Para algunos fue un trilero y para otros, una víctima. Lo cierto es que no es una sorpresa la aparición de la familia Ruiz-Mateos en la lista que ha facilitado la Agencia Tributaria de personas físicas y jurídicas que deben más de un millón de euros al Fisco. En la relación de morosos aparecen varias empresas vinculadas con el desaparecido empresario de Rota (Cádiz). Inversiones Ruiz Mateos SA (1.284.875,645), José María Ruiz Mateos SA (1.953.004,84), Clesa SL (6.723.394,03) y Grupo DHUL (2.232.884,7) muestran el resultado de muchos años de gestión.
Son muchos los frentes abiertos de los Ruiz-Mateos ante la justicia y el exabogado de la familia, Joaquín Yvancos, aclara que “todo es la suma de los procedimientos abiertos que hay. Son procedimientos muy antiguos, de no pagar el IVA. Ellos tenían una relación de las deudas que no pagaban y está en la Audiencia Nacional. Lo hacían porque decían que lo descontarían en el momento de la negociación con el Gobierno, cuando les devolvieran Vieja Rumasa”.
Por más que el Ministerio de Economía y Hacienda recordara en más de una ocasión que, según una sentencia del Tribunal Supremo de 2004, el precio de las empresas de la antigua Rumasa era de cero euros, los Ruiz-Mateos siempre esperaban una devolución al alza. “Era una práctica habitual porque eso lo llevaba él directamente con Manuel Sánchez Marin, el director de administración de Nueva Rumasa. De sus hijos lo sabría uno, sólo él daba las instrucciones de si había que ingresar o no el dinero del impuesto de sociedades o del IVA”. Lo dice Yvancos, un abogado que trabajó junto al empresario durante unos 25 años. No aparece Garvey porque técnicamente pasó a llamarse Complejo Bodeguero Bellavista, que se encuentra en concurso de acreedores después de un tempestuoso proceso.
Según la Agencia Tributaria, la deuda de esta empresa alcanza los 13.223.648,24 euros, que se arrastra de cuando los Ruiz-Mateos eran los gestores. Esta deuda la generaron los Ruiz-Mateos, pero al vender la bodega a Ángel de Cabo le traspasaron la deuda.
El trabajo de algunas de las marcas que han estado vinculadas a lo largo del tiempo con José María Ruiz-Mateos es quitarse el estigma, pero algunas mantienen el nombre. Cuando se llama a Clesa, que sigue vendiendo yogures en el mercado, dejan muy claro que Clesa SL está en concurso de acreedores y que la actual propietaria, Agrupación de Cooperativas Lácteas SL, con sede en Caldas de Reis (Pontevedra), no tiene nada que ver. La planta fue comprada en su momento y sólo se mantiene el nombre comercial. El discurso de la persona de administración le sale de carrerilla porque día sí y día no tienen que limpiar el nombre de Clesa.
En Jerez, donde desarrolló su labor como empresario durante muchos años, sigue siendo motivo de comentario. Durante mucho tiempo estaba en el ambiente la imagen de José María Ruiz-Mateos como el hombre que había sido capaz de dar trabajo a muchos vecinos tanto de la localidad jerezana como de su Rota natal.
Ante las críticas que llegaban desde otros frentes, algunos de sus paisanos defendían a Ruiz-Mateos como un hombre justo y sabio. Un extrabajador suyo, que prefiere mantenerse en el anonimato, decía hoy mismo que los culpables de todo eran sus hijos. “Era como un hombre cuchara, que ni pinchaba ni cortaba, siempre invadido por un gran sentido paternal. Un boeing no se puede poner en manos de un mono”, lamentaba.
La persona más próxima que tenía en Jerez era Juan Pedro Cosano, el abogado que todavía le lleva a la familia algunos asuntos relacionados con bodegas. “Todo está sometido a procedimiento judicial y penal y sería osado hacer declaraciones”, se limita a comentar.
Pero lo más curiosos es que incluso algunas personas que perdieron mucho dinero por el caso de los pagarés de Nueva Rumasa hablan de Ruiz-Mateos sin rencor. “Yo siempre me alegraré de haber conocido a Don José María, los culpables de todo son sus hijos. No quiero acordarme de lo que perdí porque no quiero perder la salud, prefiero pensar que hay cosas más importantes en la vida que el dinero”, comenta uno de los afectados. Jekyll y Hyde, según se mire, pero con unas cifras que son incontestables.