Con un mínimo ejercicio de memoria cualquiera recuerda un tablero donde la tiza o el rotulador dejan su rastro. Pizarras hay muchas. Pero pocas con tanta historia como la pizarra que recogió los datos del referéndum sobre la iniciativa autonómica del 28 de febrero de 1980. Ahora la custodia el Museo de la Autonomía de Andalucía.
Nació para representar un acto de insumisión al Gobierno español, de la mano de un funcionario del Parlamento de Andalucía: José Borrero. Fue reutilizada para aprobar el Estatuto andaluz. Y, como le pasa a muchos protagonistas de la historia, llegó a caer en el olvido, de donde fue rescatada para su exposición junto a la Casa de Blas Infante, entre Coria del Río y La Puebla del Río (Sevilla).
La propia pizarra es, en sí misma, un emblema de la dificultad para el acceso a la autonomía. Es una obra artesanal, ante la negativa del Ejecutivo central de facilitar medios materiales para la celebración del referéndum, del que Borrero se convierte en artífice: un tablero de aglomerado con más de 3 metros de largo y 1,80 de altura comprado en un almacén de maderas de la sevillana calle Pagés del Corro. En el taller de pintura de un familiar en Mairena del Aljarafe adquiere color verde carruaje. Y en una farmacia de Mateos Gago, el funcionario encuentra el esparadrapo que sirvió para delimitar las casillas de cada provincia. Pizarra lista para entrar en la historia.
Autonomía por la “vía rápida” del 151
Aquel día en que giró la bisagra histórica de la región con una pregunta en referéndum hay una protagonista. Involuntaria y quieta, aunque actriz principal al cabo: la pizarra. El escenario para seguir los datos de la consulta fue el Casino de la Exposición de Sevilla. El resultado de la obra, como recogió en grafías el tablero: el 94,20% de papeletas decían 'Sí', con un 63,88% de participación.
El acceso al Estado de las Autonomías al mismo nivel que las denominadas “comunidades históricas” se realizó por la vía del artículo 151 de la Constitución. Un artículo que marca la “vía rápida de acceso a la autonomía” mediante un “procedimiento especial”. En virtud de ese camino, se podía obtener inicialmente “un mayor nivel de autogobierno, cumpliendo con unos requisitos más gravosos que los establecidos en el procedimiento común, regulado en el artículo 143”.
Del escenario, al sótano de la memoria
Y la cuestión planteada venía a pulsar el posicionamiento de los andaluces sobre qué vía tomar, el 151 o el 143. Ganó, por goleada absoluta, buscar la autonomía por la vía rápida. Tras la consulta sobre la iniciativa autonómica, la pizarra que contó la historia de la emancipación de Andalucía fue reutilizada en el referéndum para la aprobación del Estatuto de la Autonomía de 20 de octubre de 1981. Ese día, quedó ubicada en la puerta del hotel Macarena.
De tanta historia pasó al extravío, a los sótanos de la memoria reciente. Depositada en un almacén, a merced del tiempo y el olvido. Como si tantos servicios a la región fueran gratuitos. Uno de sus cobijos fueron las dependencias de la Asamblea legislativa autonómica. Antes anduvo contando sus batallas en el Pabellón Real de la Exposición Iberoamericana de 1929 de Sevilla, espacio que amparó temporalmente la sede de la Presidencia de la Junta de Andalucía en la preautonomía. Distintas ubicaciones en las que no faltó mucho para que pasara a mejor vida y no a la historia.
Su “rescate” llegó en 2008, tras la noche electoral de entonces. La pizarra se sacó del Pabellón Real para llevarla al centro de datos de aquella noche de votos. Y después devolverla de nuevo al olvido. Pero un grupo de trabajadores del Centro de Estudios Andaluces recuperó a primera hora de aquella mañana, bien temprano, con una furgoneta, cual película italiana, uno de los símbolos del proceso autonómico.
Al final, la pizarra encontró un destino acorde con su importancia y, desde hace años, figura expuesta en el Museo de la Autonomía. Comparte contexto junto a otros emblemas como la bandera, el escudo y el Himno de Andalucía ideados por el denominado Padre de la Patria Andaluza, Blas Infante. Como dijo el que fuera director del Centro de Estudios Andaluces en la firma del acuerdo de cesión con el Parlamento regional, Alfonso Yerga, es el “escenario natural” para la pizarra, ese emblema de la historia andaluza pintado en verde carruaje.