante, es aquí relajado y afable, exquisito.

El ex vicepresidente del Gobierno entre los años 1982 y 1991, acaba de clausurar en Sevilla el Congreso Nacional de Libreros, un foro en el que aprovechó para recordar el papel que jugaron las librerías en la España de la Transición y que le ha servido para rememorar aquellos años cruciales de su vida en los que, a pesar de sus vocaciones literarias y filosóficas, optó por la conciencia social y la política, empujado por el irrespirable contexto de la Dictadura y su “oposición frontal a la cultura”. Ya retirado, el Guerra guerrero encuentra su descanso en los libros.

P: Hacerle una entrevista a Alfonso Guerra y circunscribirla a su faceta de librero puede parecer una cuestión marginal dentro de su trayectoria, ¿le queda lejos?, ¿se acerca a una imagen profesional en la que aún se reconoce?, ¿después de 37 años ininterrumpidos en el Congreso de los Diputados, qué queda de este librero de la Sevilla de los años 60?

R: Voy a contestar con una respuesta indirecta pero muy clara: a mí me preguntan con bastante frecuencia, desde hace tres años, que si tengo nostalgia de la política y de los años que he trabajado desde el Congreso de los Diputados. Y la respuesta es no. Pero tengo nostalgia de la librería, una nostalgia tremenda de mis años de librero. Es decir, que es un aspecto central de mi vida. Hay que pensar que mi orientación personal no tendía a una vocación política, sino cultural. Y la dictadura hizo que, al ver que en la cultura había un muro, que no dejaba hacer nada, me comprometiera con una lucha política para resolver los problemas culturales. Iba a ser algo puntual pero después ya fue difícil no continuar, la gente te pide que sigas, yo intenté retirarme varias veces: en el 77 cuando ya había llegado la Democracia lo intenté, en el 82 cuando teníamos que ir al Gobierno....

P: Pues desde luego, de haber sido así, la Historia de España hubiera sido otra...

R: (risas) Sí hubiera sido otra... En algunos aspectos, tampoco quiero ser presuntuoso. Algunas cosas no se hubieran evitado. Porque yo estoy más contento de lo que he evitado que de lo que he hecho.

P: Participó en la clausura del Congreso Nacional de Libreros la semana pasada, ¿ha descubierto muchas diferencias entre lo que significó ser librero en su época y el librero actual, acaso se trate ya de una dedicación, un oficio, diferente?

R: Pues no, porque cada vez que he emitido una opinión, o he realizado alguna propuesta, era coincidente, según me decían, con lo que se había estado tratando los días anteriores. Es decir, que parece que las inquietudes son las mismas que cuando yo era librero.

P: Pero se enfrentan a amenazas con las que usted no contaba: el libro electrónico, el precio único del libro, la llegada de las grandes superficies....

R: Las amenazas tienen orientaciones diferentes, pero producen el mismo efecto. Yo creo que la gran amenaza actual no es el libro electrónico. La amenaza son los amazones. Hubo una anterior, que fueron las grandes superficies y las librerías en cadena que aparecieron en todas las ciudades. Fue duro. Pero la dureza hoy de los amazones es tremenda. Aunque ya lo decía yo el otro día, el librero tiene que ser consciente de que es un resistente.

P: De hecho, le iba a preguntar si abrir una librería en la Sevilla de los años 60, con amenazas no menores, como eran la Dictadura y la censura, fue un acto particular de resistencia.

R: Teníamos otra amenaza terrible, que fue la de los ataques de la extrema derecha. Llegamos a contar hasta 24 ataques con destrozos de todo tipo, y muchas pintadas. Incomprensible, porque las pintadas siempre decían lo mismo: “etarras”, “Asesinos”. Como si fuéramos criminales los libreros. Pero la censura era una cosa capital que fue lo que nos empuja a abrir la librería. Nosotros nos hicimos libreros para vender libros prohibidos. Porque las dictaduras siempre tienen grietas por las que se les cuela lo que no quieren. A este respecto hay una anécdota fundamental: yo iba casi todos los meses a Francia, sin pasaporte, con autorizaciones de 24 horas falsificadas, y en una de esas visitas, consigo traerme clandestinamente el libro Marxismo y antimarxismo, de Julián Besteiro, pero me detienen en la frontera.... Y cuando llegué a Sevilla, descubrí que estaba ya en el escaparate de mi propia librería!!!

