La portada de mañana
Acceder
El juez se apoya en los ultras de HazteOir para alargar la causa contra Begoña Gómez
"Vamos a reconstruir el Reino Unido": la promesa de Keir Starmer
Opinión - Cuando los ciudadanos saben lo que quieres. Por Rosa María Artal

Fuengirola, playa de Finlandia

Un aplauso no sirve para trazar un perfil sociológico. El 6 de diciembre, día de su fiesta nacional, los finlandeses de la Costa del Sol aplaudían con precisión de cirujano y rigor solemne. El aplauso duraba tres segundos; la intensidad era suave y uniforme. Batían palmas y al terminar se hacía el silencio. Ni un murmullo se escuchaba en la sala donde se celebró el acto, en Torremolinos, aunque estaba casi llena: casi 900 finlandeses celebraban en un pueblo de Málaga el 97º aniversario de la independencia de Rusia, cuando murieron 450.000 compatriotas. Esos 900 fineses son una parte de una comunidad más amplia, especialmente en Fuengirola, donde hay varios medios de comunicación en suomi, el único colegio finlandés de España y un centro comercial llamado Finlandia. 4.501 finlandeses están censados en el municipio, y entre 15.000 y 20.000 residen en la Costa del Sol a tiempo parcial y sin registrarse. Se dice que es la comunidad de finlandeses más grande fuera de su país.

La Plaza Suomi es el centro de una barriada de Fuengirola de nombre tan genuinamente español como Los Pacos. A la plaza se llega bajando la Avenida de Finlandia. Hay aquí una Panadería-Leipomo, una Ferretería-Rautakauppa, una clínica de Fisioterapia-Kuntoutus y un Médico-Laakari. Casi todos los comercios se anuncian en, al menos, dos idiomas: español y finlandés (suomi). En este barrio está también el único colegio finlandés en España, un centro privado con unos 280 alumnos que sigue las prescripciones del prestigioso sistema educativo del país nórdico. Sus familias pagan unos 2.000 euros al año y eso también les da derecho al material escolar y al almuerzo. En el colegio solo pueden estudiar niños finlandeses que estén censados en Finlandia, una decisión controvertida impuesta por el Gobierno del país nórdico.

El colegio es clave para que las familias finlandesas puedan trasladarse temporalmente a España. El 18 de diciembre el almuerzo es especial: sirven arenques, salmón, cerdo asado y laatika, un puré (de patatas, zanahoria o col) hecho al horno. “Muchas familias no hacen esta comida aquí, porque se mezclan las costumbres”, explica Tiina Karlo, la secretaria del colegio, que lleva más de 20 años en Fuengirola.

Entre Finlandia y la Costa del Sol hay algunas diferencias. La primera, unos 30 grados de temperatura. Ningún finlandés aspira aquí a ver nevar durante las navidades, y si les entra la morriña, saben que deben acercarse a Sierra Nevada. Esto lo cuenta Marie Torkkel, una mujer de mediana edad que espera a su hijo a la puerta del colegio. Pasará las fiestas en Málaga por cuarta vez, y concede que algunos en Finlandia le pueden tener envidia “por la luz”. En Helsinki anochece a las 15.00, y en Laponia es de noche todo el día, explica, antes de apuntar otra diferencia: “Allí las canciones de Navidad son muy tristes”. Ella incorpora a los menús productos andaluces y finlandeses. Para salvar las distancias gastronómicas hay tiendas de internacionales que venden productos como el vino que los nórdicos toman caliente, el Glögi, a 2,90 euros el cartón. Existen también empresas especializadas en cátering de menús escandinavos, e incluso el Centro Comercial Finlandia, con todo lo que un finlandés pueda necesitar.

También en Los Pacos está la Iglesia Turística Finlandesa, que dirige el pastor Jorma Uimonen. Hay, además, una Iglesia Luterana Evangélica, la mayoritaria del país. Uimonen fue piloto comercial entre Málaga y Melilla en la década de los 90. También grabó un disco de country góspel, así que dice que en sus misas a veces se escuchan temas de Johnny Cash y “canciones latinas”. Regresó a su país por trabajo, y ahora está de vuelta a Málaga: “Para nosotros es raro celebrar la Navidad con tanto sol. Mi mujer vino ayer por la noche, después de pasar un mes en Finlandia sin ver el sol ni un día”.

Los Pacos es una urbanización inaugurada a principios de los años 70 por Teuvo “Teukka” Hakulinen, y es también el germen de una comunidad que aporta un elemento que parece el Santo Grial de los expertos en turismo: la desestacionalización, o cómo atraer visitantes durante temporada baja. Basta un paseo a media mañana para comprobar que aquí se ha dado con la fórmula. La idea de Hakulinen era que los deportistas de élite finlandeses entrenasen en Fuengirola durante el invierno. A partir de aquello, la popularidad de Fuengirola en Finlandia se disparó.

Katja Westerdahl, hoy concejala de Residentes Extranjeros, es parte de esa primera generación: llegó al pueblo en 1972, y desde entonces no pasó un verano en otro lugar. Dedica media jornada al ayuntamiento, y otra media a dirigir una revista y un periódico escritos en finlandés, que comparten espacio mediático con otros dos diarios y una radio. Como periodista, Westerdahl evita, por lo general, abordar temas de su país de origen: “Sacamos un curso de español para suscriptores, escribimos sobre costumbres de aquí y explicamos, por ejemplo, la fiscalidad española”. Como concejal, explica que la actividad económica del pueblo desciende cuando sus paisanos se marchan en abril o mayo. Los finlandeses tienen derecho a un año sabático: el Estado abona una parte de su salario, y cubre su puesto de trabajo con parados para que estos no pierdan el contacto con el mercado laboral, explica Westerdahl. Es el caso de Riina Nivonen: “Vinimos en agosto por un año. Y no echo de menos Finlandia. Me quedaría más de un año, ¡pero allí tengo un buen trabajo!”. Dice Westerdahl que ella celebra Reyes y Papá Noel, y que sus paisanos adoptan con ganas algunas costumbres españolas o andaluzas. “Muchos se visten de flamenco”, pone como ejemplo. “Hace poco fui a dar una charla al colegio a animarles a que abran los ojos y absorban todo lo que puedan de España. Aunque luego trabajen en Finlandia será un valor muy importante haber estado aquí”.  

Muchos residentes vuelven a su país por Navidad. Otros aprovechan las fiestas para visitar a quienes disfrutan aquí de su año sabático. Así que el flujo en las dos direcciones no se interrumpe. El colegio celebra su fiesta el día 19. Se alternan los villancicos y las canciones finlandesas, esas que son “más tristes”: y después de una sobre la distancia, el hielo se rompe, y los aplausos ya suenan más libres, sin ataduras. “Feliz Navidad a todos y próspero año nuevo”, dice la directora, en español, para cerrar el discurso. Suena incluso algún grito de celebración. Todo depende de qué se celebre.

Ubicación