“Naturaleza salvaje”. Diego Moreno, biólogo de la Agencia de Medioambiente y Agua de la Junta de Andalucía (Amaya), describe así la experiencia de bucear en una pradera marina de Poseidonias Oceánicas frente a la costa de Almería. “Es realmente como si estuvieras en un bosque sumergido, un bosque marino”, corrobora David León, Coordinador de proyectos de la asociación medioambiental Hombre y Territorio. “Las hojas pueden tener hasta un metro de longitud así que te puedes esconder bajo ellas y ese contraste verde con el azul del mar es irrepetible”. Diego y David son dos de los técnicos que mejor conocen este manto verde que atesora el mar frente a las costas de Almería, Granada y Málaga.
Un tesoro endémico del Mediterráneo y que, en el caso de Andalucía, se extiende desde el límite de Almería con Murcia hasta Punta Chullera (Manilva, Málaga). “Solo vive en la cuenca mediterránea, no sale al Atlántico para nada así que según nos acercamos al Atlántico las praderas se van haciendo cada vez más pequeñas hasta desaparecer”, explica Diego Moreno. En total, existen unas 5.700 hectáreas de una especie protegida, la Poseidonia Oceánica, que prácticamente cualquier bañista con unas gafas de bucear podría ver cerca de la orilla, sobre todo en Almería, donde son más abundantes, aunque las mayores y más frondosas extensiones están aguas adentro. “Son ecosistemas vivos”, continua Moreno. “A veces nos encontramos más de un kilómetro de anchura de pradera y kilómetros de extensión. Y donde hay buenas praderas, las playas están bien conservadas”, sentencia.
Los ejemplos son Cabo de Gata, la bahía de Almería o la de Almerimar. “Al ser una especie que se asienta sobre fondos blandos, sobre arena, retiene bien el sedimento e impide la erosión”, añade. Y ésa es solo una de sus funciones. Esta planta marina, una de las más longevas que se conocen en el mundo con hasta 5.000 años de vida, se caracteriza además por producir oxígeno y mitigar el cambio climático al ser capaz de absorber y retener CO2, los famosos gases de efecto invernadero.
Estos densos bosques sumergidos sirven, por último, de refugio para muchas especies, especialmente alevines de peces y crustáceos, algunos de interés comercial.
Abierto a todos
Conocida ya la extensión de estas praderas, trazado el mapa marino, queda ahora por conocer su profundidad, la cantidad de tallos que forman el bosque sumergido, para evaluar el CO2 que es capaz de retener. Así se puede conocer el potencial de la pradera. Y ahí es donde entra en juego el proyecto europeo Life blue natura y la acción de ciencia ciudadana. Este programa de voluntariado hace partícipe a la población para que, junto a científicos y conservadores, colaboren en el seguimiento de las praderas mientras disfrutan del placer de descubrir estos tesoros marinos.
“La experiencia es siempre muy gratificante”, explica David León, Coordinador de proyectos en Hombre y Territorio, la asociación medioambiental encargada de las campañas de voluntariado. “No todos los días puedes entrar en una zona de la pradera a la que los centros de buceo no pueden llegar mientras participas en un proyecto de conservación y aprendes sobre el ecosistema estrella del mar Mediterráneo”.
León cifra en más de 700 las personas que, desde 2009, se han inscrito en la Consejería de Medioambiente para participar como voluntarias en proyectos con Poseidonias Oceánicas. 400 de ellas ya han participado en algún proyecto. El único requisito es tener experiencia de buceo. No son necesarios conocimientos previos de biología.
La próxima inmersión será en otoño porque, como muchas plantas, la Poseidonia Oceánica también pierde hojas durante el otoño y con la hoja más corta es más fácil el conteo. “Las acciones de voluntariado se hacen en dieciséis localizaciones, en concreto”, explica David León. “Y en cada una de ellas, participan entre cinco y siete voluntarios”. En total, cerca de 90 personas entre Almería, Granada y Málaga. “No se cogen muestras, se toman datos in situ sobre la pradera. Ddensidad, cobertura de la pradera, longitud de la hoja, nivel de enterramiento sobre el sustrato… En definitiva, el nivel de salud de la pradera”, relata el especialista.
En este seguimiento, los voluntarios cuentan con la supervisión de monitores de la propia asociación medioambiental y técnicos de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía que, en total, cubren 35 estaciones de seguimiento (Apúntate aquí en la red de voluntarios).
Una especie amenazada
Los biólogos llevan años advirtiendo de los peligros que amenazan esta especie. Las obras litorales, los vertidos, la contaminación, la regeneración de playas… Actuaciones que ponen en riesgo la supervivencia de la planta. “Hay tramos en el Mediterráneo español en los que la Poseidonia Oceánica está en clara regresión. Afortunadamente en Andalucía la conservación es relativamente buena aunque existen puntos negros”, advierte Moreno, que cita como ejemplo Roquetas de Mar (Almería). “Tiene una zona bastante afectada por los dragados realizados a finales del siglo XX y por algo de pesca de arrastre ilegal que ha arrancado las matas”.
Moreno insiste en la importancia de que las praderas de Poseidonias Oceánicas sean conocidas por la población. “Así podremos protegerlas mejor, evitar que se destruyan con las obras litorales, vigilar mejor los vertidos”. “Hay un sentimiento de que el Mediterráneo está muy afectado y con muchos problemas pero todavía se conservan zonas que están bien y que son garantía de que el ecosistema litoral puede seguir funcionando”.
Málaga: Estepona, Saladillo, Caleta de Maro, Molino de Papel.
Granada: Cambriles, Los Yeso.
Almería: Bajos de Roquetas, Aguadulce, El Palmer, El Zapillo, Los Escullos, El Carnaje, Las Negras, Agua Amarga, San Andrés y El Calón.
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