La raza de la cabra malagueña tiene mucho de lo que presumir. Es marrón y algo más alta de lo normal. Produce mucha leche de gran calidad por su alto valor proteínico. Y además, está acostumbrada a comer arbustos de zonas áridas, ramones de olivo o subproductos de cultivo, por lo que se trata de un animal muy eficiente y ecológico. Por todo esto, y algunas cosas más, cada año se celebra una fiesta en honor de las cabras malagueñas una fiesta en Casabermeja. Va por la 11ª edición, y al concurso de tapas (este año a base de chivo lechal) se añaden talleres para niños, mercados, pandas de verdiales y conciertos.
Casabermeja, un municipio a unos 20 kilómetros de la Costa del Sol, es conocido sobre todo por su fascinante cementerio (del que te hablamos en este reportaje), que se divisa desde la carretera que lleva a la capital. También es la sede de la Asociación Española de Criadores de la Cabra Malagueña, constituida en 1983, y que desde hace algo más de una década viene potenciando el conocimiento de esta raza autóctona, pero muy extendida por toda España. “Nos dimos cuenta de que no la conocía ni Dios. Es como si la gente de Huelva no conociera el cerdo ibérico, o la de Jaén el aceite de oliva. Málaga es la principal productora de leche de cabra de Europa, y resulta que lo desconocemos...”, comenta Juan Manuel Micheo.
Micheo, especialista en ganado caprino, ha sido secretario ejecutivo de la Asociación durante casi 20 años y este año es el pregonero de la fiesta. Aunque acaba de dejarlo, habla con pasión de las bondades de este animal, que cuenta con una cabaña de unas 300.000 cabezas en toda España, 200.000 de ellas en Málaga. Es la segunda raza por número de cabezas en España, sólo superada por la murciana-granadina. La cabra malagueña, originaria de la provincia, proviene de una raza que entró por los Pirineos y se fusionó con unas cabras que llegaron de Oriente Medio por Gibraltar. A partir de esta mezcla se desarrolló una población definida.
Un centro de mejora genética
La asociación, que tiene en Casabermeja su “centro de mejora genética”, trabaja con unos 35.000 ejemplares en un “libro genealógico”, que se elabora desde 1983, y que sirve para medir el “pedigrí” de los individuos. No se trata de un laboratorio de experimentación, sino de algo más sencillo: conseguir individuos que produzcan más leche, a base de fomentar la reproducción con los hijos de las cabras que más leche producen provenientes de ganaderías de toda España.
Esto ha permitido que en unos 20 años la producción media ha pasado de unos 400 litros anuales a casi 600, con un 3,5% de proteína. Hay animales que superan los mil litros y ganaderías con una media de 800, pero esto es excepcional.
La mejora de la producción y de la calidad de la leche facilita que los ganaderos que a duras penas pueden sostener una ganadería de tipo extensivo obtengan una rentabilidad suficiente. “No se trata de que trabajen 24 horas, sino de ser más productivo, y que puedan contratar”, comenta Micheo. En Málaga hay unas 1.500 ganaderías, con un tamaño medio de 450 cabras. Afrontan un complicado proceso de relevo generacional: “Hay ganaderías que cierran porque no encuentran gente para trabajar”.
Leche, quesos y cabrito lechal
Leche, quesos y cabrito lechal son la trilogía básica de los productos de la cabra malagueña. Como gran parte de su alimentación proviene del pastoreo, hay quien dice que la carne y la leche (y sus derivados) tienen unos aromas especiales. Faustino Domínguez, quesero de El Pinsapo y antes de eso, pastor de cabras, cree en cambio que todo el secreto está en la elaboración. “Lo que sí es cierto es que produce más leche y con más proteínas, porque nos hemos preocupado de traer los mejores sementales”, explica.
Domínguez dice también que la fiesta de la Cabra Malagueña es un buen escaparate, porque la producción sigue siendo artesanal y ellos no tienen el dinero “para salir en la tele”. Con el apoyo de la Carta Malacitana, la asociación creó una fiesta para el gran público. Se trataba de añadir actividades turísticas y culturales (cada año, el ayuntamiento incorpora una pintura con motivos caprinos a su Salón de Plenos), de involucrar a los restaurantes locales y de añadirle algo de jarana, que en esta edición aportan una panda de verdiales y Javier Ojeda.
Aprovechando el homenaje a la cabra, este año hay un taller de creación de instrumentos de percusión con piel de cabra, y otro en el que una decena de niños pintan con pigmentos naturales e intentan encender un fuego con la ayuda de un palo y unas cuerdas. También hay, claro está, un rebaño de cabras, de la multipremiada ganadería de Miguel Conejo, a las que los niños se acercan con curiosidad.
“Cuando se busca una buena genética, esta raza suena a nivel mundial. Hemos vivido siempre mirando a la playa, pero tenemos un medio rural muy rico”, dice Micheo. Con el modelo intensivo cada vez más en cuestión, el experto ve en este tipo de producción caprina un gran potencial para el desarrollo sostenible local. Por eso cada año Casabermeja hace una fiesta en honor de las cabras malagueñas.