En la frontera entre los meses de abril y mayo, según lo estipule el calendario festivo de cada año (este año el 5 de mayo), Córdoba revive una particular batalla que cuenta ya con más de un siglo de vida y da el pistoletazo de salida al resto de eventos del Mayo Festivo cordobés. Es la Batalla de las Flores, una suerte de guerra donde, paradójicamente, lo que se hace, no es otra cosa que echarse flores los unos a los otros.
Con más o menos intención, con más o menos tino, la Batalla de las Flores se lidia a ‘clavelazo’ limpio. Agolpados tras las vallas divisorias de un circuito establecido en pleno centro de la ciudad, miles de cordobeses se dan cita cada año, con las manos llenas de claveles, a la espera del inicio de la batalla. Y en tres, dos, uno….la guerra comienza, lanzando claveles al público que pasea en el desfile de carrozas adornadas para la ocasión, y recibe los clavelazos que los espectadores lanzan a su vez. Una suerte de lluvia de miles de flores a uno y otro lado, que van y vienen, que apuntan a sus objetivos en una batalla de color y alegría por las fiestas que se avecinan.
“Echarse flores”
Lo que hoy es un desfile de una quincena de carrozas creadas y ornamentadas con motivos florales cada año, hunde sus raíces en la cultura popular de los antiguos juegos florales, donde se tiraban flores y donde se fraguó el dicho de “echarse flores”. Aunque la primera edición como tal Batalla de las Flores que se conoce en Córdoba, se remonta al año 1915.
Las imágenes que se conservan en el Archivo Municipal de aquella primera Batalla de las Flores trasladan al espectador un siglo atrás, a una zona aledaña al Paseo de la Victoria donde actualmente se celebra este evento, espacio donde en aquellas fechas se vivían los festejos y ferias de la ciudad. Entonces, lo que se adornaban con flores eran los vehículos de la época, que aparecen ornamentados con guirnaldas de flores, en la bienvenida al mes de la primavera por excelencia en Córdoba que hoy se sigue saludando con esta batalla.
E, igualmente que ahora desde las carrozas los integrantes de coros, peñas y grupos van ataviados con traje corto o de gitana, en la primera edición de la Batalla de las Flores, en el interior de aquellos vehículos se paseaban, en su mayoría, las mujeres de cada familia con sus mejores galas.
Desde aquella primera edición de 2015, hay que pasar luego a la década de los años 30 del pasado siglo para volver a ver la repetición de la Batalla de las Flores, y más tarde en los años 40 y 50. Porque la continuidad anual de esta fiesta no se fijó hasta hace tres décadas, cuando de la mano de la Federación de Peñas Cordobesas, se viene celebrando puntual a su cita con el Mayo Festivo desde 1988.
Desde entonces, la Batalla de las Flores es la manera que la ciudad tiene de decirle al mundo que Córdoba entra en su mes más festivo. Música y caballos acompañan a este tradicional desfile sobre el que sobrevuelan cada año unos 90.000 claveles. Son la munición de esta guerra, que no distingue entre público y autoridades, donde todo el mundo empuña el clavel, afina la puntería y lanza su dardo más florido.