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Un espacio para la convivencia

Sylvia Koniecki, presidenta de Andalucía Acoge

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Hace 16 años, las Naciones Unidas decidieron elegir el 18 de diciembre como un día de conmemoración para las personas migrantes. Las migraciones son parte de nuestra historia, así como un motor imprescindible para el avance de nuestras sociedades: miles de personas emprenden cada año un viaje incierto en busca de un futuro más próspero o más seguro, dejando atrás lazos familiares y afrontando nuevos retos personales y colectivos.

Las sociedades de acogida se diversifican y enriquecen con la llegada de personas de distintos orígenes y culturas. La diversidad -entendida ésta como un crisol de miradas que iluminan la realidad desde múltiples puntos de vista- nos da la oportunidad de crear una sociedad más abierta y plural, con mayores capacidades para adaptarse a las nuevas realidades que nos depara el futuro.

No obstante, esta construcción conjunta de la sociedad que queremos no puede dejar a nadie atrás: es necesario dar cabida a las distintas sensibilidades que la conforman, permitiendo que todas ellas puedan expresarse abiertamente y tomen parte en los procesos de decisión. Pero existen una serie de dificultades añadidas que obstaculizan la participación activa de todas las personas que residen en nuestros pueblos y ciudades, como el hecho de que no todas tengan reconocidos los mismos derechos o la existencia de estereotipos que operan sobre determinados colectivos, que los relegan a posiciones de desventaja desde las cuales difícilmente logran que sus necesidades sean escuchadas.

En el caso de la población inmigrante, el pleno reconocimiento de la ciudadanía se ve obstaculizado por las propias políticas migratorias, que vinculan su permanencia en el país a la obtención y mantenimiento de un empleo. De esta forma, la persona no es valorada en su integridad, sino únicamente en función del beneficio económico que aporta al país. Por otra parte, los gobiernos europeos han optado por blindar las fronteras y por construir una “Europa Fortaleza” que, además de ser poco eficaz, acrecienta el sufrimiento de miles de personas que se ven obligadas a buscar vías cada vez más peligrosas para tratar de labrarse un futuro. Lamentablemente, el espíritu de estas políticas opera sobre el inconsciente colectivo, como lo demuestra el incremento de la xenofobia en gran parte de los países de nuestro entorno.

Para hacer frente a estos riesgos es preciso crear un nuevo discurso. Un discurso que se preocupe por desmontar los falsos mitos que operan sobre las personas migrantes, pero que no sea meramente defensivo. Y así nace este espacio, que quiere ser de reivindicación y denuncia, pero sobre todo un espacio para la reflexión, donde tengan cabida historias individuales y distintos puntos de vista. Un espacio para todas las personas que convivimos en nuestra compleja sociedad actual.

Hace 16 años, las Naciones Unidas decidieron elegir el 18 de diciembre como un día de conmemoración para las personas migrantes. Las migraciones son parte de nuestra historia, así como un motor imprescindible para el avance de nuestras sociedades: miles de personas emprenden cada año un viaje incierto en busca de un futuro más próspero o más seguro, dejando atrás lazos familiares y afrontando nuevos retos personales y colectivos.

Las sociedades de acogida se diversifican y enriquecen con la llegada de personas de distintos orígenes y culturas. La diversidad -entendida ésta como un crisol de miradas que iluminan la realidad desde múltiples puntos de vista- nos da la oportunidad de crear una sociedad más abierta y plural, con mayores capacidades para adaptarse a las nuevas realidades que nos depara el futuro.