Pacto de no agresión en la izquierda andaluza: ¿puede Unidas Podemos ceder la marca Adelante a Teresa Rodríguez?
La coalición Unidas Podemos por Andalucía se ha marcado una hoja de ruta para lograr la reunificación de las izquierdas y evitar que la fragmentación del voto en cuatro papeletas -tres a la izquierda del PSOE- facilite la victoria a las derechas en las elecciones de 2022. Los contactos ya han comenzado. El capítulo más difícil de esta estrategia consiste en reconstruir puentes con la líder de Anticapitalistas, Teresa Rodríguez, su ex socia y ex dirigente del grupo parlamentario Adelante Andalucía, en el que militaban juntos hasta que fue expulsada con otros diez diputados afines bajo la acusación de tránsfuga.
El objetivo que se han marcado Toni Valero, coordinador andaluz de IU, y Martina Velarde, líder de Podemos Andalucía, es que todos los dirigentes de esta diáspora de izquierdas en perpetuo litigio acaben, de nuevo, bajo unas mismas siglas y un mismo proyecto político. “Un frente amplio”, dicen, parafraseando a la vicepresidenta del Gobierno, Yolanda Díaz. El camino para lograrlo es largo y está jalonado de piedras, porque la desconfianza y la animadversión mutua que se han proferido en el pasado es total.
De modo que para crear un “marco propicio” al entendimiento, Unidas Podemos ha “aparcado la disputa jurídica con Anticapitalistas”, esto es, la intención de impugnar ante la Junta Electoral el uso de su antigua marca, Adelante Andalucía, con la que Teresa Rodríguez pretende volver a presentarse a las próximas andaluzas, explican fuentes de la coalición. “Todas estas crisis latentes las hemos apartado de nuestra hoja de ruta para lograr concurrir juntos y más fuertes a las urnas”, añaden.
No es que se haya descartado de plano el recurso jurídico, simplemente se ha dejado “en suspenso” porque el objetivo ahora es lograr la unidad de las izquierdas. Claro que si esa empresa no prosperase, si no hubiera reconciliación “táctica” entre Teresa Rodríguez y sus antiguos socios, el dilema para Unidas Podemos sería el mismo: ¿cómo conciliar el discurso de “unidad en la izquierda” si, nada más arrancar la campaña electoral, inicias un litigio jurídico contra tus viejos compañeros para evitar que compitan con el nombre Adelante? ¿Habría que renunciar definitivamente a la marca en pos de un objetivo común, menos ambicioso, que Rodríguez ha dado en llamar “pacto de no agresión”?
Esta posibilidad tiene adeptos y detractores en Unidas Podemos, según varias fuentes consultadas. Para algunos, las heridas están muy recientes y no ven con buenos ojos renunciar a un proyecto que construyeron juntos y que generó tanta ilusión en la campaña electoral de 2018, aunque el resultado quedara muy por debajo de sus expectativas. “Nosotros no renunciamos a Adelante, nos arrinconaron primero, luego nos invitaron a marcharnos porque querían convertirla en una CUP andaluza”, recuerdan, aunque enseguida apostillan que “revivir toda la guerra sólo nos hará daño a nosotros y nuestro objetivo común, que es impedir que la derecha se consolide en el poder y siga limando los servicios públicos de Andalucía”.
Otros miembros de Unidas Podemos defienden que la “disputa jurídica” es secundaria, porque ahora están centrados en “hacer todo lo posible por concentrar todas las fuerzas de la izquierda bajo una misma papeleta, para que el sistema electoral no nos penalice y de nuestra división se vuelvan a beneficiar las derechas”. La impugnación de la marca Adelante Andalucía ante la Junta Electoral “no es una carta” en la negociación con Teresa Rodríguez, “no es una pistola sobre la mesa” para convencerla de que lo mejor es concurrir juntos a las andaluzas. “El resultado del 2D fue muy claro: un Gobierno de PP y Ciudadanos sostenido por la extrema derecha de Vox. Ahora ya lo sabemos. ¿Vamos a hacer lo mismo? ¿No merece la pena hablarlo?”, se preguntan.
El manifiesto del 4D
El pasado 4 de diciembre, coincidiendo con la conmemoración de las manifestaciones multitudinarias de 1977 por la autonomía plena andaluza, la coalición Unidas Podemos lanzó un manifiesto que contenía una serie de principios fundacionales, pero también la hoja de ruta para tratar de reunificar a las fuerzas de izquierdas, políticas y sociales: “Un frente amplio para ganar Andalucía”. Ese documento contenía un párrafo, muy meditado, que abría la puerta a recuperar relaciones con Teresa Rodríguez, la líder de Anticapitalista, expulsada por sus socios del grupo parlamentario Adelante Andalucía, bajo la acusación de tránsfuga.