P: Supongo que en este ambiente irrespirable para alguien con inquietudes culturales, llamar a su librería Antonio Machado fue ya toda una declaración de intenciones.

R: Sin lugar a dudas. Fue un acto de militancia frente a la Dictadura: era la primera librería en España que llevaba ese nombre. El desconocimiento era total porque varias veces -insisto, varias veces- pasaba gente por delante de la librería y decía: “Mira, Antonio Machado, el letrista de Serrat”. Jajajaja, fantástico.

AL SOCIALISMO, POR MACHADO

P: Fue Machado, precisamente, el que lo acercó al socialismo, ¿no es cierto?

R: Efectivamente, el padre de un amigo del colegio, con el que me intercambiaba libros, tenía uno de Machado con un pequeño texto en el que contaba que su padre lo había llevado de pequeño al Retiro para asistir a un acto político. Y allí habló un hombre que se llamaba Pablo Iglesias. Y decía Machado: “Su voz tenía el timbre inconfundible de la verdad humana”. Y eso a mí me golpeó, ¿quién sería ese Pablo Iglesias? Y lo busqué, no encontré nada hasta que el padre de otro compañero me dio un libro con cuatro biografías escritas por Juan José Morato, y una de ellas era la de Iglesias. Y por ahí entré yo en el socialismo.

P: Dicen que en la trastienda de la librería Antonio Machado de Sevilla se fraguaron la ruptura de Toulousse y los principios del Congreso de Suresnes...

R: Nuestra librería era un lugar de actividad política. Había dos centros socialistas en Sevilla que funcionaban clandestinamente: la Antonio Machado y el despacho de asesoría laboral que estaba en la calle Capitán Vigueras. Allí se fraguaron muchas cosas, porque nos reuníamos a diario.

P: En su primer tomo de memorias dice literalmente: “Mi vida está marcada por el amor a los libros”. ¿Pero cómo llega un niño de una familia humilde en la Sevilla de la posguerra a los libros?

R: ¡Y con trece hermanos! En mi casa no había dinero para libros, ni para pasta de dientes, vivíamos muy modestamente. Pero mi padre nos reunía a los niños, en invierno, alrededor de la mesa de camilla, en el brasero, y nos leía los pocos tomos que había en casa. Estaban Los Miserables, y estaba Pablo y Virginia, un dramón del XIX... Nos leía y a mí eso me gustaba. Y ya en el colegio, existía la costumbre de mandarnos a la biblioteca una hora antes de la salida. La biblioteca era, en realidad, era un par de armarios con libros de vidas de santos y de don Miguel de Mañara... Pero conforme íbamos creciendo podíamos elegir otros libros, y yo elegí un libro, dividido en tres tomos, que fue la Antología de las comedias de Lope de Vega. Y me apasionó. A partir de ahí no he dejado de leer.

P: ¿Y a qué libros vuelve siempre?

R: Hay algunos muy conocidos que no tienen demasiado mérito, pero que releo con frecuencia y otros menos conocidos que forman parte de mis tesoros personales. De los conocidos, vuelvo siempre a El Quijote, lo leo muchísimo; y a La Regenta, de Clarín, que para mí es un libro fundamental para comprender cómo funciona la sociedad española, que está descrita aquí de una manera prodigiosa. Y luego hay un libro que casi nadie lee pero que yo releo con cierta frecuencia que es En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust.

P: ¿Y si tuviera que recomendar un único libro?

R: Verá, cuando doy clases en la Universidad siempre les digo a mis alumnos: “Si queréis os doy una bibliografía, pero si vais a leer un solo libro en vuestra vida, uno solo, leed El mundo de ayer, de Stefan Zweig. Os hará comprender tantas cosas...”.

“NO RECORRERÍA EL MISMO CAMINO”

P: Cita usted algunas veces a un filósofo polaco, Adam Shaff, que dice: “Si pudiese comenzar mi vida de nuevo, ¿recorrería el mismo camino? ” La respuesta de Adam Schaff es clara: no. ¿La suya cual es, recorrería el mismo camino?

R: No, tajantemente no. Mi camino se bifurcó a causa de la Dictadura, pero yo tenía otras inquietudes, otros intereses, otras vocaciones... Adam Shaff fue un pensador fundamental. Llegué a ser muy amigo de él, y acabó siendo un mendigo.

