Las abundantes lluvias de marzo alivian a Doñana pero “no solucionan su problema invisible”: la sobreexplotación del acuífero
La Estación Biológica de Doñana ya tiene datos oficiales para hacer balance de las lluvias de marzo, y la conclusión coincide con lo que fueron las primeras impresiones: han venido muy bien, pero queda mucho por hacer para dar por superada una década seca. “Las lluvias han aliviado en parte los problemas de sequía más inmediatos”, se apunta desde este organismo investigador adscrito al CSIC, “pero no solucionan el problema invisible de la sobreexplotación de las aguas subterráneas”. Y es que tres de las cinco masas del acuífero se mantienen en mala situación porque se extraen más recursos de los que entran con las lluvias.
Así las cosas, desde la ICTS-Doñana se mantiene una “situación de expectativa y cautela”, aunque celebrando que hablamos del segundo marzo más lluvioso desde que se tienen registros, con 145,3 litros por metro cuadrado. Además, la precipitación acumulada en el año hidrológico (que va de septiembre a agosto) es ya de 404,4 litros, con lo que mejora los datos de los tres últimos ciclos y se sitúa cerca de los 500 litros que constituyen la media histórica.
Para valorar el “efecto en conjunto” del mejor aspecto que ahora presenta el enclave natural hay que esperar no sólo a que llueva más, sino a ver cuáles son las temperaturas los próximos meses. El año pasado, por ejemplo, fue muy cálido, con una media de 19,32 grados que supuso un máximo en la serie histórica: a más calor, más evaporación y menos agua. Y, aunque este año han llegado más tarde, normalmente las precipitaciones se concentran en otoño e invierno.
De hecho la escasa lluvia caída en los meses anteriores se ha traducido en que se registren cifras muy bajas en los censos de aves acuáticas durante la invernada. Eso sí, esta inundación de primavera “llega a tiempo” para permitir un crecimiento de la vegetación, favoreciendo la cría de aves acuáticas: fochas, calamones, somormujos, zampullines, cigüeñas, ardéidos...
Una sequía “estructural”
El agua también ha mejorado mucho el aspecto en general del parque, hasta el punto de que ha recuperado “una imagen similar a la que tenía en estas fechas hace algunos años”. Muestra de ello es que se han anegado casi totalmente las lagunas más grandes, como Santa Olalla, El Sopetón o La Dulce, aunque “aún hay zonas de la marisma que no se han inundado”.
Así que se mantiene el diagnóstico hecho a vuela pluma tras el paso de la borrasca Nelson: esto ha supuesto un respiro importante y la situación ha mejorado, pero no se pueden lanzar las campanas al vuelo. De hecho, se recuerda que Doñana lleva más de diez años con cifras de precipitación por debajo de la media, “lo cual evidencia un problema de sequía casi estructural”. Por eso, y tras tres años especialmente duros, el estado de la vegetación y la biodiversidad es “muy preocupante”.
Advertencia ecologista
En este diagnóstico también coincide Ecologistas en Acción, que apunta que si no continúan las lluvias para mantener la incipiente inundación “mucho nos tememos que estas aguas sólo van a servir para generar una ficción de agua retenida que inste a la avifauna a iniciar la reproducción, que no podrá culminar”. Esto vendría propiciado porque, si la marisma se seca, las puestas son devoradas rápidamente por jabalíes y otros depredadores.
El contexto actual no ayuda, ya que el río Guadiamar, el principal aporte de agua histórico a Doñana, se encuentra encauzado en Entremuros y la única conexión con la marisma es el restaurado Brazo Travieso. A ello se une que la Rocina tampoco introduce recursos a las marismas ya que “sufre en su cuenca graves problemas de sobreexplotación subterránea por las extracciones de frutos rojos”.
Sobreexplotación por el regadío legal e ilegal
La conclusión es que sin la restauración del acuífero, que permitiría que la Rocina introduzca agua, y sin los aportes directos del Guadiamar vía Caño del Guadiamar como “río de Doñana”, la marisma no se recuperará “aunque la pluviometría sea ya la de un año normal”. Por ello, Ecologistas en Acción considera que las lluvias de marzo habrían supuesto un alivio realmente importante si hubiesen estado acompañadas de “un nivel de extracción de aguas subterráneas más sostenible”
En este sentido, reclama la implantación de restricciones que permitan la recuperación del acuífero, ya que en caso contrario “la situación irá a peor, con pequeñas mejorías que sólo anuncian la agonía final”. En cambio, toda la zona de recarga del acuífero de Doñana, centrada en la zona fresera, norte de El Rocío y sur de Villamanrique, “está sobreexplotada por el regadío legal e ilegal”, dando como consecuencia descensos del nivel freático de cerca de 40 metros en algunas zonas. “Todo lo que llueve en esas zonas se infiltra y no corre, de forma que al día siguiente de dejar de llover no hay zonas encharcadas”, lamenta la organización ecologista.
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