“Las cosas siguen igual de mal”, dijo Miguel Delibes cuando anunció que dejaba la presidencia del Consejo de Participación de Doñana. El revuelo que formó su adiós acabó por opacar los datos que se barajan de la situación del parque, entre los que destaca uno especialmente llamativo como es la confirmación de que la pasada invernada ha sido la peor desde que se tienen registros históricos, con un 60% menos de aves acuáticas que en 2023.
El censo apunta a que pasaron el invierno en este paraje 122.196 pájaros de 95 especies, lo que supone un rotundo descenso con respecto al año anterior que alcanza niveles de hundimiento si se compara con 2021: un 77% menos. Las cifras incluyen una caída de más de un 70% en relación a 2023 de algunas especies, como cuchara común, ánade silbón, cerceta común o ánade rabudo, a lo que se unen mínimos nunca antes vistos (ha caído a la mitad en un año) del ganso, uno de los animales más emblemáticos del enclave.
“La situación es preocupante y sigue empeorando”, admite Eloy Revilla, director de la Estación Biológica de Doñana (EBD), organismo investigador adscrito al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Las lluvias de marzo fueron muy bienvenidas, pero las altas temperaturas hicieron desaparecer pronto el agua y pese al optimismo que generó desde entonces no ha vuelto a haber precipitaciones. Esto hace que de nuevo estemos ante “un año no húmedo”, que se encadena a la década seca que se viene arrastrando.
Poco optimismo con la reproducción
“La invernada ha sido mala y con la reproducción no se es optimista”, apostilla Revilla, que tiene claro el origen de esta situación. “El problema es que no hay agua”, lo que también se traduce en que de nuevo se afronta un agosto con el riesgo de que se sequen todas las lagunas incluida Santa Olalla, la en teoría última de carácter permanente pero que en los dos últimos años ha sido un secarral. “Hay posibilidades de que se sequen”, admite, una afirmación en la que la duda la introduce el hecho de que ha hecho calor “pero más en la media y más razonable”, lo que ha ralentizado la evaporación.
“Lo único que ha cambiado es la situación política y administrativa, ahora hay muchos planes y acciones en marcha”, incide el director de la Estación Biológica, que confirma una mala situación general que para las organizaciones ecologistas va mucho más allá. “Doñana vive el que probablemente es su peor momento de la historia”, apunta en esta línea Juanjo Carmona, de WWF, que resalta que “no hay un dato en el que se mejore algo” con respecto a hace un año: hay menos agua, el acuífero está peor, hay menos especies animales, problemas con la vegetación...
“Las soluciones se saben, pero se dilatan porque hay miedo por parte de las administraciones a decir que el acuífero no aguanta más”, lo que empeora ejercicio a ejercicio porque “se sigue extrayendo más de lo que entra”. Al margen de cercenar los pozos piratas habría que racionalizar también el regadío legal, prioridades en las que admite que se ha embarcado el Gobierno central a través de su marco de actuaciones con el 'pero' de que “las medidas tienen que ser más rápidas”.
Salinización, nitratos, pesticidas prohibidos...
“El problema es que todo va despacio”, coincidía también Miguel Delibes en una entrevista con este periódico, y esto conduce a lo que el representante de SEO-Birdlife en Doñana, Carlos Davila, define como “una situación crítica en el espacio protegido”. “Ha sido la peor invernada de la historia y la reproducción también está siendo muy mala”, con una “productividad muy baja” que a su juicio confirma que este paraje natural “se ha convertido en un lugar inhóspito para la avifauna”.
La misma valoración hace Juan Romero desde Ecologistas en Acción, que pone el acento en el “grave estado de la biodiversidad”, lo que propicia que “todas las especies que están en peligro van para abajo” con una marcada tendencia decreciente. De paso, alerta sobre la elevada mortalidad de pinos que se está produciendo en el litoral, para lo que se baraja la opción de la creciente salinización de un acuífero con problemas también de nitratos.
En esta línea, el último estudio conocido sobre el terreno ha permitido al CSIC detectar la presencia generalizada de pesticidas –hasta 17, algunos de ellos prohibidos desde 2009– en Doñana. Esto hace que “no sólo la cantidad de agua en el parque es preocupante” por la década larga seca que viene sufriendo, sino que también está empeorando la calidad de los recursos hídricos.