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Renée Lafont, la historia de la primera periodista muerta en zona de guerra (y que ejecutó el franquismo)

Renée Lafont es la primera periodista muerta en zona de conflicto en el mundo. Antes que Gerda Taro. La reportera francesa cubría la guerra civil española cuando fue ejecutada en Córdoba por las tropas de Francisco Franco, en 1936. Los golpistas arrojaron su cuerpo a una fosa común. A partir de ahí, el olvido sepultó la historia de la corresponsal del periódico socialista Le Populaire.

La misma tierra que cubrió el cadáver de Lafont en el cementerio cordobés de La Salud ha sido sometida a trabajos arqueológicos. Y asociaciones memorialistas piensan que ella está entre los restos óseos exhumados. Ahora han localizado en Bayona (Francia) las tumbas de sus padres para facilitar la identificación genética, como adelantaba la Cadena Ser.

La pista es “un paso muy importante” para poner nombre y apellidos a los huesos. Con pruebas de ADN la filiación será “mucho más rápida”, sostienen investigadores del colectivo español Aremehisa y de la asociación gala Caminar. El hilo del que han tirado es otra periodista francesa, Maïtena Biraben, pariente lejana de Lafont.

Pero eso, cerrar el círculo genético, es tarea compleja. Y anunciar la localización de una persona concreta, un atrevimiento, según especialistas. “No podemos hablar de identificaciones cuando no se han hecho y no está entregado ni siquiera el informe” final del trabajo realizado en La Salud, explica el antropólogo forense Juan Manuel Guijo, director del proyecto junto a los arqueólogos Elena Vera y Jesús Román.

Un total de 21 cuerpos de víctimas del franquismo han sido exhumados con las tareas de excavación, paralizadas por falta de recursos públicos. Al Banco de ADN de la Universidad de Granada han sido remitidas 159 muestras de familiares de represaliados. Ninguna, por ahora, sería de Renée Lafont. “Del equipo científico lo único que hemos pedido es respeto a los tiempos y a los protocolos”, subraya Guijo.

Los corresponsales extranjeros del Studebaker

El 29 de agosto del 36 un coche se interna en zona rebelde, por equivocación. Los tres ocupantes, cuando perciben el error, intentan huir. Saltan del vehículo, un Studebaker del Ministerio de la Guerra republicano tripulado por corresponsales extranjeros.

Pero es tarde. Ya los han visto. Las tropas franquistas, alertadas por la intrusión, inician la cacería. Dos logran escapar. Otro cae herido en una pierna en el tiroteo. El “individuo que quedó en tierra, que resultó herido en una rodilla y ser mujer, de más de 50 años, y vestida de hombre”, describían los militares golpistas en su informe. Es Renée Lafont.

“Conducida –incomunicada– a Córdoba”, relatan los sublevados, como reveló la investigación de Patricio Hidalgo. Ahí, en Andalucía, la periodista francesa será condenada a muerte y ejecutada el día 1 de septiembre de 1936. Es la primera reportera muerta en zona de guerra.

Gerda Taro falleció casi un año después, el 26 de julio del 37. La fotoperiodista, que junto Endre Friedmann firmaba con el seudónimo Robert Capa, fue arrollada por un tanque republicano en un repliegue durante un ataque fascista de vueltas de la batalla de Brunete.

Renée Charlotte Amélie Lafont (Amiens, Francia, 4 de noviembre de 1877-Córdoba, España, 1 de septiembre de 1936) era traductora e hispanista. También escritora. Publicó dos novelas, L'appel de la mer y Les forçats de la volupté. Y periodista. La posible localización de sus huesos ha tenido repercusión mediática en Francia, con reportajes en medios como L'Humanité o Le Parisien.

El hilo genético de Lafont

En Saint-Léon, uno de los cinco cementerios de Bayona. Ahí está la tumba de los padres de Renée: Charles Lafont y Marie Ernestine Estelle Leclercq. El hallazgo de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Aguilar de la Frontera (Aremehisa) debe servir para poner nombre y apellidos a los restos óseos de la primera mujer aparecida en el camposanto cordobés de La Salud.

Porque faltan las pruebas de ADN que corroboren que aquellos huesos son de la periodista francesa asesinada por los franquistas en la guerra civil española. Como anunciaron, en marzo, los presidentes de Aremehisa, Rafael Espino, y de la Coordinadora Nacional de Organizaciones Memorialistas de Descendientes y Amigos de Exiliados de la España Republicana (Caminar), José García, que forman parte del Proyecto Renée Lafont Quest.

