Este 28-F va a ser distinto. La foto fija no será la de un festivo más en el calendario y una entrega de medallas. La blanquiverde vuelve a la calle. Los recortes del Gobierno central han servido en bandeja el argumento a sindicatos, plataformas y partidos de izquierda para movilizar a los ciudadanos. Quieren resucitar el espíritu del 28-F. Pero el PSOE quiere ir un paso más allá. Si tres decenios atrás esta comunidad se convirtió en la clave del Estado de las Autonomías con su máxima del “café para todos”, José Antonio Griñán quiere devolverle el protagonismo de entonces con su proyecto de Estado federal.
Frente a las dos fuerzas contrapuestas que tensan el debate territorial, el neocentralismo y el nacionalismo-independentismo, busca convertir a Andalucía en la llave para abrir la puerta a un modelo de Estado que apacigüe las tensiones con términos como igualdad, solidaridad y respeto a la diversidad. Por eso, cinco días después de esta diada andaluza, desembarcará en el Círculo de Bellas Artes de Madrid con su plan bajo el brazo. El documento obligará, como ya saben en el PSOE-A, a un esfuerzo didáctico extra. Porque, ¿es este el momento idóneo para plantearlo?, ¿para qué le sirve al ciudadano de a pie?
Sí lo ve oportuno la ex ministra socialista de Cultura y profesora de Derecho Constitucional de la Universidad de Córdoba, Carmen Calvo, miembro del grupo de reflexión de la Fundación Alfonso Perales que ha elaborado la propuesta (no es algo cerrado, ya que se propondrá por la federación andaluza en la próxima conferencia política del PSOE). “Significa acabar con la discriminación, con que haya unas comunidades mejor financiadas que otras y con las negociaciones bilaterales de los territorios con el Estado, y que haya una clarificación del reparto de competencias”, argumenta, lo que se traduce en “igualdad”. Este paso hacia una “nación de naciones” y “reforzar la democracia sobre los derechos de las personas” es, para Calvo, muy necesario, porque contribuirá a que la política se centre y deje de estar en ese pulso constante que se arrastra desde hace 30 años.
En esa “redistribución de la riqueza”, en esa “igualdad entre personas”, que no entre territorios, está de acuerdo el profesor de Derecho y Política del departamento de Derecho Público de la Universidad Pablo de Olavide, Rafael Rodríguez Prieto, que, sin embargo, rechaza de plano un documento en el que ve pocos aspectos positivos. Sólo salva que se pretenda poner fin al cupo vasco y navarro y la revitalización del Senado. Ve oportuna la reflexión de que esta cámara deje de ser de segunda lectura y que se convierta en un instrumento de representación territorial para reforzar la democracia y sobre todo, para “dar más voz al ciudadano, a la gente, no sólo a las comunidades autónomas”.
Para Rodríguez Prieto lo que devalúa la propuesta del PSOE-A es que se plantea como una imitación “cateta” y propia de las “colonias”. “Las políticas nacionalistas marcan el camino y se hace seguidismo”, explica, recordando como un episodio la aprobación el Estatut catalán y la posterior reforma del andaluz recogiendo “párrafos idénticos”. Y en segundo lugar, ve un error que en vez de “mejorar” un “invento español” como es el Estado de las autonomías, se busque importar el esquema de funcionamiento de los lander alemanes.
Pero el factor que más le inquieta a este experto es el “autismo social” del PSOE. Resume la situación en la frase de la reina María Antonieta en plena Revolución francesa. “Si no tienen pan, que coman pasteles”, dijo cuando su pueblo moría de hambre. Su consejo: deberían reorientar sus esfuerzos a legislar sobre cosas prácticas como limitar el poder de los bancos o medidas para que las pymes se desarrollen tecnológicamente, sean más competitivas y generen empleo de calidad.
Un momento arriesgado
Hay voces en el PSOE que están en esta clave. No ven adecuado el movimiento de Griñán. Su propuesta llega en un momento político, social y económico arriesgado y, como apuntan, van a tener que dejarse la piel en un ejercicio pedagógico de resultado incierto. “No se puede perder el tiempo en un debate que o se resuelve bien y se rehúye de un simple debate nominalista, o se reforzará a la imagen del político alejado de la calle”, explica uno de los consultados.
Por ahí respira IU. El federalismo es uno de los sostenes de su discurso desde 1994, pero lejos de reivindicar la bandera que quiere ahora coger Griñán, y apuntarse el tanto, prefieren dejarlo pasar. El portavoz de IU en el Parlamento andaluz, José Antonio Castro, lo tiene claro: la actual coyuntura no es propicia para enredarse en esta discusión. Sobre las similitudes del texto de la Fundación Alfonso Perales con el suyo, “muchas”, aseguran otras fuentes de IU. Tan es así, que uno de los redactores del documento socialista, el catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Sevilla, Javier Pérez Royo, también defendió hace más de 20 años el federalismo como seña de identidad de IU, antes de abandonar estas siglas. La principal diferencia entre ambas propuestas radica en que la coalición apuesta por un federalismo de libre adhesión al reconocer el derecho de autodeterminación.
Desde que Griñán salpicara cada discurso con el término federalismo cooperativo, que entraña una reforma de la Constitución, en el PP no han dejado de oírse críticas. Su portavoz parlamentario, Carlos Rojas, opina que el líder socialista y presidente de la Junta está siendo un “irresponsable” por lo que implica su planteamiento de “rupturismo constitucional”. Lo ve “peligroso”, “desacertado” por el momento elegido y “contradictorio” con la reciente reforma del Estatuto andaluz, que promovió junto a Chaves, y en “la que no hablaron de federalismo, sino de andalucismo constitucional”. Rojas considera que todo es fruto del “afán de protagonismo” de Griñán y que yerra en su objetivo: porque evidencia su “desapego de la realidad” mientras se despista de sus tareas de gobierno, y porque despliega una “cortina de humo” para tapar sus “recortes y fraudes”.