P: Pero su faceta política es indisoluble a usted, así que me gustaría también preguntarle por cuestiones como la movilización del pasado 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer. ¿Cómo la vivió? Hay una marea incuestionable, ¿hacia dónde nos llevará?

R: Jamás he tenido problemas con la igualdad. Pero no es una novedad, la revolución más importante del siglo XX ha sido la de la mujer. Lo de ahora es una expresión, un efecto, de lo que ha ocurrido ya en el siglo XX. En 1914, cuando durante la I Guerra Mundial los hombres se van al frente, son las mujeres las que tienen que salir a trabajar. Ese es el momento crucial, cuando cambian hasta los modos de vestir de la mujer. La gran revolución es del siglo XX.

P: ¿Pero qué está pasando ahora entonces para este resurgir? Hay un movimiento incuestionable que está ocupando la agenda política como no lo había hecho antes.

R: Creo simplemente que es que ahora está todo más organizado, antes era más espontáneo. Pero hemos avanzado muchísimo, sobre todo en regímenes que hasta hace poco eran autoritarios, como en España. Aquí las mujeres estaban como en Arabia Saudita hace 40 años, el avance ha sido espectacular, pero lo lógico es que avance aún más. Aunque todos estos movimientos tienen su parte de no comprensión del fenómeno, como quienes quieren cambiar el lenguaje a golpe de decreto.... ¡Por favor! ¿Ése es derecho de las mujeres?

P: Otro sector actualmente muy movilizado es....

R: ¡¡El mío!! ¡El de los jubilados!

P: Sí, el de los jubilados y pensionistas. ¿Cree que el sistema de pensiones está en peligro? ¿Estamos condenados a pagar un plan de pensiones?

R: Vamos a ver, los sectores progresistas de este país han aceptado con demasiada facilidad esto de que no está garantizada la estabilidad del pago de las pensiones y yo creo que eso no es justo. La sociedad española duplica su capacidad de renta cada equis años. Con el 5% o 6% que se dedicara de eso a aumentar las pensiones, ya estarían garantizadas. Quiero decir, que esto no es verdad, lo que pasa es que existe actualmente una propaganda para forzar a la gente a hacer otro tipo de sistema de pensiones: la complementación con los planes de pensiones que después poco a poco vayan quedándose como única salida. En España se logró algo que era de justicia: indiciar las pensiones al coste de la vida. Los pensionistas cobran unas cifras no muy altas, pero si los precios suben, acondicionemos su capacidad de compra a la subida de los precios. Se hizo por Ley, pero llegó el PP y lo eliminó. ¡Y hoy parece una petición desmedida! En concreto, el ministro de Hacienda ha dicho que es muy antiguo. Claro, antiguo porque existía, pero lo antiguo también es bueno. La ley de la gravedad también es muy antigua, ¿verdad? (ironiza).

Recuperar esto sería bueno, y de futuro el problema no es que no vaya a haber capacidad para pagar pensiones, sino que no va a haber años suficientes de trabajo para cobrarlas. Los jóvenes se incorporan más tarde al mercado laboral y salen antes.

“LAS CONSTITUCIONES SE REFORMAN, NO PASA NADA”

P: Se cumplen 40 años de la Constitución Española, usted como persona fundamental en su redacción ¿cómo la ve? ¿goza aún de lozanía o necesita de una reforma?

R: Ante la posibilidad de reformar la Constitución, yo rechazo dos actitudes dogmáticas: la primera, las que dicen que esto es inamovible. Las constituciones se reforman, no pasa nada. Y luego hay otra actitud dogmática: la de “tenemos que reformar la Constitución porque tenemos el problema del paro, de las pensiones....” ¡Pero si la Constitución no resuelve esos problemas! Pasa que los partidos que no son capaces de resolver políticamente estos asuntos, dicen que tiene la culpa la Constitución.

P: ¿Pero hay razones para una reforma?

R: Sí las hay, pero no las que están diciendo. No les puedo dar la razón a los que, por ejemplo, dicen que hay que cambiar la Constitución porque los jóvenes de este país no la votaron. Hay constituciones en vigor, como la americana, de las que no queda ni un votante vivo. Otros dicen que 40 años es mucho tiempo, que envejecen las leyes, pero son los mismos que dicen que la compilación de las constituciones de 1421 de Cataluña sí que está en vigor; o el fuero de los valencianos, de 1211, eso también está en vigor.... Esas no son razones serias. Ahora, razones serias sí hay, porque la constitución es una obra humana y tiene errores y tiene no comprensión de los fenómenos que van evolucionando. Sólo decir que ha habido un intento de golpe de Estado en Cataluña, y resulta que no hay mecanismos políticos para frenar eso, sólo los jueces y los tribunales, indica que ahí hay algo que falla.

