Lepe, el segundo municipio de la provincia de Huelva en número de habitantes (28.000), se fragmenta. Las últimas elecciones municipales, las de mayo de 2011, revalidaron la mayoría absoluta del Partido Popular (PP), pero reservaron hueco en la Corporación al Partido Socialista (PSOE), Partido Andalucista (PA) e Izquierda Unida (IU). Las encuestas generales proyectan un mapa político igual o más variado y mucho más ajustado para 2015 en el municipio lepero, como en otras muchas poblaciones. En este caso la segmentación la delimitan los ediles, no los partidos, al menos a día de hoy, a casi dos años de los próximos comicios.
El polvorín en el que se ha convertido la Corporación por conflictos internos en PP y PSOE motiva que cada uno de los concejales y sus seguidores tengan un peso decisivo.
El alcalde, el popular Manuel Andrés González, ha prescindido de la hasta ahora su número tres y segunda teniente de Alcalde, Josefa Cristo, para las labores ejecutivas. Pasa a ser una concejala sin competencias “por la reestructuración de las áreas de Gobierno, que se reagrupan y reducen en número, con el propósito de optimizar los recursos municipales y su gestión”. Es la versión oficial. La de Josefa Cristo es que su destitución responde a discrepancias con otros compañeros del grupo, en especial con el primer teniente de alcalde, Juan Manuel González. El posible adiós de Manuel Andrés González, con proyección política regional, aviva la disputa. El alcalde lepero es parlamentario andaluz y actual presidente de los populares onubenses.
Cristo valorará en los próximos meses la idoneidad de una candidatura independiente. Su dedicación a los servicios sociales durante años le permite contemplar esta posibilidad apoyada en el contacto directo con la ciudadanía.
No es la única opción para un grupo independiente o para establecer acuerdos que alteren el estado de cosas actual. Tres de los cinco concejales del PSOE en el Ayuntamiento lepero se marcharon de la formación en junio. María del Mar Antonete, María Isabel Fernández y José María Álvarez son ahora concejales no adscritos. Los servicios jurídicos del Consistorio le han impedido constituirse en grupo mixto en plena legislatura, un deseo que les hubiera convertido en la segunda fuerza política, ya que el PA tiene dos ediles por uno de IU.
Los problemas internos del PSOE de Lepe no son nuevos. Gobernó durante 20 años, hasta la irrupción del popular Manuel Andrés González hace una década. El municipio lepero, una de las referencias económicas de la provincia de Huelva, fue feudo socialista hasta 2003. Entonces, el PA dio el apoyo necesario al PP. A continuación llegaron dos mayorías absolutas de González y graves conflictos en el seno del PSOE. Ya en julio de 2010, la Comisión Ejecutiva Federal suspendió de derechos de militancia a 132 de los 135 militantes del partido en Lepe por la división en la agrupación a cuenta de los posibles candidatos para las elecciones de 2011.
IU cierra la lista de grupos políticos con representación en el Ayuntamiento de Lepe, pero un único concejal le es suficiente para ser la posición más activa en la actualidad frente a la mayoría absoluta del Partido Popular -13 ediles. Hoy por hoy constituye el grupo más batallador para el equipo de Gobierno y la coyuntura de Lepe le abre nuevas expectativas para 2015. El munícipe Javier Valderas, hijo del actual vicepresidente de la Junta de Andalucía, Diego Valderas, gana en número de iniciativas y reivindicaciones y por presencia en los medios de comunicación. Gana al Partido Socialista (PSOE), herido tras una escisión, y al Partido Andalucía (PA), que tiene más representantes en el Pleno pero una nula presencia mediática y una inexistente labor orgánica local desde las últimas elecciones. Ni una sola rueda de prensa, ni un sólo comunicado y un futuro por definir tras dos resultados en descenso en las dos últimas citas con las urnas.
A Valderas se le puede ver todos los jueves de 10 a 12 en la Plaza de España de Lepe, junto a la Casa Consistorial. Allí recibe a los ciudadanos que lo deseen. La postura simbólica se corresponde con la reivindicación de una dependencia en el Ayuntamiento durante los dos últimos años. “Estaba harto de preparar los plenos en cualquier sitio, de no poder recibir a nadie dignamente o de tener que hablar con los ciudadanos en los pasillos del Ayuntamiento”, dice.