Pedro Sánchez ha definido este sábado en Málaga el Gobierno progresista que pretende conformar como “el dique de contención” frente a una “ola reaccionaria” en Europa que “parecía imparable”. En su primera aparición pública tras cerrar el acuerdo de investidura con Junts, el presidente en funciones ha contrapuesto su propuesta a los gobiernos de derecha en España, subrayando que el PP solo puede pactar con la ultraderecha, insuficiente para una investidura de Alberto Núñez Feijoo. “Habrá cuatro años más de gobierno progresista”, ha dicho para arrancar su discurso.
“Los ciudadanos y ciudadanas nos dijeron que España solo puede ser gobernada si se reconoce el pluralismo político y diversidad territorial”, ha señalado, poco después de pedir “cordura y mesura” al PP, al que ha acusado de “complicidad” y estar “parasitada en sus contenidos por la ultraderecha”. A los populares les ha pedido que tengan el “arrojo” de rechazar el “abrazo del oso” de la ultraderecha, que les estaría parasitando en los contenidos y en las formas. “Lo que deben hacer es aceptar el resultado de las urnas”.
“El nuevo gobierno va a salir previsiblemente adelante con el respaldo de 179 escaños. Todos son legítimos representantes de la voluntad popular”, ha remarcado Sánchez, recordando que el PSOE ha llegado a acuerdos de investidura con todos los grupos de la cámara (Sumar, BNG, Junts, Esquerra Republicana, PNV, Bildu y Coalición Canaria), y que el PP solo lo hizo con Vox y UPN. El presidente en funciones ha prometido gobernar “para todos los españoles y españolas” y ante los socialistas europeos y en inglés ha reclamado ambición: “Mi generación aprendió que puedes tener razón y ser derrotado. Ahora no basta con tener razón, tenemos que ganar No por nosotros, sino por nuestros hijos e hijas. Por las generaciones futuras”.
“La derecha ha sido incapaz de plantar cara a la ultraderecha más reaccionaria”
Sánchez ha articulado casi todo su discurso en defender su Gobierno como el reverso del que podrían formar PP y Vox, que ya gobiernan juntos en cinco comunidades autónomas, cinco diputaciones provinciales y 145 municipios, instituciones desde las que “expandir mensajes y políticas de odio”.
El líder socialista ha definido a la ultraderecha como abanderados de “la involución, el retroceso de los derechos de las mujeres, de la lucha derechos LGTBI, de los trabajadores, de la lucha contra el cambio climático, hasta la cultura”. “¿Cómo no va a merecer la pena tener un gobierno progresista los próximos cuatro años?”, se ha preguntado.
Sin aludir explícitamente a ellas, Sánchez ha lamentado las concentraciones que se están realizando frente a sedes socialistas de toda España, y ha pedido al PP que se desmarque con claridad. “Hoy mismo la ultraderecha más nostálgica de la dictadura franquista exhibe símbolos y proclamas de un pasado oscuro que creíamos superado, y cuyo eco resuena la complicidad de una derecha tradicional parasitada en sus contenidos por la ultraderecha. Desnortada, incapaz de plantar cara a la ultraderecha más reaccionaria”.
“El problema es quién coloniza y parasita a quién”
Las elecciones, según el Presidente, fueron “un episodio más de una disputa global que empezó hace décadas y ahora se recrudece”: la del “progreso frente al retroceso”. En el contexto europeo, el apoyo electoral a la ultraderecha se ha multiplicado en los últimos diez años, y ya tiene presencia en cinco gobiernos nacionales. “El patrón siempre es el mismo: la derecha tradicional abraza las formas, discursos de la ultraderecha. El problema es quién coloniza y parasita a quién”.
Sánchez ha recordado que se daba por supuesto que la “siguiente en caer” era España, atendiendo a las encuestas previas al 23 de julio y al estado de opinión generado por “analistas siempre escorados a la derecha”. “Fueron a las elecciones a cumplir un mero trámite. Se repartían ya los ministerios. Volvieron a subestimar al PSOE”. “Ha sido aquí donde fracasaron se encontraron un dique de contención frente a la ola reaccionaria”, ha dicho el presidente en funciones, antes de alertar de la trascendencia de las elecciones europeas que se celebran el año próximo.
Sánchez ha presentado su futuro gobierno como el “viento en las velas” del progresismo europeo, remontándose al fin del franquismo para celebrar los avances sociales en España, y prometer una continuidad en esa senda: “España va a caminar hacia el pleno empleo, a converger en poder adquisitivo con Europa, a mejorar el estado del bienestar, vivienda digna…Para seguir haciendo de España una referencia mundial en feminismo”.
Protestas en Málaga
El discurso de Sánchez es el primero tras los acuerdos que garantizan el apoyo de Junts (el jueves) y PNV (el viernes) a su investidura, y se produce en un contexto en el que suben los decibelios y se producen incidentes violentos en las protestas contra su contenido, que incluye la amnistía para quienes participaron el proceso secesionista en Catalunya. El presidente en funciones no se ha referido a ella en ningún momento.
Además de reproducir la protesta en torno a la sede socialista de la calle Ferraz, el viernes por la noche, unas 500 personas se congregaron en torno a la Subdelegación del Gobierno de Málaga, donde el presidente en funciones se reunió con el canciller alemán Olaf Scholz. Los manifestantes cortaron el tráfico y corearon insultos a Sánchez.
Este sábado por la mañana, su presencia era muy inferior poco antes de la llegada del presidente. En torno a una treintena ondeaban banderas (alguna agujereada) y pancartas (“Libertad constituyente”) habían sido alejados por un gran despliegue policial a unos 300 metros de distancia del Palacio de Ferias y Congresos, donde se reunían cientos de socialistas europeos, incluyendo seis jefes de Gobierno europeos y cinco ministros del Gobierno de España (Diana Morant, Teresa Ribera, Luis Planas, José Manuel Miñones y José Manuel Albares), además de 34 miembros del PSE y unos 600 delegados.