P: Pero está la aplicación del artículo 155, que sí es una previsión de la Constitución.

R: Sí claro, pero incluso con el 155 en vigor ellos siguen con lo mismo, con que van a declarar la República. Políticamente debería haber más instrumentos. En la Constitución falta una cláusula que se llama de intangibilidad, que sí tienen Francia, Italia y Alemania, que dice que no se puede hacer ninguna propuesta que afecte a la unidad territorial.

P: ¿Y es el momento adecuado?

R: No hay un panorama político en España como para hacer un cambio de esta índole. Los que dicen que tiene que haber el mismo consenso que en el 78 saben que no, que ni los nacionalistas ni el grupo éste de Podemos están dispuestos a eso. Ellos prefieren dinamitar las instituciones, como si debajo de ellas estuvieran los jardines del paraíso. El máximo consenso al que se puede aspirar lo representan el PP, PSOE y Ciudadanos, pero en este país hay una auténtica aversión a los pactos.

P: Y qué opina del auge de Ciudadanos, situado como primera fuerza política en los últimos sondeos.

R: Yo nunca he sido partidario de un solo sondeo, porque los sondeos no te dicen lo que ocurre, sólo te facilitan una tendencia. Pero cuando coges varios que son homogéneos y los pones juntos, ya sí te dicen para dónde van los partidos. Pues bien, lo que dicen con toda claridad es que el partido que actuó con total coherencia en Cataluña va a ser premiado en toda España. Los otros estuvieron ahí en un ten con ten con los nacionalistas, y no van a ser premiados. En los sondeos, todos los partidos tienen unas curvas que indican que van subiendo y van bajando... pero cuando encuentras un partido con una línea sólo ascendente, significa a todas luces que ese partido va muy bien.

LA ENCRUCIJADA DEL PSOE

P: ¿Y en qué encrucijada se encuentra el PSOE? Porque tiene una vía de agua por el centro, con C's, y otra por la izquierda, con Podemos. ¿Cuál debe taponar primero? Antes las batallas políticas se ganaban por el centro, pero la política en España ha cambiado mucho.

R: Mire, el centro no existe. Pero vamos a ver, yo he dirigido elecciones muchos años y he sacado varias veces mayoría absoluta, así que un poquitito sé y le aseguro que es un error hacer una estrategia electoral intentando taponar por aquí y por allá. ¿Cómo se hace la estrategia electoral? Se hace autónomamente, sin mirar ni a derecha ni a izquierda. Si estoy mirando de reojo qué están haciendo los demás, mala cosa. Tenga usted un proyecto claro. Y no tenga miedo, que es lo que ocurre hoy en España donde, como ya he dicho, hay aversión al pacto. Justo la otra cara de la moneda de lo que ocurrió en el 78, cuando éramos capaces de ir a la cueva de nuestro peor enemigo porque teníamos convicciones firmes.

P: No me gustaría despedirme sin preguntarle por el caso de los ERE, ahora que estamos en pleno juicio. Usted no se ha pronunciado apenas. ¿En qué cree que va a acabar?

R: En nada. Vamos, en nada en lo político. Claro que ha habido gente que se ha colado ahí, pero si hay unas ayudas a una empresa y se hace una lista con las personas que deben tener derecho a dicha ayuda, ¿quién conoce a las personas de esa lista? Los conocen las empresas y los sindicatos. Ésa es la verdad. Si quieren buscar por qué se metieron nombres de personas que no trabajaban, sólo los conocen esos. ¿El consejero de turno o el presidente va a saber si un tal Pepe Rodríguez, de una empresa de Linares, trabajaba realmente o no allí? ¡Venga ya! La corrupción existe cuando se estafa para llevarse uno el dinero. ¿Alguien piensa que el presidente y los consejeros se han llevado una peseta? Pues entonces no hay corrupción. Habrá habido irregularidad, ilegalidad administrativa, lo que usted quiera, pero corrupción no.

P: Pues existe el drama de políticos cuya fotografía de final de carrera va a ser la de estar sentados en el banquillo.

R: Sí, los mismos que todo lo que tienen es una pensión.