Es lo más parecido a un armisticio en la izquierda andaluza. En términos narrativos, es como si Marco Junio Bruto llamase a Julio César para reconciliarse después de apuñalarle en el Senado de Roma [léase que el papel de Bruto es igualmente atribuible a unos y a otros, según el concepto de “traición” que se profesan sus protagonistas] El párrafo en cuestión dice así: “Aprendamos de nuestros errores y superemos las divisiones del pasado. Pongamos a disposición de nuestro pueblo lo mejor de cada uno y cada una para cambiar el rumbo de Andalucía. Sigamos profundizando en la construcción de la unidad. Sabemos que la unidad no se construye en torno a personas y siglas. La unidad se construye en torno a ideas y propuestas”. Y concluía con un llamamiento “a las organizaciones políticas y sociales con las que compartimos una visión del cambio que necesita Andalucía. En el frente amplio andaluz no sobra nadie”.
Unos días después de lanzar este mensaje, los portavoces de Unidas Podemos en Andalucía, Toni Valero y Martina Velarde, acordaban cómo y cuándo iniciar la primera ronda de contactos con el resto de formaciones de izquierdas: Valero telefonearía a Esperanza Gómez, líder de Más País Andalucía y cabeza visible de una nueva coalición electoral: Andaluces Levantaos; y Velarde llamaría a Teresa Rodríguez.
Era el primer acercamiento entre quienes fueron socios cofundadores de Adelante Andalucía, la única marca electoral a la izquierda en el PSOE en las elecciones de 2018. Ahora son tres, fruto de la división interna y el enfrentamiento fratricida de sus dirigentes. La maraña de traiciones, sinsabores y apuñalamientos que se sintetizan en la expresión que recoge el manifiesto de UP -“nuestros errores y divisiones del pasado”- aportan material para un serial sobre la lucha de poder y el desmoronamiento de un ideal político aplastado por la incapacidad de entendimiento entre sus protagonistas.
Adelante Andalucía fue el resultado de unas expectativas de unidad en la izquierda muy, muy altas -con la ambición de superar a un PSOE desgastado tras 37 años en el poder-, de modo que el derrumbe del proyecto, tras el fracaso de las elecciones que dieron paso al primer Gobierno andaluz de derechas, fue proporcional. La suma terminó restando. La confluencia de IU, Podemos y otros grupos andalucistas minoritarios obtuvo 17 escaños -Podemos e IU por separado tenían 20 en el mandato anterior- y perdieron 300.000 votos. Y esto ocurrió en el peor momento político en cuatro décadas del partido hegemónico en la izquierda, un PSOE que llevaba 37 años consecutivo gobernando, y daba claras señales de desgaste, hastío y agotamiento. Perdieron 400.000 votantes y la alternativa progresista al socialismo no supo arrebatarles ni uno. La gente prefirió quedarse en casa y no votar antes que pasarse a Adelante.
Esa caída desde muy alto dejó a la izquierda andaluza rota en tres pedazos, que han seguido despedazándose entre sí desde entonces. La primera llamada de Velarde a Teresa Rodríguez busca reconstruir relaciones en un escenario muy, muy complicado, porque las heridas están muy recientes y aún supuran. No hace ni dos meses que los responsables de Unidas Podemos en el Parlamento andaluz denunciaban a la gaditana, ahora en la bancada de no adscritos, por haber usado irregularmente 20.000 euros del grupo parlamentario Adelante para el alquiler de dos pisos en Sevilla para ocho diputados no adscritos, ligados a Anticapitalistas. Un gasto que la interventora de la Cámara consideró “incompatible” con las dietas de alojamiento que ya percibían sus señorías, decía su informe, que golpeó de lleno en el frontispicio moral de Rodríguez, ardua litigante contra las dietas que cobran los diputados. “Quieren aniquilarnos. Nos quieren muertas políticamente”, dejó dicho la gaditana.
A pesar de los arañazos políticos y personales, todas las fuerzas de izquierda coinciden en una máxima: llegar a las elecciones andaluzas de 2022 con el bloque progresista fragmentado en cuatro papeletas -PSOE, Unidas Podemos, Adelante Andalucía y Andaluces Levantaos- “es un gravísimo error histórico”. Las tres fuerzas a la izquierda de los socialistas tratan de conjurarse para que eso no ocurra, porque están convencidos de que la consecuencia directa será que “la derecha se consolidará en el poder, probablemente formando gobierno o apoyada en la extrema derecha”.