Estas entidades llevan “años” intentando “localizar, recuperar y repatriar” a Francia a Lafont, explicaron entonces. En la exhumación de La Salud apareció una mujer con un impacto de proyectil junto al fémur, como avanzó eldiario.es Andalucía. Un detalle que casa con la historia de la periodista, herida en una pierna durante la emboscada en la que fue capturada por los fascistas.

Y, además, la fosa “coincide temporalmente” con el día en que los golpistas fusilan a Renée Lafont, el 1 de septiembre del 36. Con esto, “presuntamente”, afinaban, los restos óseos “podrían corresponder” a la primera corresponsal de guerra muerta en zona de conflicto.

El hilo genético de Lafont enlaza con la periodista Maïtena Biraben. A través del árbol genealógico fueron “buscando familiares más cercanos” de la presentadora de televisión, pariente de la abuela paterna de Renée. El “recorrido documental” les llevó por cementerios de París y hasta “un pequeño fragmento de una noticia del año 1935” que cita el entierro de la madre de la reportera en Bayona, como detallan a Europa Press.

Ahora queda completar diversos trámites administrativos: en Francia, para exhumar a los padres de Lafont. Y en España, para entrar en el proceso de identificación genética de la Universidad de Granada. Arehemisa espera que estas labores “no se dilaten mucho”, quizás “unos meses”, calculan.

Las cautelas del equipo científico

“Del equipo científico lo único que hemos pedido es respeto a los tiempos y a los protocolos”, apunta el antropólogo Juan Manuel Guijo. “Y por supuesto no hablar de términos como identificación hasta que no estén los documentos en la mano, es fundamental, y no antes de tenerlo redactado –el informe final del primer trabajo arqueológico en el cementerio de La Salud– hablar de lo que hay en el subsuelo”, continúa.

Además, “en el inventario de las 159 personas –víctimas del franquismo– que hemos entregado al Banco de ADN de la Universidad de Granada no está” la familiar de Renée Lafont, prosigue. Por eso, reitera, “no podemos hablar de identificaciones cuando no se han hecho, y no está entregado ni siquiera el informe”.

“Una cosa es encontrar la tumba y otra los cadáveres, en Córdoba hemos encontrado contextos alterados, como en Cádiz y en tantos sitios”, describe. “En La Salud un porcentaje altísimo de las personas que se esperaban que estuvieran en el cuadro de San Ramón no estaban, hay un nivel de afección altísimo y no controlado en la documentación, exclusiones y presencia de enterramientos no esperados”, revela.

El equipo arqueológico declara de este modo sus cautelas. “No se puede saltar todo y decir ahí está, ¿y si luego hay un error? Hasta que no esté confirmado en ADN no se puede”, asegura. “Es un proceso garantista, es por ellos mismos, por los familiares y asociación civil, que tengan donde agarrarse y puedan pedir responsabilidades o no”, dice Guijo.

Y señalan su desacuerdo con difundir una presunta localización con nombres y apellidos. “La asociación convocó una rueda de prensa y lo sacó, y se empezó a hablar de identificación cuando ni siquiera habíamos terminado la excavación, el estudio de materiales y la entrega de muestras de ADN”, explica el antropólogo.

“No queremos que se salten los pasos científicos, la cadena de responsabilidades… todavía no se ha terminado el proceso”, manifiesta. En todo caso, puntualiza Guijo, “no queremos cerrarnos en banda y si está la madre –en la tumba de Bayona– lo ideal sería sacar una muestra genética de ella por el ADN mitocondrial, que es más seguro”.

El equipo arqueológico sí recalca “el reconocimiento al trabajo que ha hecho la asociación –Aremehisa–, que es impagable”. “Pero las cuestiones científicas no se hacen de golpe, hay que esperar unos pasos, son garantía y una fundamentación, es más simple de lo que parece”, dicen.

Y Renée Lafont es “igual de importante que las otras 4.000 personas” enterradas en fosas comunes en Córdoba. Víctimas del fascismo español “que han muerto por sus ideas y por intentar cambiar un país que era medieval para darnos libertad y democracia y ahí están olvidadas” en cientos de tumbas ilegales en el país de la desmemoria. “Hay que visualizar a todas las víctimas, es fundamental”, concluye.