Sus ideales, sus propuesta, su programa electoral facilita el entendimiento, pero su animadversión personal y la experiencia de una nefasta convivencia en la oposición lo complica. Pero no sólo. La reunificación con Anticapitalistas también es complicada en términos políticos: Rodríguez quiere un partido soberanista con el centro de poder de decisión en Andalucía, no quiere ser la representación andaluza de una coalición nacional, que decida desde Madrid, porque ya pasó por eso con el Podemos de Pablo Iglesias y salió esquilmada. Y ahí reside la mayor dificultad: el único espacio político propio de Teresa Rodríguez, lo que más le distingue de las otras opciones de izquierdas, es su posicionamiento crítico y combativo con el Gobierno de Pedro Sánchez y la coalición PSOE-Unidas Podemos. Adelante aspira a ser contrapoder en el Parlamento andaluz, pero también en el Congreso de los Diputados, con un discurso pseudonacionalista que prima el interés de su territorio por encima de otras consideraciones.
La consolidación de la derecha andaluza
Los sondeos de intención de voto publicados apuntan a una victoria holgada del presidente y líder regional del PP, Juan Manuel Moreno, aunque sin la mayoría necesaria para reeditar su Gobierno de coalición con Ciudadanos. Los naranjas quedarían casi extinguidos y su espacio, como socio preferente, lo ocuparía Vox.
Con ese mar de fondo, Valero llama a Esperanza Gómez y Velarde telefonea a Teresa Rodríguez, y todos parecen estar de acuerdo en el fondo de la cuestión, aunque en la superficie azotan las tormentas. “Es más fácil el acercamiento con los de Más País y sus aliados andalucistas, porque no compartimos con ellos un pasado tan destrozado como el que tenemos con Teresa”, admiten fuentes de IU. Pero el manifiesto del 4D es claro y la llamada de la actual líder de Podemos Andalucía a su predecesora así lo hace saber: el objetivo que persigue Unidas Podemos es “de máximos”. No basta con “un pacto de no agresión” entre izquierdas, que allanaría el camino a las derechas, como dejó escrito Rodríguez en su cuenta de Facebook para resumir su conversación con Velarde.
Hay intermediadores, personas del ámbito de la izquierda, de la sociedad civil y del mundo universitario, incluso ex dirigentes que mantienen buenas relaciones con todas las facciones en liza que están ejerciendo de “cascos azules” para propiciar el reencuentro, al menos táctico, de cara a las próximas andaluzas. Uno de los handicap que está encontrando este diálogo entre bambalinas es que Unidas Podemos aún no ha elegido a su candidato, y el perfil de la persona que va a representar al “frente amplio” de izquierdas puede ser determinante en el acuerdo y en la ruptura.
La coalición resta importancia al nombre y posterga la decisión hasta marzo, si es que Moreno convoca en junio u octubre, como ha anunciado. Pero el dilema tampoco está resuelto entre los socios: Valero ha empezado a postularse, aunque no abiertamente; Velarde se ha autodescartado, pero en Podemos no quieren dejar que la candidatura recaiga en un dirigente de IU. Tampoco es descartable que haya un candidato independiente, si logra aglutinar la voluntad de todos.
Lo que se busca, por muy inimaginable que parezca ahora, es la reunificación. La reconciliación de los ex socios, artífices del guerracivilismo en la bancada progresista, por un proyecto común que pasa por ensanchar el bloque de izquierdas para impedir que Moreno siga gobernando. El último barómetro del Centra, una macroencuesta financiada por la Consejería de Presidencia, sigue pronosticando la ventaja del bloque PP, Ciudadanos y Vox [51,5%] sobre el bloque PSOE, Unidas Podemos, Adelante Andalucía y Andaluces Levantaos [42,8%].
El origen de la ruptura
El uso “unilateral” de la marca Adelante Andalucía por parte de Anticapitalistas y la reorientación del proyecto político hacia posiciones más soberanistas -casi nacionalistas- está en el origen de la disputa entre Podemos, IU y Teresa Rodríguez, que desembocó en el derrumbe de la confluencia y la guerra civil entre sus fundadores. El círculo de la gaditana inscribió el nombre de Adelante en el registro de partidos políticos del Ministerio de Interior, con el pretexto de evitar que se lo apropiasen los errejonistas. Tras las elecciones, IU exigió a Rodríguez que retirase la marca del registro -controlada sólo por Anticapis- y reclamó que la confluencia fuera un proyecto mancomunado. No hubo entendimiento, de hecho, Rodríguez tomó el control de Adelante tras abandonar la dirección de Podemos Andalucía, y empezó a adoptar decisiones con una nueva mayoría de los partidos integrantes en la coalición que ella misma había propiciado al facilitar la entrada de Anticapitalistas (documentos políticos, cuentas bancarias, cuentas en redes sociales...).
Lo que sigue es conocido por todos: IU y la nueva dirección de Podemos terminarían expulsando a Rodríguez de Adelante, amparándose en una reforma exprés del reglamento del Parlamento, y acusando a su antigua socia de “tránsfuga”. La gaditana y los 10 diputados más próximos a ella ocupan desde entonces la bancada de los no adscritos, sin apenas capacidad legislativa en la Cámara, sin posibilidad de hacer preguntas, registrar iniciativas o ejercer el control al Gobierno de Moreno.
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